esclaavitud 3010 socio ficición
I. ANTECEDENTES
IDEAS PARA UN REFLEXIÓN SOBRE LA ESCLAVITUD PROYECTADA A UNA FICCCION EN EL SIGLO XXII
Es cierto que el esquema de las normas de la esclavitud no se dio generalmente en las diversas sociedades esclavistas históricas en forma sistemática y todas juntas.
Sin embargo, individualmente a través de las épocas si se dieron por muy bárbaras que se consideren. Por ejemplo, ya bien modernamente en el siglo XVIII en regiones de Norteamérica se amputaban los dedos de los pies a los esclavos reincidentes en la huida.
Este esquema que he diseñado ha sido construido con el fin de analizar la sicología del esclavo-objeto que es precisamente la esencia de todo tipo de esclavitud.
Por lo demás, después de haber redactado el esquema me doy cuenta que muchos de los rasgos del mismo son precisamente los que aparecen en muchas religiones respecto a los deberes de sus seguidores, siendo atribuidos a imposiciones de la divinidad.
Divinidad indudablemente concebida como el AMO transcendente, absoluto y de una crueldad muy superior al amo humano más sádico.
Ciertamente esa crueldad “infinita” no es atribuible a la divinidad, sino a la imaginación y sadismo de legisladores religiosos y clérigos de toda especie.
No solo aparece la crueldad del Gran Amo en las legislaciones religiosas, teóricas sino también en la ejecución de las mismas en determinadas épocas históricas, Subrayado con la Imaginería vulgar que describe tormentos eternos más brutales aun que los aplicados por las justicias más sádicas.
Piénsese en los empalamientos que determina Dios en la Biblia o las torturas y ajusticiamientos públicos de las Inquisiciones universales propias de las diversas religiones, algunos de los cuales suceden aun en el siglo XXI en algunos países tales como el apedreamiento la flagelación, amputaciones y crucifixión etc.
Existen numerosos testimonios históricos de esas normas que codifico en forma imaginaria en un futuro. Esclavos arrojados a estanques para alimentar a las lampreas con el fin de la diversión de los asistentes. Esclavos perpetuamente encadenados trabajando desnudos en las minas. Esclavas condenadas a los prostíbulos públicos de por vida. Centenares de esclavos crucificados después de la rebelión de Espartaco o por el asesinato de un Amo solamente por uno de ellos sin que los otros tuviesen participación. Esclavos y esclavas azotados hasta la muerte para ejemplo de los otros, sin haber cometido crimen alguno.
Esclavos uncidos a los arados en los cultivos en que estos no podían ser tirados por bueyes o caballos. Especialmente en las viñas en andenes de Italia.
En la antigua ley de las Doce Tablas de los romanos los deudores eran vendidos con sus familias. Los prisioneros de guerra y todos los habitantes de las ciudades tomadas por asalto eran vendidos como esclavos sin distinción de rango social, edad ni sexo.
Si en muchos países aun es corriente que las mujeres asalariadas para servir en el hogar sean violadas o utilizadas por sus patrones, fácil es comprender el uso de las esclavas y las frecuentes venganzas de sus amas por celos o despecho. Ya en el siglo XVI en Chile la queja de los caciques es la de mujeres indias torturadas por sus amas que las cortaban las orejas o las torturaban hasta la muerte, a pesar de su fe católica debido a los celos.…
PRIMERA LEY SOBRE LA ESCLAVITUD
Se supone que la primera ley sobre la esclavitud data de 1685 y fue obra del ministro francés Colbert. Tenía sesenta artículos. Resumidamente:
1. Obligación de los amos de enseñar la fe católica a los esclavos y bautizarles.
2. Prohibición de casarse sin el permiso de los amos.
3. Los hijos de los esclavos son esclavos.
4. Prohibición de llevar armas o palos gruesos.
5. El esclavo no posee nada que no sea propiedad del amo.
6. Su testimonio no tiene valor ante los tribunales.
7. El esclavo que golpee a su amo o ama será ejecutado.
8. Al esclavo fugado por primera vez s le cortarán las orejas y se le marcará a fuego en su cuerpo la flor de “lys”. Si reincide se le cortará el talón de Aquiles. La tercera vez se le condenará a muerte...
La esclavitud se constituyó en el primer crimen contra la humanidad: “existe crimen contra la humanidad cuando se mata a alguien por su raza”
El esclavo/a adquiere poco a poco, a no ser que tenga personalidad relevante, la concepción de que es un ser despersonalizado, un ser “sin alma” tal como lo
Ciertamente la extensión los dos aspectos primarios han variado a través de la concebían los romanos. Esto es más profundo en las mujeres que en los varones por el hecho que en ellas se suma su aspecto de esclava a su condición de mujer considerada como servidora en si misma. Como esclava además de sus otras servidumbres es considerada como objeto sexual que no solo es utilizado por el amo y su familia, sino que puede ser ofrecido a quien el amo desee.
En la actualidad se calcula por la ONU que existen en el mundo como cuatro millones de auténticos esclavos. Posiblemente el número sea mayor porque el cálculo se basa en hechos comprobados, como por ejemplo los niños vendidos para trabajar en la confección de tapices en determinados países, mujeres vendidas para la prostitución, tráfico humano o mercados clandestinos de seres humanos etc., .Existen en algunas sociedades formas de esclavitud “socialmente modeladas” y legalizadas aparentemente. Las condiciones de la persona son escasamente diferentes, en estos casos, de los auténticos esclavos. Son personas que están sometidas a una obediencia estricta, un trabajo determinado, a veces agotador, sin recibir retribución alguna, en que ellas mismas tienen que proporcionarse alimento y vestido. Si no se someten a las reglas establecidas son duramente castigadas
NOTAS GENERALES PREVIAS
1. La esencia de la esclavitud radica en que el ser humano pasa a la calidad de OBJETO se le despoja de su personalidad y queda convertido en un ser viviente amaestrado para actuar tal como se le dicte por el amo. Es decir obediencia total y absoluta.
2. El segundo aspecto es receptivo. El esclavo está bajo el total arbitrio del Amo que puede hacer de él lo que le plazca. Es considerado como un animal cualquiera. Puede ser utilizado para el trabajo, el placer o ser eliminado, torturado o muerto.
3. El esclavo no es una persona, sino una “mercancía viva” igual que cualquier animal. El Amo tendrá siempre el concepto que debido a que lo compró le pertenece en forma absoluta y por tanto puede disponer de esa mercancía a su arbitrio como ocurre con cualquier otra mercancía: comprarla, venderla, regalarla, destruirla…
Historia y según las diversas culturas. Además han sido moderados o exacerbados según las condiciones de los Amos y sus familias. Sin embargo, esencialmente nunca han variado y ahí donde existe esclavitud prevalecen invariables.
II.LA CONSPIRACION
El abuelo en su simplicidad de intelectual no conocía muchos de los entretelones que habían disparado el cambio social hacía la esclavitud. Esto había sido mucho más complejo de lo que el creyó suponer.
Era cierto, los terremotos destructores y universales, las dos crisis económicas, el imperio de los “narcos” lo habían desencadenado. Nada de esto habría podido ocurrir si la cultura occidental no se hubiese apoderado de todo el mundo, sumiéndolo en una fiebre de consumo arrancándole el dinamismo interior mal o bien dirigido hasta entonces, pero eficaz para avanzar y retroceder hacía una mayor humanización del mundo.
El hecho de la esclavitud había sido propuesto como un medio destructivo para humillar a la orgullosa sociedad occidental ideada por una oscura revolucionaria oriental.
Todo ocurrió en una escondida gruta de las montañas de Afganistán en la frontera con Pakistán. Allí se encontraba refugiado el cheik, genial enemigo de Occidente y creador de la resistencia musulmana... Aquel hombre que con un puñado de adherentes podía tener en jaque a los más poderosos países del mundo.
Dijo aquella tarde el cheik en la reunión habitual, con su voz calma y reflexiva:
Hermanos, seamos inteligentes. Hemos tratado de golpear a los orgullosos imperialistas hasta ahora en las partes que más les han dolido. Volamos sus orgullosas torres. Creamos un grupo de kamikazes que les demuestran día a día que no temen la muerte y que para ellos Alah, con el la bendición, es el más poderoso.
Seamos realistas. Estos métodos se han ido debilitando.
Hochi Min actuó mucho más inteligentemente cuando decidió introducir las drogas entre los soldados que invadían su país. Ahora la orgullosa sociedad occidental está sometida a la droga en todas sus especies y formas. Más aun, se está feudal izando y los nuevos señores feudales serán los “narcos”.
Ha llegado el momento que nosotros creemos nuestra propia guerra sicológica... Vamos a golpearlos donde más les humille y duela y donde sean impotentes para actuar. Movilicemos lo peor que ellos tienen
¡Las grandes mafias!
Regalémosles una nueva esclavitud
De que ellos mismos arrastrados por su ansia de lucro sean los motores principales.
Ellos han demostrado que si se sabe crear mercados de un producto este se mueve a nivel mundial. Creemos en consecuencia el mercado más inimaginable de esclavos. Y esclavas. Todos ellos sacados de sus hijos e hijas... Hagamos que cada musulmán posea un esclavo o esclava occidental para todo servicio y en las condiciones más humillantes posibles... será como una epidemia incontrolable. Nunca podrán declarar una guerra liberadora contra más de la mitad de la humanidad siendo ellos mismos los proveedores.
Primeramente movilizaremos a nuestros propios mercaderes. Eso será fácil. Disponemos de mucho oro y les daremos abundantes capitales.
Esta es mi proposición nueva.
• Maestro tu pensamiento es sagaz, pero los infieles se darán rápidamente cuenta de nuestros designios.
• ¿Nunca escuchaste el cuento del monito?
Tomas un coco. Le abres un pequeño orificio en que dificultosamente un monito pueda deslizar su mano. Llenas a mitad el coco de arroz y lo dejas en el lugar que lo encuentre un mono. Este introduce su mano. Toma un puñado de arroz. No puede sacar su mano empuñada y no soltará jamás el arroz. El cazador lo apresará con toda facilidad. Así deberemos proceder.
• Sus mujeres e hijas, algunos jóvenes desaparecerán misteriosamente en el curso de sus viajes. No quedará el menor rastro de ellos. Será imposible saber si están en la choza de un mísero en la otra parte del mundo. ¿Podrían registrar todas las viviendas de los ciudadanos de la mitad del mundo, felices de tener un esclavo o una esclava para todo su servicio y además alguien en quien descargar la injusticia que ellos sufren a diario?
• Maestro ¿no fomentas un sadismo con gentes que personalmente no cometieron contra nuestros hermanos injusticias?
• Todos los infieles son injustos y criminales, debes saberlo. Unos por cometer los crímenes contra la humanidad, ese genocidio al que someten a todos los pueblos que no son de su raza. Los otros por consentirlo.
Cuando por algún error empiecen a sospechar de nuestras tácticas, miles quizá ciento de miles, estarán dispersos como esclavos en todos los países del mundo. El turismo será lo primero que quede desarticulado, un durísimo golpe para sus economías siempre tan frágiles. Organizaciones de tratantes de esclavos, mercados de esclavos, habrán sido organizadas por todas las mafias, camorras, narcos y demás grupos corrompidos salidos de sus propias filas. Para ellos será un festín debido al oro que infiltraremos en sus mercados. Haremos subir la cotización de cada esclavo para que sea un negocio tan próspero para todos ellos una tentación, por riesgosa que les vaya resultando, tan codiciada como la de armas y drogas.
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Todos aquellos que en la Organización conocieron el proyecto del cheik en el primer momento les pareció que era disparatada e imposible de llevar a la práctica. Solamente un escaso puñado de fanáticos empezaron a ponerla subrepticiamente en práctica, convencidos que se trataba de una inspiración divina.
Nadie en Occidente sospechó nada, precisamente por tratarse de casos aislados caratulados como desapariciones en aumento, pero que no hacían sospechar nada de particular. Especialmente porque en ningún caso, nadie reclamaba rescate alguno. Además los cautelosos “hermanos” simulaban la más variada y astuta de falsos accidentes, aun dentro de las grandes ciudades occidentales.
El movimiento de los grupos occidentales de traficantes fue lento y, más cauteloso. Comenzó donde nadie lo podía suponer, en las Universidades y bajo la creación de innumerables sectas espiritualistas. Jóvenes ansiosos de todo tipo de consumo cayeron fácilmente en el consumo espiritual sencillo y fantasioso. Esas “inocentes “sectas” incitaban hacía un turismo alas Fuentes que se encontraban siempre en países de África, Oriente y América en regiones remotas.
Los Gobiernos no prestaban mucha atención a desapariciones personales.
Los desaparecidos eran cambiados de aspecto y fisonomía por un sinnúmero de métodos naturales. Se trasladaban a lugares en que se esfumaban y eran entregados a familias míseras como esclavos con la orden estricta de ajusticiarlos ante cualquier mínimo intento de fuga.
Esas familias eran sometidas a un proceso simple de convencimiento diciéndoles que ellos eran los Instrumentos de Dios para humillar a los infieles y crear una Nueva Era. Se les instruía simplemente introyectándoles:
Los esclavos ya no son seres humanos, son miembros malditos del Pueblo de los Opresores. El jefe de vuestra familia tiene sobre ellos derecho de vida y muerte porque así lo ha determinado Dios.
Los esclavos no tienen derecho alguno y solamente estarán dedicados a vuestro provecho y placer.
El esclavo o esclava que manifieste el menor deseo de huir será castigado hasta la muerte. La organización os proveerá de otros dos en premio de vuestro celo cuando los ejecutéis en el nombre del Altísimo.
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En la Organización quedamos asombrados por el éxito de aquella experiencia limitada, es cierto, pero que estaba resultando sin fallas.
Era cierto que muchas familias inquietas viajaban a los países donde últimamente se había reportado a su hijo o pariente por última vez. Todos sus esfuerzos conseguíamos que fueran inútiles. Las policías, los jueces, los abogados los sobornábamos fácilmente y los rastros se perdían definitivamente.
Entonces empezó a suceder lo predicho por nuestro cheik. El turismo empezó a decaer. En ese momento la Organización tomó el asunto en sus manos en forma oficial. Se pasó a la fase principal. Empezamos a convertir las personas en mercadería valiosa. Ponerlas precios y hacerlas bienes tan codiciados como la droga para los mercaderes sin escrúpulos. Sabíamos que tratábamos con entidades peligrosas y de poca confianza, así que montamos una subred que eran los intermediarios de las compras y ventas de seres humanos. Ellos mismos ignoraban el destino de sus compras y que las más valiosas iban destinadas a las gentes más humilladas y desunidas de todos los continentes en una operación cruzada imposible de detectar. Ignoraban que era nuestra venganza exquisita de ver aquellas personas más estimadas en su mundo reducido a la última miseria compartida con sus amos, con aquellos que ellos habían juzgado hasta entonces la escoria de la humanidad.
La verdadera explosión del mercado coincidió con las grandes catástrofes económicas mundiales y, en parte, las aceleró. En efecto. cuando los poderosos barones de la droga entraron en el comercio de la esclavitud, utilizaron la misma droga como se hace en la pesca colocándola en el anzuelo la carnada.
Luego sabemos lo que ocurrió. Los terremotos, las inundaciones, los volcanes eruptando alocadamente cenizas y lava… el desastre económico mundial que nos envolvió igualmente a nosotros y la vuelta al feudalismo de los señores de la droga.
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III.LA CONSECUENCIA
CODIGO CONSENSUAL DE LA “NUEVA ESCLAVITUD”
Derechos del los esclavos: NINGUNO respecto cualquier referencia
Deberes del esclavo: OBEDIENCIA ABSOLUTA en todos los aspectos de la vida.
Concepción del esclavo/a desde la perspectiva del Amo:
• El esclavo es por esencia flojo.
• El esclavo trabajará solamente bajo la perspectiva del dolor que se le inflija
• El esclavo por esencia odia al Amo y tratará siempre perjudicarle y traicionarle
• El esclavo se mantiene dominado solamente por la fuerza y por temor al castigo.
• Cualquier falta de obediencia o de otro tipo del esclavo debe ser castigada con extrema violencia y crueldad para su manejo y la ejemplaridad respecto a los demás.
• La tortura del esclavo es el mejor medio para mantener su obediencia incondicional.
• El esclavo o esclava debe tener siempre alguna parte de su cuerpo herida y dolorida para recordarle que en cualquier momento el amo puede aumentar su sufrimiento indefinidamente si no es sumiso y obediente.
• Cuando el esclavo/a por sus faltas o desobediencia sea flagelado recibirá un mínimo de 50 latigazos repartidos en todo su cuerpo tanto por delante como por detrás en forma pareja desde los hombros hasta los pies.
• La pena de doscientos latigazos o más es considerada como “pena de muerte”.
• La flagelación y todo castigo o ejecución del esclavo/a será pública y delante de todos sus compañeros de esclavitud.
• Lo más corriente es mantener los verdugones del látigo abiertos y debidamente cauterizados.
• La obligada ejecución de un esclavo debe ser ejemplarizadora porque implica una pérdida económica importante para el amo. Es importante que no sea juzgada por los demás esclavos como una liberación final, sino como algo que produce el sufrimiento en su grado máximo.
• Un esclavo no tiene derecho a usar ropa alguna si no es para realzar el prestigio de su señor.
• El esclavo y sobre todo la esclava estará siempre dispuesto para satisfacer el placer de su señor con su cuerpo o sus capacidades.
• El esclavo carece de todo derecho, ni puede reclamar nada de su Amo. Solamente hablará si se le interroga. Delante de su amo permanecerá arrodillado esperando sus órdenes. Besará el piso ante sus pies en señal de obediencia. Se retirará cuando se le ordene.
• El esclavo que responda a sus Amos con altivez será azotado inmediatamente.
• Aquel esclavo o esclava de cualquier edad que trate de agredir a sus Amos será azotado hasta la muerte en presencia de todos los otros esclavos.
• Aquel esclavo o esclava que hurte algo será azotado y permanecerá perpetuamente en el cepo en todo momento que no realice actividad de servicio.
• Igualmente permanecerán en el cepo aquellos esclavos que no sean considerados sumisos y portarán cadenas que no les impidan sus actividades a perpetuidad.
• A los esclavos parlanchines se les aplicará la mordaza o castigos similares incluyendo la mutilación de su lengua.
• Esclavos y esclavas serán castrados si se considera que ello los hace más aptos al servicio de sus señores o se les imponga como castigo en debido a su inmoderación o comercio sexual entre ellos.
• Los esclavos serán apareados temporalmente según la disposición de sus amos para obtener una reproducción de su inversión. Las esclavas no beneficiarán de ninguna consideración especial durante el periodo de gestación ni posteriormente para que no sean mal ejemplo para sus compañeras perezosas.
• Aquellas esclavas que se embaracen sin la aprobación o mandato de sus señores serán obligadas a abortar en cualquier estado en que se encuentren. Recibirán el castigo que sus amos determinen.
Legalidad de la condición de esclavo:
Se llega a ser esclavo en nuestra sociedad por las siguientes causas:
• Será declarado esclavo o esclava toda persona de cualquier nacionalidad, edad, sexo, religión o nivel social cuando sea vendido y marcado a fuego en cualquier Mercado legal de Esclavos. Desde ese momento será esclavo a perpetuidad de quien lo adquiera y será estimado como mercancía legal.
• El poseedor legal de un esclavo o esclava por compra tiene sobre el derecho de vida o muerte, destrucción de la mercadería cuando lo juzgue oportuno sin tener que dar cuenta de ello a ningún poder público o privado.
• El esclavo nunca podrá volver a ser libre.
• Serán vendidos como esclavos todos aquellos que el Estado disponga debido a sus leyes. Aquellos que sean vendidos con su familia (padres e hijos) para pagar sus deudas por cualquier entidad pública o privada.
• Los hijos de los esclavos son esclavos igualmente. Marcados a fuego al nacer serán remarcados al llegar a su pubertad en el otro glúteo y en la frente.
• Un esclavo prófugo será ejecutado por empalamiento. Igualmente aquel que proteja un esclavo prófugo será inmediatamente empalado en el mismo lugar que se encuentre.
• Todo esclavo que muera será quemado su cuerpo o destruido de forma que no cause contaminación. Nunca se enterrará un esclavo.
• Los esclavos que cometan algún crimen no relacionado con su Amo serán crucificados por el Estado sin remisión ni juicio alguno.
• En caso que un esclavo o esclava de muerte a alguno de sus dueños será crucificado en la llamada cruz cartaginesa. El resto de los esclavos serán igualmente crucificados sin distinción alguna de edad o sexo al modo romano.
• Todo esclavo o esclava antes de ser colgado en la cruz desnudo será azotado y mutilados. Permanecerán en la cruz hasta que sus cuerpos sean devorados por las alimañas con el fin de que testifiquen ante todos sus compañeros el castigo extremo de toda rebelión.
IV.LA NARRACIÓN
ERGASTULO 3010
Es el 3010... La esclavitud que nunca había desparecido completamente, se ha vuelto a instalar en forma universal.
Se trata de formas delirantes de esclavitud de extrema crueldad.
Fue la consecuencia de la primer crisis económica del 3008 seguida de una serie continuada de terremotos, tsunamis, epidemias y guerras ocurridas a partir del 3010, que desencadenaron en las gentes un terror apocalíptico terminando en una crisis financiera absoluta y la disolución de Gobiernos y Naciones llegando a la descomposición social universal y absoluta. Fue este fenómeno el que abrió paso a que los “gangs” formados por las diversas mafias se apoderasen del poder real e impusieran sus propias leyes nunca escritas, pero efectivas fundadas en un terrorismo total y arbitrario
Este nuevo feudalismo frente a economías en que había desaparecido el valor monetario y que para mantener una cierta producción en su propio beneficio instituyeron en forma espontanea la vieja esclavitud. Debido a la amplitud social y a sus propios métodos violentos de control social desarrollaron una esclavitud fundada en un terrorismo siempre creciente dado que la amplitud de la misma esclavitud les resultaba más amenazante .El menor asomo de revuelta era reprimido ya no con la muerte, sino, como en la edad media, con la más cruel ejecución (lo más pública posible) extensiva y ejemplarizadora. Los “gangs” del narcotráfico se habían manifestado extremadamente sádicos antiguamente en las ejecuciones entre ellos mismos para obtener o mantener las supremacías. Ahora se aplicaron a la sociedad, no solo frente a las revueltas populares o su amenaza, sino para ahogarlas al nivel particular de sus masas personales de esclavos.
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• Veo que de nuevo te han azotado... tienes unos feos verdugones reventados y temo que se te infecten. ¿qué hiciste?
• No quise voluntariamente dar el “gozo” que me pedía uno de los hijos del Amo. Me tuvo que violar a la fuerza. Le arañé y mordí. ¿Es cierto, abuelo, que antes, en tu tiempo no se azotaba a los esclavos cuando se negaban a hacer algo’
• Estaba prohibido pegar a alguien, menos azotarle. Todas esas cosas eran castigadas por las Autoridades. Ni siquiera existían los esclavos.
• ¿No se les castigaba con la cruz ni con latigazos?
• No niña tonta. Se les castigaba con la cárcel.
• No te creo. Lo que tú a veces cuentas, es muy bonito, pero los jóvenes no te creemos. No puede ser como lo cuentas. Es un paraíso el que describes que nunca existió, tu cabeza ya no está buena. Eres muy viejo.
• Cuando tú naciste solo existían las figuras de las cruces, se decía que era la forma que murió el Hijo de Dios. Hacía miles de años que no se crucificaba a nadie.
• ¿Por qué crucificaron a ese Hijo de Dios’
• Se decía que por nuestros pecados.
• Eso es otra cosa tonta. Ahora se crucifica a nosotros los esclavos cuando somos rebeldes o atacamos a los Amos... creo que me crucificarán a .mí tarde o temprano.
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• Octavio, el abuelo está más loco que nunca. Me gusta conversar con él, pero no creo en las cosas que cuenta... Dice que en su tiempo, cuando era joven no crucificaban a los esclavos rebeldes, ni tampoco les azotaban. Si alguien lo hacia lo condenaban a la “cárcel”. ¿Qué será eso tan terrible que es peor que los latigazos?
• Seguramente Olivia será algo como el potro de hierro donde hacen morir a los viejos habladores como el abuelo. Tú debes tener cuidado, sabes muy bien que a las habladoras impenitentes se les corta la lengua.
• Puede ser, Genaro, como dices, pero el abuelo afirma que entonces ningún esclavo tenía que dormir en el cepo como nosotros. El llama a los esclavos “servidores” y ellos dormían en camas parecidas a las de los Amos.
• Son delirios, como dijiste, de su edad. No le podemos creer porque ha sido siempre así desde que tenemos uso de razón.
• ¡Iban vestidos y tenía calzados como los Amos!
• Si sigue diciendo necedades así y los Amos se enteran lo colgarán en la cruz o le harán cosas peores...
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• Hoy Olivia, llegas a dormir muy lastimada. Estira tus pies para que coloque las cuñas... Me das lástima, pero sabes que no puedo hacer nada por ti. Te azotaron con knut sin duda. ¿Qué hiciste?
• Perra haz tu deber como siempre. Uno de los Amos quería que le diese goce. Me sacó el candado. Yo no quería.
• Tonta esclava. Si el Amo tiene la llave de tu vagina, tiene todos los derechos sobre ella... ¡Cuando aprenderás a obedecer! Cuando se nos dice arrodíllate, una se arrodilla, Cuando se nos dice tírate al rio, una se tira. Así se evitan males peores. Además si el Amo te hace un niño es mejor. Enseguida te lo sacan. Ningún patrón puede salir del vientre de una esclava. Es peor tener hijos y no verles nunca más. Te lo digo yo que parí once veces.
• Tú eres una perra, no eres una persona. ¿Acaso no nos aprietas duramente las cuñas en el cepo, para que nos atormenten manos y pies durante toda la noche?
• No hago sino cumplir con mi deber. Eso es lo que me enseñaron. Cuándo termine con ustedes el Guardián me encadenará al muro y no podré ni rascarme. Si tus heridas se infectan no necesitarán cortarte la lengua habladora! será tú fin!
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El anciano dio media vuelta. Se iba diciendo a si mismo con palabras entre dientes que ya había visto grandes guerras, catástrofes naturales y además, tiempo atrás había temido como todos sus coetáneos lo que parecía inminente, las guerras atómicas. El mundo de los “gangs” que ahora se vivía era una vuelta semejante al antiguo feudalismo pero la esclavitud era algo que sobrepasaba su imaginación.
Era cierto que hacía años existían los asesinatos masivos, las torturas, la incipiente esclavitud generada por los “gangs” de los narco traficantes. Se trataba de fenómenos aislados y que se juzgaba eran propios de estados con Gobiernos débiles y corruptos. Era algo que no se tomaba en serio en las naciones. ¿Cómo en pocos años se había convertido en la pesadilla que ahora existía?
Era cierto que el fenómeno no habría podido extenderse tan rápidamente sin la primera crisis mundial, los subsiguientes terribles fenómenos geológicos que destruyeron centenares de ciudades con temblores desmesurados y maremotos feroces. Luego la segunda crisis económica universal consecuencia de todas las catástrofes. El hambre, las pandemias, el bandidismo, dislocaron los Estados y abrieron el paso a los grupos minoritarios, bien armados y dispuestos sin escrúpulo a apoderarse sectorialmente del Poder. Rápidamente lo consiguieron esos nuevos señores de la guerra que terminaron alegre y cruelmente con las orgullosas sociedades y culturas del siglo XXI. La esclavitud para levantar la producción de bienes y consumo a favor de las limitadas clases dirigentes fue para gentes sin escrúpulos ni piedad la forma más factible de afirmar su Poder.
El viejo, ciertamente se encontraba muy deprimido después de la conversación con la maltratada Olivia. En realidad, no era nada extraordinario el caso de la joven ferozmente azotada. Era, algo que por alguna u otra razón, veía todos los días. Incluso era casi una anécdota comparada con los castigos y ajusticiamientos públicos. Con cruces no simbólicas como las de las iglesias, sino con seres vivos agonizantes en las salidas de las ciudades o las fortalezas de los señores de la guerra.
Lo que le angustiaba era que frente al sometimiento general de las gentes esclavizadas de jóvenes que nacieron como esclavos, hijos de padres esclavos, ahora comenzaban a aparecer ya rebeldes como Olivia. Era transparente que ella, como otros muchos, no esperaban su temprana muerte (el viejo estimaba que l edad media había descendido a los 28 años) sino que estaban dispuestos a morir matando. El mismo era un rebelde, pero juzgaba que la rebelión organizada era todavía una reacción temprana que conduciría a gigantescos pogrons y que sería tan inútil como la del antiguo Espartaco hacía dos milenios.
Caminaba hacía la gigantesca construcción que dominaba el valle. Era una fortaleza de acero y hormigón rodeada por altísimos muros. Un castillo del siglo XXII no muy diferente a los castillos feudales de siglos atrás. La diferencia se encontraba en su gigantismo, materiales diferentes y concepciones de defensa.
Aquellos muros guardaban un paraíso de verdura y comodidad en que las mansiones se escalonaban en lujo según el grado de importancia de sus habitantes, descollando entre todos los palacios del Amo y su familia. Lujo insultante frente a la multitud de esclavos del Ergástulo alojados. Únicamente para su custodia nocturna bajo cobertizos inmundos donde dormirían sujetos a los cepos o encadenados a postes de castigo.
Igualmente que en los castillos existían caminos de circunvalación a la altura de la cima de los muros, pero en ellos ya no vigilaban hombres con lanzas, espadas y flechas, sino con lo más mortífero de las armas modernas. Ellos eran capaces de vigilar cada sendero, cada ínfimo movimiento cercano y lejano con sus sofisticados instrumentos de precisión guerrera a corta y muy larga distancia, de noche y de día. Cualquier ser humano o animal sería rociado de balas o explosivos, tan pronto como fuese juzgado inamistoso.
El anciano pensaba que aquello era muy parecido a las películas que había visto muchos años antes en que aparecían los castillos antiguos de piedra. El material era diferente. Ya no estaban construidos de bloques de piedra sino de acero y cemento. El fundamento de todo aquello era siempre el mismo. Resguardar a los Amos de otros Amos, más poderosos o más astutos. Resguardarles de sus mismos esclavos, débiles, aparentemente inofensivos, en los que inexorablemente con su trato despiadado acumulaban el odio impotente que un día estallaría en forma homicida.
El abuelo que también era uno más de los esclavos tenía aun un cuerpo de anciano aun armonioso a pesar de su mucha edad. En sus movimientos había algo de juvenil. Se dirigía lentamente hacía la masiva puerta de acero en espera que su mecanismo inteligente le reconociese y le diese la entrada. El era uno de los escasos esclavos que podía circular adentro y afuera de las murallas. Era un triste privilegio de alguien que a su pesar podía informar indirectamente a los amos de lo que no eran capaces de hacer sus esbirros y verdugos. No es que fuese un espía enviado a observar, pero sabía que los hábiles sicólogos encargados de la protección vigilando simplemente su actuación, sus conversaciones, como la que había recientemente tenido con la joven Olivia, obtenían pacientemente informaciones preciosas.
El anciano igualmente era para los Amos una especie de archivo, una enciclopedia que era más fácil y entretenido consultar que los libros o computadores a los que eran tan poco aficionados. Seguramente él en esta época representaba el papel moderno de los antiguos bufones. Quizá esa era la razón con otras más torcidas que no adivinaba, por las que vivía y le dejaban vivir.
Su condición fuera de serie no le eximía de ser un esclavo más sometido al arbitrio absoluto de los Amos y a sus conceptos de lo que era un esclavo. Totalmente desnudo como los demás, sin poseer cosa alguna, marcado a fuego en ambos glúteos y en su hombro con la marca del Amo. Su único sello de distinción era que las argollas de sus tobillos, muñecas y cuello que servían para encadenar en cualquier momento a los esclavos, eran de plata y no de hierro o bronce como en categorías menos consideradas de sus compañeros.
Caminando por aquel maravilloso jardín enmarañado como selva tropical en que retozaban animales traídos de las más diversas latitudes, miraba siempre con aprensión el sendero por el que caminaba sembrado intencionalmente de formidables espinas y frecuentado por serpientes venenosas. Todo ello, con otras insidiosas trampas precaución para una imposible entrada furtiva de un esclavo desnudo y descalzo o un intento de huída de los domésticos. Algo muy improbable. Amos y sus servidores íntimos y guardaespaldas, así él denominaba a los “vasallos”, no corrían peligro alguno siempre calzados con hermosas y fuertes botas altas de las que jamás prescindían.
Muchos esclavos sufrían accidentes mortales o muy penosos con aquellas extrañas medidas de seguridad, pero esas ocasionales pérdidas eran consideradas sin importancia para los Amos, era como perder un perro en la caza.
Descuidando su propia seguridad, su última reflexión le llevó a pensar en las profundas heridas causadas por el látigo en la espalda y glúteos de Olivia. Heridas que se le podían infectar y producirle una mortal septicemia. Los esclavos no tenían derecho alguno a cuidados de sus heridas ni ser ayudados con algún medicamento. Debían sufrir plenamente el castigo impuesto o heridas producidas, según los Amos, por su propia torpeza.
Llegó por fin a la puerta de la mansión principal. Se felicitó mentalmente una vez más que estando desnudo no debía someterse a las laboriosas pruebas que todo aquel que entrase en ella debía sufrir, fuese cual fuese su rango o sexo. A él solamente le examinarían el ano y el interior de su boca y pasar por los rayos para comprobar que no traía nada escondido en su estómago.
Se decía, pero él nunca lo creyó, que un esclavo fue capaz de tragar un poderos explosivo con el que fulminó a su Amo.
Los amos cuidaban celosamente sus propias vidas conscientes siempre que escasamente llegaban a morir de muerte natural.
Penetrando en la mansión casi olvidaba su condición de esclavo y se sentía cerca de su antiguo mundo. Es cierto que él no había conocido aquella opulencia sino en las películas, pero el hecho de pisar baldosas frescas en verano y mullías alfombras le recordaban lejanas comodidades a las que había sido brutalmente arrancado. Se decía que aquellas nuevas generaciones de esclavos con las que convivía, su vida de absoluto despojamiento a la que estaban sometidos sería menos dura que para él por el hecho de que desde la infancia no habían experimentado otra forma de vida...
Era cierto que la mayoría de los esclavos solamente conocían la opulencia de los amos de lejos y, casi de oídas, excepto los esclavos que servían en la mansión...
En cambio el viejo en su infancia y juventud había tenido una vida de “humano” como solía decirse a sí mismo en las largas noches en que con los pies en el cepo trataba de dormitar a pesar del frio y de los insectos. Era cierto que a veces el Amo de buen humor le mantenía cerca en uno de sus convites y luego en vez de enviarle al cepo en los subterráneos con los otros esclavos, hacía que le encadenasen en los lugares de la mansión destinados a algún esclavo doméstico. No era muy placentero para su viejo orgullo quedar encadenado como un perro a la pared y el piso, pero se confesaba que eran sus pocos días de buen sueño.
El anciano generalmente no era maltratado tan severamente como lo eran los esclavos del ergástulo afuera de la mansión. No se trataba de que tuviesen piedad por su avanzada edad, sino porque se le cuidaba como se hace con los objetos antiguos y de un cierto valor. Por lo demás como los otros esclavos domésticos estaba sujeto a las veleidades y diversiones de, sobre todo los jóvenes Amos o el mal humor de personas siempre drogadas oscilando entre el éxtasis o la furia.
Verdaderamente ´el ya no sabía la edad que tenía. Pensaba que había traspasado la barrera de los cien años.
No comprendo, pensaba, pero los jóvenes parecen haber desarrollado una especie de acondicionamiento al dolor y al trato cruel, aparte de las condiciones infrahumanas a las que somos sometidos. Yo, incomprensiblemente, he resistido, pero he sido tratado siempre en forma más suave que ellos. También me he acondicionado a través de los años.
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• Olivia otra vez estás herida
• ¡Qué importa! ¡sanaré! ¡un día le haré pagar estos latigazos que hizo que me dieran!
• ¡Habla con cuidado, Olivia! Si ven que me estás hablando, más aun si escuchan esa amenaza…
• ¿Qué me puede pasar?
• Lo sabes bien. Lo has visto en otras. Te cortarán la lengua.
• No tendrán tiempo.
• No quiero oírlo. La historia se repite. Tampoco no deseo contemplar tu larga agonía en la terrible cruz cartaginesa, castigo a las revolucionarias. Las esclavas como tú terminan en ella.
• Esta vez somos muy fuertes. Resultará.
• Sucederá como hace miles de años con Espartaco. No solo vosotros moriréis, sino nosotras colgadas adornaremos los árboles del parque del amo como cómplices de esa rebelión insensata.
• Cometes un error Braganza, nada te puede salvar. Solamente el hecho que me escuches te implica en nuestra conspiración. Sabes muy bien que aunque nos denunciases, igualmente participarías de nuestra condena. Esa es la costumbre. Eliminar al traidor porque si no es fiel a los suyos menos lo será para el Patrón. Lo más benigno que te concederían sería morir en el cepo de hierro.
• ¿Esta es vuestra manera de conseguir compañeros para vuestra conspiración?
• No es nuestra intención, son las leyes de los Amos.
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• Ya te he visto varias veces, Suerte que te haya tocado que te coloquen hoy a mi lado. ¿Eres una nueva adquisición del Amo?
• Me doy cuenta que eres un esclavo curioso y que no temes la ley del silencio que imponen los Amos.
• Aquí en el cepo se duerme mal. Las noches son largas. Braganza, la vigilante no denuncia a nadie.
• Yo la podría denunciar.
• Lo sentiría por ti y por ella. Los dos iríais a parar al cepo de hierro y te aseguro que no es una buena experiencia si es que no dejas en él la piel.
• Tampoco soy un traidor.
• Eso espero. Quien está a tu derecha es Olivia. Yo soy Genaro. El que está a mi lado, Anselmo.
• Vuestro amo no me ha comprado. Soy un préstamo entre Patrones. Soy talabartero. Hago los mejores aperos para los caballos.
• Tu amiga Olivia tiene la lengua muy suelta. Debe ser por eso que la veo azotada. Allí de donde vengo el Ama no aguanta esas cosas. Pocas esclavas conservan la lengua en su boca.
• ¿Cual es tu nombre?
• Allí de donde vengo no tenemos nombre, solamente un número. Soy el 280. Si decimos Yo, nos dan diez latigazos. No podemos hablar si no se nos pregunta algo.
• Aquí no son tan estrictos, sino en el cepo en cuanto tocan a “cubre fuego”. Quien se retrasa va al cepo de hierro. Es algo terrible pasar la noche ahí, sobre todo si te han azotado por el retraso.
• Allá de donde vengo yo no se conoce, pero tienen otros inventos de castigo que no son mejores. Además aquí es limpio. Tienen tablas donde acostarse. Allá solamente es tierra y hay un olor insoportable.
• Te has fijado como tenemos nuestras muñecas y tobillos de heridos. Es por las cuñas de madera. La perra las aprieta demasiado. Tú no tienes señales, ni siquiera de cadenas pesadas.
• Lo que me llama la atención es que vuestros penes están trabados y ellas cerradas con candados. ‘¿Cómo se fecundan acá?.
• El Amo las insemina para que paran varios hijos. A veces escoge a uno de nosotros como semental, al que le gusta, para que fecunde a unas cuantas. Las llaves de las vulvas de ellas solo las tienen los Patrones para gozar cuando les viene la gana. Por eso Olivia está tan maltratada. Ella se atrevió a resistir a un amo joven. Debe estar contenta por estar aun viva.
• Mi amo nos tiene a casi todos castrados, dice que así no hay problemas.
¿Qué ocurre entre vosotros si una esclava concibe de un Amo?
Le sacan la cría o a ella la matan. Aquí no son tiernos con nosotros.
• En los almacenes hay aperos ligeros que no entiendo. Me dijeron que eran para los viñadores. No entiendo.
• Son los yugos y los aperos para los que trabajamos en los andenes de viñas. Son muy angostos y no entran animales. Nosotros tenemos que hacer de bueyes. El arado es pequeño, pero un día de arado hace perder las fuerzas al más fuerte. Además si el que te conduce te trata mal o te clava la picana resulta terrible.
• Yo preferiría morir.
• También nosotros, pero aquí no se muere dulcemente cuando uno se rebela.
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Era un placer para el viejo caminar por las espesas y mullidas alfombras y los lustrosos pisos de madera con sus curtidos pies descalzos después de la pedregosa y helada tierra del exterior. Poder disfrutar del lujo que le rodeaba le recordaba los años de su juventud, con sus comodidades. Ahora ser una especie de privilegiado frente al desamparo de los otros esclavos le humillaba. E l, desde hacía innúmeros años, había tratado voluntariamente de ser uno más de los “condenados de la tierra” y esto era la causa que hubiese aceptado la esclavitud con todos ellos sin arrepentirse. Pero ahora su misma condición de esclavo no le permitía escoger sus actividades. Su condición de bufón – consejero que se le había adjudicado tampoco le proporcionaba grandes diferencias con sus compañeros aparte de circular con facilidad dentro y fuera de la mansión (pensaba que lo querían utilizar como espía ingenuo), comida semejante a la de los amos. Por lo demás, tenía que dormir en el cepo o si el amo le exigía que se quedase hasta después del “toque de queda” dormir encadenado de pies y manos a las argollas del piso en los corredores, dispuestas para los esclavos que se deseaba tener a mano. Aquellos largos años durmiendo junto a su compañera eran en su mente tan fantásticos como les resultaban a los jóvenes esclavos que jamás habían conocido semejante placer.
Este pensamiento le llevo a la corta conversación con Olivia de hacía poco rato. A la mayoría de los esclavos les fascinaba que les contase como era el mundo hacía treinta años atrás. Sin embargo igualmente sabía que la mayoría creían que eran delirios de alguien muy anciano. Para sus jóvenes compañeros era i cosas increibles como el hecho de disfrutar de un cuerpo terso, sin múltiples cicatrices o heridas por los malos tratos, ni que esas heridas fueran cuidadas y curadas delicadamente. La verdad se que ellos mismos se consideraban como objetos. La mayoría pensaban que era justo que se les castigase si violaban las reglas. La despersonalización había cundido tanto como en su tiempo el personalismo maniático. Precisamente este había facilitado enormemente la recreación de la esclavitud. Se había perdido la solidaridad y fue fácil para los Amos destruir los últimos vínculos sociales. Todos, cuando sabían que sus vecinos o amigos habían sido secuestrados, pensaban siempre que a ellos no les llegaría aquello y muchos trataban de apoderarse gozosamente de los miserables bienes dejados por los secuestrados.
El viejo temía una rebelión de algunos como Olivia, porque sospechaba que sería un sangriento fracaso. Su experiencia le hacía pensar que la mayoría no buscaban una libertad que nunca habían conocido, sino una existencia ligeramente menos oprimida y dolorosa, poder gozar de cosas sencillas sin ser castigados. No pensaba que nadie soñase, ni remotamente, en ocupar un día el papel de los Amos.
Es cierto que nunca había llegado a comprender la dura crueldad con que en esta nueva fase mundial de la esclavitud, los esclavos eran tan universalmente tratados, que iba más allá de lo que comúnmente se había estilado, aparte de casos particulares, en la antigüedad, según lo que él estudió. Pensaba que este trato moderno, incluso era anti económico. Desgastaba brutalmente a los esclavos. Quizá la abundancia de ellos o la novedad de la nueva institución podría ser la causa. Era posible que los nuevos Amos, inseguros por sus continuas luchas entre ellos, derivasen sus miedos hacía su mano de obra. Otra de sus hipótesis era el hecho que todos los amos, casi sin excepción, provenían de los estratos que años atrás se denominaban “lumpen”, gentes socialmente despreciadas y que por tanto, aun siendo ahora dominantes, tenían un odio especial a sus esclavos procedente originalmente de estratos más favorecidos. Esto solamente podía explicar las medidas drásticas que casi enseguida se generalizaron en aquellos treinta años. Se preguntaba:
¿Por qué se decretó que los esclavos no tenían derecho a ningún tipo de vestido o calzado? Cosa que se decretó casi inmediatamente. El resultado fue que causó grandes mortandades. El primer invierno la población de esclavos se diezmó. Los Amos se mostraron indiferentes. Quizá hasta satisfechos. Se libraban de los débiles e inútiles. Los siguientes veranos con la altísima radiación ultravioleta los cuerpos se llagaban, pero Los Amos fueron indiferentes. Se preguntaba como él mismo pudo sobrevivir y lo atribuía a su anterior gusto por la vida natural, aunque no estaba muy seguro que ello fuera así.
En ocasiones, escuchó, en conversaciones entre los Amos, cosas que le proporcionaron algunas claves de comprensión.
Afirmaban que la desnudez total implicaba su seguridad, porque no se podía ocultar ningún género de armas. Era un considerable ahorro económico. Sembrar los alrededores de los dominios de todo tipo de cosas hirientes (más tarde incluidas las víboras) era una defensa eficaz para aquellos que tratasen infiltrarse en las propiedades, las escopetas cargadas con sal eran muy eficaces para escarmentar a personas desnudas, sin necesidad de tenerlas que abatir…
Los amos parecían dotados de un sentido práctico más que intelectual. Sus medidas de autodefensa no estaban fundadas en complicados estudios intelectuales sino en una intuición que desconocía todo sentido moral tal como había sido hipócritamente predicado en la formación de las clases burguesas.
El abuelo se reía para sí mismo cuando pensaba en estas cosas comparadas con lo que habían predicado los marxistas sobre la bondad innata del proletariado. A los esclavo,s no solamente se les había condenado a la perpetua desnudez física, sino a un desposeimiento total de cualquier cosa, aunque fuese una piedrecilla. Eso no solamente les despersonalizaba, les conducía a un sentimiento de indefensión completa. Ni siquiera podían disponer de su cuerpo para el goce o el dolor. Ambas cosas las dispensaba el Amo, sin ninguna regla fija, solamente según su voluntad y placer.
Nadie podía aparearse con otro si el Amo no lo ordenaba. Para ello estaba el candado en las mujeres desde su más temprana edad y el artilugio peneal de los hombres que les impedía toda eyaculación normal, aparte de la corriente castración.
Al viejo le habría gustado conocer un poco más de las condiciones de vida de los esclavos ciudadanos, pero ya hacía muchos años que estaba confinado en el ergástulo agrícola. Por lo que había sabido en la vida ciudadana los esclavos domésticos tenían casi las mismas limitaciones que ellos. Los esclavos a los que irónicamente denominaban proletarios sus condiciones de vida y trabajo en fábricas, minas, pesca…eran aun más duras que en el ergástulo, donde al menos se disfrutaba de condiciones naturales de vida.
Sospechaba el anciano que las ahora las clases dirigentes habían llegado a la misma concepción práctica de los viejos romanos de que los esclavos “eran seres sin alma”. Concepción muy útil para eliminar todo remordimiento en el trato con aquellas máquinas vivientes dedicadas al mantenimiento de la economía. Los esclavos eran máquinas a las que había que proporcionar combustible de buena clase para mantener su rendimiento. Cuando no funcionaban bien, se eliminaban porque eran abundantes y baratos.
Su mismo nivel ligeramente diferente en el ergástulo no se debía a su avanzada edad, sino a la dificultad de reemplazar a alguien que aun poseía archivos de conocimientos del pasado.
Había sabido que se preparaba unas grandes festividades, orgías se llamaban en su tiempo, y se estaban dando órdenes a las “manos”. El abuelo estaba un poco asustado. Había escuchado en conversaciones entre los jóvenes amos y “manos” que eligiesen esclavas y esclavos que tuviesen menos rendimiento en la producción. Eso significaba nada bueno para aquellas pobres personas posibles juguetes de la sevicia de los Amos .
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TODO COMENZÓ un día, en apariencia, como otro cualquiera en medio de aquel nuevo mundo de catástrofes naturales en que repentinamente, poco a poco, nos habíamos visto sumergidos. Un terremoto en nuestro país era una cosa que sucedía en alguna parte cada número de años, Los temblores eran frecuentes y la mayor parte solamente lo captaban los sismógrafos. Los terremotos destruían viviendas, hacían un número de muertos no muy grande. A veces, los terremotos producían maremotos en nuestras costas asolándolas completamente. Así el gran terremoto no pareció sino una nueva embestida de las placas tectónicas sobre nuestro territorio. A nadie se le ocurrió lo que más tarde fue una evidencia. Era una nueva modificación de nuestra cordillera debido a una presión de la placa de Nazca. Las causas de ello no se pudieron verificar z causa dela desorganización que siguió no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo. Los terremotos que superaban los límites antes conocidos se hacían frecuentes en todas partes. Las placas tectónicas parecían locas. Los volcanes, aun los extinguidos miles de años entraban en frecuentes erupciones. Poco antes estábamos saliendo de una crisis económica mundial importante, pero los fenómenos telúricos parecían conducirnos ineludiblemente hacía el desastre total de la economía mundial.
Las comunicaciones de todo tipo se hicieron aleatorias, inciertas. Los Gobiernos sobrepasados no alcanzaban a reparar los servicios primarios de las poblaciones cuando todo era destruido de nuevo. Así que acababan desmoronándose y los países, uno tras otro iban cayendo en la anarquía. Nunca se pudo calcular antes que esos Gobiernos en desgracia serían reemplazados por los señores de la droga. Algunos de estos, en diversos países, hacía tiempo que eran casi gobiernos paralelos, imponiendo su ley férrea y personal. Poco a poco, aun los hasta entonces más insignificantes señores de la drogas empezaron a apoderarse del poder, tenían la organización y las armas. Rápidamente advirtieron dos cosas: las gentes desposeídas encontraban solamente un escape en la droga; la economía tradicional había fracasado absolutamente, por tanto la nueva economía no sería monetaria. Lo restos de civilización técnica se mantendrían para su propia elite solamente mediante el trabajo gratuito forzado, es decir, la esclavitud. Alimento únicamente a cambio de obediencia y producción. Ellos tenían las armas y las gentes sin escrúpulos para realizarlo y lentamente, sin siquiera organizarse entre los grupos, que nunca pudieron superar su rivalidad básica, empezaron a allegar gentes que realizasen su nueva concepción de vida. Había una premisa intuitiva básica, quien no se adaptaba, física, sicológica o moralmente tenía que morir.
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Habíamos conseguido hacer algo habitable las ruinas de nuestra casa cuando ellos llegaron jeeps. Venían armados poderosamente. Pensamos que venían a traernos algún auxilio de víveres. Se desplegaron como si viniesen a asaltar una posición de guerra. Parecían maneras aprendidas de las películas. Casi ridículos frente a una casa desmoronada y un par de gentes desvalidas. Violentamente se apoderaron de nosotros, nos amarraron con alambre las manos a la espalda. Uno sacó un corvo. Esperé que nos degollase. Nos cortó y arrancó toda la ropa, que en girones tiraba al piso entre las risas y burlas obscenas de los demás. Ni una palabra o explicación. A patadas arrancó de nuestros pies el calzado. Un golpe en las corvas, ya completamente desnudos, nos hizo caer en tierra donde otro amarró con alambre nuestros tobillos.Uno, pateando lo que fueron nuestras ropas, dijo ferozmente:
• Ya no usareis más esos nidos de piojos.
Creo que ella y yo pensamos lo mismo. Era nuestra sentencia de muerte. Nos equivocamos. No era nuestra muerte física, sino civil. Era la declaración que solamente éramos mercancía. Entre dos nos tomaron y nos arrojaron en una camioneta. Caímos, nos dimos cuenta, sobre otros cuerpos desnudos atados como paquetes. Algunos eran nuestros vecinos. Enseguida pegaron fuego a los restos de nuestra vivienda y partimos. Yo susurré a mi compañera arrojada junto a mí:
• Los nazis llevaban así las gentes al matadero.
Ella estaba tan traumatizada como el resto de las personas sobre las que yacíamos y respiraban dificultosamente por la posición en que estábamos como sacos de carga.
Me encontraba desorientado. Pasamos pronto por diferentes controles. Llegamos a la ciudad más próxima. No era difícil darse cuenta por el tiempo transcurrido. Llegamos. Empezaron a descargarnos colocándonos en el piso boca arriba. Era un barrio, muy modesto. Donde alcanzaba a ver había casas en ruinas. Nos empezaron a cortar con alicates nuestras ataduras de alambre. Algunas mujeres astrosas se acercaron para que nos ayudándonos a llegar a unos cercados. Fue la última vez que vería a mi compañera. Había gentes a nuestro alrededor que se reían de nuestros cuerpos entumecidos y desnudos. Algunos opinaban burlonamente respecto a lo que consideraban algún atractivo sexual. Nos dejaron descansar y masajear nuestros cuerpos doloridos. Antes de la noche nos repartieron abundantes raciones militares, lo que nos hizo comprender que el ejército debía estar disuelto. Solamente había milicianos con armas dispares y vestimenta heterogénea.
Después de las largas semanas auto racionado con nuestros escasos víveres de recolección aquello era un banquete inaudito.
Cayó la noche. La gente se retiró y solamente quedaron unos milicianos custodiando los cercados de prisioneros. Bajó la temperatura. Instintiva y vergonzosamente fuimos amontonando nuestros cuerpos desnudos en un reflejo de sobrevivencia animal.
En la mañana descubrimos que habían muerto dos de nosotros. ¿Les había fallado el corazón? ¿El estrés había acabado con ellos? En el vecino recinto de mujeres se veían muchas aparentemente inánimes.
Se nos repartieron nuevas raciones advirtiéndonos que no tendríamos nada más hasta la noche. Tuve la prudencia de guardar la mitad de ellas.
Tan pronto como juzgaron que habíamos comido nos fueron separando en grupos de cuatro. Trajeron largas cañerías que colocaron sobre nuestros hombros amarrándolas al cuello con el consabido alambre de atar fardos. Detrás de nuestra cabeza ataron las manos echadas hacía atrás y como precaución última los codos. Era exactamente igual que en las películas se trasladaba a los esclavos con la sola diferencia que íbamos sujetos a gruesas cañerías de plástico azul. Con las mujeres hicieron exactamente igual sin respeto alguno por edad, ni siquiera embarazo. Tan pronto como las numerosas traíllas estuvieron listas nos pusieron en camino. Salimos de la derruida población por caminos secundarios terriblemente destrozados debido a los frecuentes sismos. Caminamos muchas horas sin saber donde poníamos los pies, recibiendo golpes o latigazos, según quien nos azuzaba. Solo nos deteníamos cuando ya alguien no podía caminar más. Lo desamarraban y lo dejaban a un lado del camino.
Siempre me he preguntado si estos traslados agotadores era una forma de comprobar quienes éramos los más resistentes. Posiblemente era eso, aunque indudablemente ninguno de los jovenzuelos que nos custodiaban había sabido nada de las “marchas de la muerte” rusas, nazis o camboyanas.
Fueron tres días de caminata desde la mañana hasta la noche sin descanso, comida ni bebida. Solamente a los sobrevivientes nos desataban en la noche y nos alimentaban. Orinábamos y defecábamos caminando. Así llegamos a un pueblo que no pude reconocer. Era una población como bombardeada. La gente nos recibió con risas e insultos viéndonos cubiertos con el polvo del camino pegado a nuestros cuerpos.
De los diez y seis hombres y otras tantas mujeres llegamos veintiocho vivos, con los pies llagados y sangrantes. El cuerpo no solamente sucio sino lleno de contusiones que vimos cuando nos manguearon prolijamente los bomberos del lugar.
Si todavía no teníamos claro nuestro destino, lo supimos de inmediato. Después de un descanso necesario a nuestro agotamiento se nos informó que en adelante teníamos que dedicarnos a la limpieza de los escombros. Las grandes maquinarias no se podían utilizar por la escasez de combustible. Seríamos recompensados o castigados por medio de la alimentación. El que mejor trabajase comería mejor.
Fue una terrible experiencia en que vivimos sumidos en los escombros, respirando el polvo del adobe molido que se pegaba a nuestros cuerpos con la transpiración. Nos custodiaban dos milicianos armados, que vigilaban escasamente. Solamente niños o mujeres, los varones eran muy escasos en el pueblo. Nuestros guardianes nos trataban según su humor y no sé por qué pensaban que todos éramos burgueses. Algunos de nosotros trataron de huir. Esto me pareció siempre descabellado, porque desnudos y sin alimento nadie llegaría muy lejos. Los que lo intentaron, tanto hombres como mujeres solamente lograron ser encadenados y tener que trabajar de esa manera que era un suplicio suplementario.
Únicamente la comida era abundante y comestible. Los Narcos, gente del pueblo, sabían muy bien que el alimento era el combustible que nos mantendría trabajando y que al menos remotamente, nos proporcionaría una cierta tranquilidad. Lo que ignorábamos es que también colocaban droga en nuestros alimentos. Era otra forma, según ellos, de mantenernos activos y dependientes. Sin embargo les parecía inútil hacernos curar de nuestras heridas o accidentes. Sabían que los débiles no resistirían y que siempre tenían abundantes reemplazos.
Traumatizados por nuestro brusco cambio de situación, por el trabajo continuo, y por el esfuerzo ciego de sobrevivir después de unas cuantos intentos de fuga inútiles y su agobiante resultado a causa de el encadenamiento, la rebelión era un mito en que nadie pensaba. Los violentos y continuos sismos, el acarreo y limpieza de escombros, la disminución de los malos tratos adicionales de los primeros días nos mantenían sumisos. Estábamos en un pequeño poblado ignorando completamente lo que había sucedido en el resto del país, por más que sospechásemos que algo semejante había sucedido en todas partes. Una especie de feudalización liderada por aquellos que la sociedad hasta entonces había considerado asociales y lumpen. Una parte de la población había sido sin duda, como nosotros, reducidos a una nueva esclavitud. Las gentes que nos rodeaban, los ciudadanos en apariencia libres, se veían con toda claridad que dependían absolutamente del líder tradicional
Aparte del régimen brutal al que se nos había sometido y algunos maltratos ocasionales de nuestros vigilantes nada sucedía. La tragedia de las ejecuciones se dio de una manera casi banal.
Uno de nuestros compañeros exasperado por un maltrato, golpeó a uno de los jovenzuelos que nos vigilaban con el aro de fierro su muñeca y lo desnucó cayendo muerto. Entre todos conseguimos librarlo de sus cadenas y huyó. Solamente días después lo trajeron. Una persona vestida aun muy maltratada no es tan impresionante como un cuerpo desnudo. Era una masa tumefacta y sangrante caminando. Lo arrojaron delante de nosotros y por primera vez conocimos de cerca al Amo. No sabíamos que habitaba una de las pobres viviendas cercanas. No dijo nada. Dio un par de vueltas alrededor del hombre tirado en el polvo. Luego con voz tranquila dijo:
• Llévenlo a la cancha, le cortan los huevos y lo cuelgan para que todos vean como muere un asesino.
Nos arrearon hasta la cancha donde jugaban futbol. Levantaron una viga en el piso y clavaron al desgraciado con múltiples clavos en ella porque los clavos eran de cabeza pequeña de los que se usan en las construcciones. Le emascularon y le metieron sus genitales en la boca. Murió rápidamente.
Fue el primer crucificado, no se si en la región o el país. En la actualidad la crucifixión es la pena capital destinada a nosotros los esclavos. Los “libres” son ejecutados con armas de fuego. Mundialmente, hoy ya lo sé, los esclavos son castigados, torturados y crucificados en público como ejemplo para toda la población. De nuevo a semejanza de la Edad Media las ejecuciones se han convertido en un espectáculo, no solo visual sino que también aparecen en la escasa televisión y en Internet. Tampoco no tienen la cruel y tosca simplicidad del primero que contemplé, sino que el sadismo y la información moderna han inspirado a los señores de la guerra.
Es un espectáculo corriente encontrar ejecutados agonizantes colgados en las entradas de las ciudades, antes de las barricadas y controles que las defienden o en la entrada de los ergástulos campesinos, mineros o industriales sin discriminación alguna de edad o sexo.
Esa noche de la primera crucifixión fue entre nosotros la reinvención del cepo. Medida que se extendería aun más rápido y que es un tormento largo y cruel. Volviendo de la ejecución de nuestro compañero al alero en que apretujados dormíamos, nuestros guardianes nos miraban con mucho recelo. De repente uno de ellos tomó un grueso poste y lo tendió frente a nuestros pies ordenando que colocásemos los tobillos sobre él. Con un pedazo de tiza hizo las marcas para cada pie. Buscó una motosierra y se dedicó a hacer muescas profundas en forma de V. Volvió a colocar el leño frente a nosotros y nos ordenó que colocásemos los tobillos en cada muesca. Con ayuda de un compañero colocó otra viga sobre la primera aprisionando nuestros pies y la clavó. Satisfecho de su ingenio mostró su inventó a todos sus compañeros que se apresuraron a imitarle. El sistema efectivo para ellos fue terrible para nosotros. Las muescas en V nos atormentaron toda la noche aparte de la inmovilidad y el frio al no poder calentarnos unos con otros.
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Jamás, decía el viejo, me acostumbré a cualquier tipo de cepo. Asegura que cincuenta años más tarde cree que son la peor tortura para un esclavo y la mayor seguridad para el Amo y sus servidores. Los cepos se han hecho más eficaces, a veces terriblemente crueles al implicar también la sujeción de las manos. Se han inventado cepos llamados de castigo en los que el esclavo es mantenido hasta su muerte., los llamados cepos de hierro.
Cada vez que el viejo tenía que relacionarse con la esclava Olivia, sentía un desasosiego especial. Intuía que aquella joven muchacha estaba inmersa en el peligroso camino de la rebeldía organizada. Por sus contactos en Internet y conversaciones de los Amos tomadas aquí y allá, sabía que las rebeliones en los enclaves eran cada vez más frecuentes. De ordinario eran intentos fracasados, siempre terminados con ejecuciones de los cabecillas y sospechosos. Los amos se estaban endureciendo cada vez más al sentirse amenazados. Tanto, que habían disminuido mucho los ajustes periódicos de cuentas que tenían entre ellos por el dominio de los mercados de la droga, Antes esos mercados crecían por las persecuciones gubernamentales, ahora por el continuo consumo debido a la situación catastrófica que tenían que soportar las gentes, universalmente dependientes de las más variadas drogas. Estas además, eran la forma de pago usual porque la moneda había perdido su valor y los pagos se hacían en droga o alimentos. Los grandes centros de producción de alimentos estaban en manos de los narco ya que ellos manejaban la totalidad de la mano de obra esclava.
Pero ¿por qué el abuelo se sentía tan traumatizado frente a aquella joven esclava? Solamente el verla le recordaba un incidente, que le marcó profundamente, ocurrido muchos años antes en el principio de su esclavitud.
Fue cuando aun estaban dedicados a la remoción de los escombros en un pequeño villorrio. El Narco del lugar, tomó a una de las mujeres secuestradas posiblemente de origen burgués alto, y la utilizaba para ofrecérsela a sus hombres como premio especial. Esta prostitución brutal generó en la mujer un odio que no ocultaba. Nadie la tomó en serio, ni siquiera sus compañeros de esclavitud. En una ausencia del Amo tomó a los cuatro hijos de este, todos pequeños, los arrojó a un pozo y los enterró en escombros. La búsqueda de los desaparecidos fue larga y desesperada, hasta que sospechando de ella y ferozmente torturada, confesó donde estaban.
En el mismo funeral de los niños ella, ya un guiñapo humano, fue crucificada. El abuelo había admirado su entereza y resistencia en la tortura pública, pero jamás había podido olvidar cuando dejaron caer la cruz en el hoyo dispuesto y la estaca penetró violentamente en su cuerpo. El grito prolongado era un rugido de dolor animal inextinguible, que cuando lo recordaba, empezaba a transpirar violentamente. Ni antes, ni después había escuchado algo semejante que expresaba, según él decía, el máximo dolor animal y humano que alguien puede experimentar.
¿Por qué relacionaba esa lejana terrible experiencia con esta joven bella de aspecto inocente y siempre con su cuerpo marcado por algún reciente latigazo?
El viejo no lo sabía. Solamente intuía que allí en el ergástulo se estaba fraguando algo más grande que en otras partes y que ella, de alguna manera, estaba implicada. Se decía a sí mismo que él ya estaba muy cercano a su muerte. Era inconmensurablemente viejo. Todos sus coetáneos habían muerto hacía tanto tiempo que no podía calcularlo. El mismo tendría que ser una especie de momia caminante y, sin embargo, aparecía como un anciano vigoroso. Posiblemente las intemperies, los malos tratos, la esclavitud por un prodigio de alquimia lo habían curtido.
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El anciano pensaba en ocasiones que treinta años antes ver arrodillada a una persona completamente desnuda frente a un computador, siendo ya tan vieja, habría sido un espectáculo grotesco e inimaginable. Pero él se encontraba en esa situación manejando uno de los que solamente poseían los Amos. Por lo demás, concesión muy particular debido a su calidad de bufón-consejero. Había tenido que aprender mucho en el manejo de aquella maravilla técnica que tenía ante sí porque comparada con los computadores de su época aquellos eran meros juguetes. Sus jóvenes Amos le exigían que colocase en largas crónicas todos sus recuerdos y experiencias. Extraño capricho de personas completamente inmersas en el placer y la droga.
El viejo estaba contento de aquel privilegio único. A su edad el terrible esfuerzo que tenía que hacer para concentrarse lo consideraba como la gimnasia mental que le permitía permanecer aun lúcido.
Todo era, se decía, muy extraño en el mundo que le había tocado vivir. En grandes aspectos de la vida se había retrocedido a momentos muy primitivos del ser humano. Viendo a esclavos desnudos, trabajando con útiles manuales antiguos. La Mansión y todos los enclaves como ella no sólo habían mantenido los adelantos modernos, sino que los habían perfeccionado. Bastaba con ver a la entrada del dominio las mortíferas armas de los guardias y sus medios de inspección y comunicación.
Además el manejo del computador y sus incursiones en lo que antes se llamaba Internet, le permitían hacerse una vaga idea de lo que ahora era el nuevo mundo afuera del ergástulo con sus escasas y drásticas leyes. Había podido, clandestina y peligrosamente, penetrar en la información que los Amos compartían con el computador. En esta ocasión buscaba afanosamente descubrir lo que se proponían hacer con aquellos esclavos del ergástulo que habían ordenado seleccionar. Era claro que los iban a utilizar en su gran orgía que estaban preparando. Lo que no era claro para el viejo angustiado, que destino les tenían preparado. La única pista que tenía era averiguar los sitios virtuales que los jóvenes Amos habían examinado recientemente. Se sintió muy angustiado cuando empezó a descubrir que parecía habían estado nutriendo su sadismo habitual investigando formas tradicionales y modernas de tortura y ejecuciones. Por ejemplo, todas las formas de crucifixión y tortura en la cruz
El viejo lamentaba no tener la posibilidad de conversar con los Amos. Habría podido sonsacarles hábilmente algo de sus horribles intenciones. Aun para él, que gozaba de una situación inimaginable en otro esclavo, regía el hecho que un esclavo no podía dirigir nunca la palabra a un Amo si este no le preguntaba algo o le ordenaba hablar sobre algo. El mismo había recibido múltiples violentas bofetadas y aun las recibía de vez en cuando, al olvidar dicha regla. Una bofetada nunca era suave y las más de las veces le dejaban sangrando la boca o la nariz. Un amo violento a su antojo podía darle una patada en los testículos que le doblaría en dos de dolor.
Era cierto que aquella información que aparecía en Internet, sobre todo la más antigua, era teatral, pero las filmaciones modernas de ejecuciones eran reales y públicas, verificadas para producir un terrorismo eficaz en las masas de los esclavos.
A través de los años los amos habían fortificado y ampliado su derecho de vida y muerte sobre la población sometida. Esto se dio, recordaba el viejo, desde los primeros días de su secuestro. Con el transcurso de los años se fortificó de tal manera que un esclavo podía ser castigado o muerto por el solo divertimiento de su amo si se mostraba insumiso o rebelde.
Los Amos eran un grupo muy reducido ¿cómo podían mover las masas de esclavos e imponerles el continuo régimen del terror? Se daba cuenta que en todos aquellos años se había estratificado socialmente, lo que siempre había existido, pero ahora era muy claro. Los amos actuaban por medio de sus “ejecutores” que no eran sino lo que en la vieja sociedad romana se denominaba “libertos”. Todos eran esclavos por nacimiento o por mentalidad se consideraban a si mismos tales. Su fidelidad perruna a los Amos provenía de dos fuentes principales: los beneficios de que gozaban, que no eran pocos si se consideraban respecto a la vida de un esclavo, pero que en el fondo eran los corrientes que recordaba el abuelo de un ciudadano de los tiempos antiguos. Beneficio de bienes, una vivienda particular, derecho a escoger pareja y tener junto a si a los hijos, alimento abundante y sobre todo poder ejercer poder sobre los esclavos. Un poder subsidiario puesto que solamente lo podía ejercerlo bajo la orden de los amos y el régimen de costumbres instituido. Además ellos, al arbitrio de los Amos, podían ser despojados de todo y reducidos a la esclavitud. Ese continuo temor, esa desconfianza absoluta hacía sus compañeros de rango era la base omnipotente del Poder de los Amos.
Entre los Ejecutores existían pequeños rangos que no eran jerárquicos sino de simple poder delegado. El viejo los denominaba para sí mismo los Verdugos o las “manos”. Eran quienes rodeaban a los Amos como su guardia personal, que mantenían el orden y el castigo de todos aquellos que no fueran los Amos. Este grupo pequeño se creían los detentores del Poder de los Amos, eran como las antiguas policías, con la diferencia que no eran sino simples ejecutores. Este rasgo y el hecho de haber sido extraídos del rango de los esclavos los hacía extremamente brutales y sin piedad. El abuelo pensaba que eran escogidos entre seres que carecían fundamentalmente de emociones. En los viejos tiempos se les denominaba sicópatas.
Los Verdugos tomaban las decisiones del castigo ordinario según sus propias determinaciones, solamente en los casos particulares de castigo especial seguían las instrucciones de los Amos. Una orden de castigo implicaba un castigo sin límites. Si un Amo mandaba:
• ¡Azótalo!
Eso significaba una flagelación a muerte, no el tipo de castigo ordinario que el verdugo aplicaría a su gusto y discreción. Una orden a un verdugo significaba la ejecución sin atenuantes y sin límites.
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• Olivia siempre he pensado que eres una esclava estúpida. Esta vez te has hecho azotar de la peor manera. Tienes heridas feas ¿Por qué rechazar a un Amo joven? Eres tan tonta que no sabes acaso que de todas formas gozará de ti de mala manera y que encima te hará castigar.¿Esa es la razón por la que tú me castigas ahora apretando tanto las cuñas de mis pies y muñecas en el cepo?
• Lo hago para salvarte de ti misma. Sé muy bien que un día huirás y nada te salvará de la cruz y el palo.
• Prefiero terminar de esa manea que concibiendo un hijo del Amo, que me lo saquen del vientre y lo arrojen a la basura como se hace siempre.
• Los amos no quieren hijos de las esclavas. He oído que en algunas partes los conservan, pero no lo creo. Si te tranquilizas yo no apretaré en las noches tanto las cuñas del cepo.
• Me ofreces un gran consuelo. Una herida más o menos poco me importa.
• El abuelo dice también que antiguamente curaban las heridas a los esclavos. Eso nunca ocurre. Tus heridas esta vez son malas. Si te viene la infección puedes morir. Solamente te puedo dar un consejo. Acércate con disimulo a la herrería y pide que te las quemen con un fierro al rojo. Eres valiente y así te salvarás. Yo lo hice una vez.
• ¿Te castigaron por lo mismo que a mí?
• Nunca te lo diré.
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• Me pregunto Olivia como puedes soportar ser azotada con tanta frecuencia. Apenas se han cerrado tus heridas cuando ya apareces con otras peores.
• ¿Usted, abuelo nunca ha sido azotado?
• A mí me hicieron esclavo cuando ya tenía bastante edad. Uno es astuto y trata de no ser herido de gravedad si puede.
• Yo, abuelo, soy una guerrera y debo acostumbrarme al dolor, eso es lo que piensan todos los que son como yo. El odio y la rabia me dan fuerza para soportarlo.
• Tú con esas ideas sabes que corres el riesgo de cosas peores que el látigo.
• Lo sé, abuelo.
• ¿qué sientes cuando eres azotada con tanta crueldad?
• Cuando los amos me violan siento tanta rabia que no temo a nada. Tampoco comprendo como muchas de mis compañeras se someten tan fácilmente. Incluso lo desean. En cuanto el Amo quita el candado que cierra mi vagina me convierto en una fiera asesina. Cierto cuando pasado todo el verdugo me cuelga para azotar siento miedo. Tanto que me orino y cago. Eso les divierte y me insultan. Si el que pega es inexperto solamente los primeros golpes son los peores. Después no se sienten mucho. Los verdugos malos lo toman con calma y van pegando donde siempre duele. Quizá un día uno de esos Amos jóvenes con los que convives abuelo, te haga azotar para divertirse. No creo que tan viejo lo resistas. Morirás bajo el látigo.
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La mente del anciano repetía obsesivamente en aquellos momentos de desgarrador sufrimiento:
¡Quiero morir! ¡Quiero morir! ¡Quiero morir!...
La muerte no parecía llegar nunca a su cuerpo desgarrado, mutilado y descoyuntado. Le habían azotado con ferocidad, mutilado y ahora en la estaqueadura distendido hasta que las coyunturas de su viejo cuerpo fueron dislocadas.
Durante años había desafiado astutamente a los Amos tanto que creyeron tenerle a su servicio y serles fiel. Ahora descubrieron rabiosos su impostura cuando en su inquietud por salvar a sus compañeros de esclavitud elegidos para aquella bárbara orgia ritual de los Amos osó intervenir un secreto que pensaban bien guardado.
El viejo en aquellos momentos de agonía no tenía el consuelo del triunfo. Sospechaba en sus momentos de inconsciencia durante la tortura haber murmurado nombres y lugares…
Su próxima y elaborada ejecución ya no significaba nada para él, sino el temor de seguir traicionando a los suyos en sus delirios de dolor. Entre una nube de sangre veía los cuerpos de las víctimas que pasaban arrastrados sobre las piedras para llevarlas al lugar del suplicio final. Cuerpos ensangrentados y dislocados que enseguida penderían de las cruces.
Cuando el joven amo triunfante le anunciaba que ya estaba listo y que pronto en la cruz le insertarían el terrible berbiquí que en cada vuelta iría desgarrando lentamente sus órganos internos le escuchaba como en una niebla lejana y no conseguían esas palabras aumentar su miedo y angustia que parecían habían llegado al fondo de su ser. Ya nada le importaba, ni siquiera que el jovenzuelo sádicamente le advirtiese que afortunadamente gracias a los modernos avances de la medicina ellos podían prolongar su agonía y la des sus compañeros casi indefinidamente.
• Los rebeldes y traidores como vosotros no merecéis compasión alguna. Ni siquiera las cruces más dolorosas son bastante duras para que espiéis vuestros crímenes. Morir como perros sería una bendición para vosotros. Nos hemos preocupado que vuestro ajusticiamiento sea conocido a través del mundo para que todos los esclavos sepan cual es el poder de nosotros los Amos.
Cuando por fin su cuerpo moribundo fue alzado y ensartado solo artículo aquel grito supremo del desesperado:
¡Quiero morir!
Quizá en aquel momento recibió la bendición de que su corazón dejase de latir.
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• Olivia, quizá el abuelo haya finalmente, muerto. Su muerte y la de todos nuestros hermanos será el comienzo de un
¡MUNDO SIN ESCLAVOS!
¡LO JURAMOS!
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