Wednesday, February 23, 2011






UN CUENTO REPETIDO

El rey Mitridates se cubría siempre la cabeza con una alta tiara.
El rey Mitridates tenía orejas de burro.
La condición de las orejas del rey era un secreto de Estado.
Solamente el peluquero real, conocía el secreto.
El viejo peluquero del rey un día murió.

Todos los ministros del rey empezaron a buscar a través de Persia un peluquero discreto, capas de guardar un secreto de Estado.
Finalmente creyeron haberle encontrado.

Solemnemente los Consejeros del reino se reunieron con el peluquero escogido.
• ¿eres discreto?
• Soy el más discreto de todos los peluqueros persas.
• Te vamos a confiar un secreto máximo del Estado.
• Acepto.
• Si nos traicionas serás ejecutado inmediatamente. No te haremos cortar la cabeza. Tu suerte será agonizar durante semanas en el tormento para finalmente ser empalado y crucificado.
• ¿Continuas en aceptar ser el peluquero del rey?
• Acepto.
Pasaron muchas semanas.
Solamente resonaba en la cabeza del peluquero el descubrimiento del gran secreto que le podía costar la vida en indescriptibles tormentos.
• ¡El rey tiene orejas de burro!
Sentía la terrible compulsión a comunicar a alguien aquel terrible secreto.
Su imaginación le representaba con viveza las torturas a que sería sometido por su traición y callaba.

Pasaron meses y años.
El peluquero se sentía enloquecer.
Un día tomó su mejor camello y se internó en el desierto.
Ningún lugar le parecía lo suficientemente alejado en la soledad infinita.
Por fin, decidió bajar de su montura.
Afanado, con las manos hizo un hoyo profundo en la base de una inmensa duna.
Metió su cabeza en el hoyo y gritó con todas sus fuerzas:
• ¡El rey Mitridates tiene orejas de burro!
Apresuradamente tapó el hoyo y por primera vez después de años pensó haberse liberado de su secreto.

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Algo parecido me está sucediendo a mí.
No poseo secretos de Estado ni estoy amenazado con sádicos castigos.
Cada día siento más la necesidad de comentar mis pobres secretos cotidianos.
Los ancianos nos sentimos cada vez más lejanos de quienes nos rodean. ¿Son ellos o somos nosotros?
Vamos guardando sentimientos, angustias, problemas.
Pensamos que las escasas personas que nos escuchan lo hacen con una mente distraída e indiferente, sin que ellos mismos adviertan que el anciano lúcido se da cuenta de ello.

Como en el cuento tengo algunos hoyos fugaces un poco más modernos tal como el PC en el que escribo mis cosas.
Otras veces el gran hoyo acogedor de Internet que me comunica con lejanos y aun ignotos amigos.

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Los antiguos cuentos encierran esquemas arquetípicos de tipo sicológico y socio-cultural.
Implican descripciones simbólicas de sucesos que se repiten en diversas modalidades pero siempre siguiendo las mismas pautas en el devenir humano.

En estos momentos la televisión presenta el viejo cuento “Hans und Gretel”.
Quizá la redacción medieval esté muy lejos de la comprensión y el gusto actual. Poco dicen las brujas antropófagas, la casa de mazapán, pero el hecho que denuncian es actual.
Anoche radio Nacional argentina daba la noticia de 34 personas reducidas a la más abyecta esclavitud en un predio rural argentino. Días antes en Méjico es descubierta una fábrica de botas de goma que funcionaba a base de un grupo de esclavos.
¿Cuántos esclavos auténticos tendrán los “narcos” en sus bohíos selváticos en los que se elabora la cocaína y otras drogas?
Todos ellos son las brujas devoradoras que atraen a inocente con grandes ofrecimientos para devorar su fuerza de trabajo.

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