SADO- MASOQUISMO II (y parafilias)
En blog anterior insinuaba que muchas de las parafilias que yo llamaría mejor conductas “para-culturales” podrían tener un origen socio-cultural del que la sociedad mayoritaria hipócritamente se lava las manos estigmatizándolas, siendo así que ella misma los genera y extiende. Ponía como ejemplo el caso del cristianismo con la exaltación de los suplicios de sus mártires y la autortura ascética de muchos de sus santos. ¿Se olvidará a S. Simón Estilita que permaneció cuarenta años sobre una columna? (¡cómo estaría de meada y cagada!). Por el momento no trato de insistir sobre este aspecto, sino sobre otro mucho más misterioso.
La Herencia del Pasado. ¿Serán las conductas para-culturales fósiles síquicos del pasado? Para muchos esta pregunta les parecerá tan exótica como la posibilidad de extraterrestres. Yo vengo estudiando el asunto de una posible herencia informática
De tendencias , llámenlas, si quieren, “arquetipos” ( pues en sus últimos días Jung declaró que esto era su famosa intuición).
Pongamos un ejemplo actual. No existirían los “kamikazes,” esas personas que se ciñen un cinturón de explosivos, si en su información genética no estuviese el arquetipo del Heroe, desarrollado en tiempos inmemoriales cuando un ser humano o un grupo se sacrificaban por salvar a la comunidad. Tampoco habría saltado la joven, hace años en medio de la cancha de fútbol para detener una feroz pelea (en Inglaterra), desnudándose, si no hubiese estado diluido en ella hechos similares del pasado. Todo ello se parece mucho al famoso instinto animal, instintos que también poseemos nosotros y que han sido borrados por la evolución humana y por la cultura. Solamente hace unos días aparece la noticia de una joven camboyana encontrada en la selva en la que se había perdido hacía 19 años. No hablaba, tenía cicatrices, estaba desnuda ¡pero había sobrevivido! ¿Cómo pudo hacerlo si no “recordando” formas primitivas de supervivencia?
Sin llegar a casos tan llamativos h e podido comprobar a través de mi larga vida que más allá de las discutibles inducciones de “vuelta al pasado” personas normales van más allá de los fenómenos conocidos en psicología como “deja vu” Por ejemplo personas con gustos incomprensibles par su medio como la vida de los primitivos. Más tarde investigados (nada lo hacía suponer) se conoció que sus abuelos todavía andaban desnudos y cazando con cerbatana en Indonesia. Antes ellos nunca lo supieron solamente sentían la atracción de vivir así. Eran hijo de una gran urbe y nacidos en cuna de oro.
Las parafilias que los especialistas las consideran perversiones en bloque, debido a que muchas veces son ignorantes en sociología y culturas comparadas, deberían tener en cuenta que en muchas culturas esas perversiones eran practicadas corrientemente e, incluso, tenidas como religiosas.. Por ejemplo, las prostitutas sagradas de los templos.
Pero existe otra razón para que estas tendencias para-culturales sean condenadas: el moralismo creado por las religiones de nuestra cultura dominante. Ellas han sido las primeras en condenar como perversiones aquellas normas que no se ajustaban a los criterios moralistas de “su clase dominante” En ocasiones porque pertenecían a una minoría..Por tanto para erradicarlas tenían que ordenarse por una entidad divina. Así recordemos que los homosexuales debían morir apedreados según la Biblia (aun se hace en Irán, según el Corán), pero igualmente se condena el perjurio porque era la protesta de un cheque, en la época, hiriendo gravemente no a Dios sino a los bolsillos de los poderosos….
Vistas desde mi fría concepción de filósofo las parafilias tendrían que ser estudiadas antropológicamente y no con criterios culturales, médicos o moralistas.
Las parafilias, como todo acto humano, deben ser consideradas en su génesis probable, su desarrollo, su actualidad y su impacto social positivo o negativo, es decir si dañan a otro ser humano o a si mismos. En el segundo caso se trata de un problema personal que estriba en la libertad personal, porque es evidente que cuando una parafilia daña a otro ser humano diferente de quien la tiene, la comunidad debe intervenir según los usos culturales propios. De ella y su época.
Se podría pensar que, si estos comportamientos para-culturales son como una especie de fósiles síquicos, serian “naturales”. Si, pienso que pueden ser tan naturales como nacer con labio leporino, bizco, o con un brazo más corto. Esa sería la razón para que los consideremos una forma de “alteridad” respetable, mientras no dañen a nadie o solamente a quien la tiene, de la misma manera que no tenemos derecho a normalizar a la fuerza con el resto a aquellos que tiene un defecto físico, si no lo desean ellos mismos. Así una masoquista que se hace azotar para obtener un goce sexual, tendrá que afrontar los posteriores verdugones o heridas de su cuerpo. Es un problema de su libertad, en cambio un sádico no tiene derecho a torturar a nadie (persona o animal) porque esto implica un daño social.
°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°
Engels partiendo de los conocimientos de su tiempo fundamenta muchas de sus teorías en lo que denominó la “promiscuidad primitiva”. Esta idea que fue muy combatida y que ciertamente tiene reparos respecto a como él la aplicó, toma importancia en la actualidad en que cada vez “atisbamos” con los últimos descubrimientos paleontológicos la enorme antigüedad de la especie humana., Esa promiscuidad primitiva, no implica un concepto peyorativo en si mismo. Es sencillamente un concepto evolutivo que en su tiempo y espacio fue natural y necesario. Las especies, compuestas de seres vivos, (como ellos), nacen crecen, se desarrollan y mueren. Esto los “idealistas” religiosos no lo pueden soportar. Piensan que se trata de algo humillante para el ser humano creado por un ser transpersonal “que lo hizo a su imagen y semejanza” Son esos mismos idealistas lo que inventaron la teoría del “desarrollo humano”, sin advertir que el desarrollo que ellos postulan nació precisamente de la negación de sus principios religiosos.
En consecuencia de lo anterior, los seres humanos ¡seres divinos! nos pervertimos porque es más fácil afirmar esta tesis (no humilde hipótesis) para su orgullo, aunque para ello, hayan tenido que contradecir la observación de las especies vivas que nos rodean.
Es bastante posible que muchas de estas tendencias “para- normales”, tengan origen y sean restos fósiles, (antropológicamente hablando) de esas épocas de los ORÍGENES o promiscuidad primitiva.
Todo lo que señalo no es siquiera una hipótesis, sino un DEDO que señala hacía una dirección a investigar. Quizá ahí encontraríamos explicaciones para problemas que AUN no sabemos enfrentar.
En blog anterior insinuaba que muchas de las parafilias que yo llamaría mejor conductas “para-culturales” podrían tener un origen socio-cultural del que la sociedad mayoritaria hipócritamente se lava las manos estigmatizándolas, siendo así que ella misma los genera y extiende. Ponía como ejemplo el caso del cristianismo con la exaltación de los suplicios de sus mártires y la autortura ascética de muchos de sus santos. ¿Se olvidará a S. Simón Estilita que permaneció cuarenta años sobre una columna? (¡cómo estaría de meada y cagada!). Por el momento no trato de insistir sobre este aspecto, sino sobre otro mucho más misterioso.
La Herencia del Pasado. ¿Serán las conductas para-culturales fósiles síquicos del pasado? Para muchos esta pregunta les parecerá tan exótica como la posibilidad de extraterrestres. Yo vengo estudiando el asunto de una posible herencia informática
De tendencias , llámenlas, si quieren, “arquetipos” ( pues en sus últimos días Jung declaró que esto era su famosa intuición).
Pongamos un ejemplo actual. No existirían los “kamikazes,” esas personas que se ciñen un cinturón de explosivos, si en su información genética no estuviese el arquetipo del Heroe, desarrollado en tiempos inmemoriales cuando un ser humano o un grupo se sacrificaban por salvar a la comunidad. Tampoco habría saltado la joven, hace años en medio de la cancha de fútbol para detener una feroz pelea (en Inglaterra), desnudándose, si no hubiese estado diluido en ella hechos similares del pasado. Todo ello se parece mucho al famoso instinto animal, instintos que también poseemos nosotros y que han sido borrados por la evolución humana y por la cultura. Solamente hace unos días aparece la noticia de una joven camboyana encontrada en la selva en la que se había perdido hacía 19 años. No hablaba, tenía cicatrices, estaba desnuda ¡pero había sobrevivido! ¿Cómo pudo hacerlo si no “recordando” formas primitivas de supervivencia?
Sin llegar a casos tan llamativos h e podido comprobar a través de mi larga vida que más allá de las discutibles inducciones de “vuelta al pasado” personas normales van más allá de los fenómenos conocidos en psicología como “deja vu” Por ejemplo personas con gustos incomprensibles par su medio como la vida de los primitivos. Más tarde investigados (nada lo hacía suponer) se conoció que sus abuelos todavía andaban desnudos y cazando con cerbatana en Indonesia. Antes ellos nunca lo supieron solamente sentían la atracción de vivir así. Eran hijo de una gran urbe y nacidos en cuna de oro.
Las parafilias que los especialistas las consideran perversiones en bloque, debido a que muchas veces son ignorantes en sociología y culturas comparadas, deberían tener en cuenta que en muchas culturas esas perversiones eran practicadas corrientemente e, incluso, tenidas como religiosas.. Por ejemplo, las prostitutas sagradas de los templos.
Pero existe otra razón para que estas tendencias para-culturales sean condenadas: el moralismo creado por las religiones de nuestra cultura dominante. Ellas han sido las primeras en condenar como perversiones aquellas normas que no se ajustaban a los criterios moralistas de “su clase dominante” En ocasiones porque pertenecían a una minoría..Por tanto para erradicarlas tenían que ordenarse por una entidad divina. Así recordemos que los homosexuales debían morir apedreados según la Biblia (aun se hace en Irán, según el Corán), pero igualmente se condena el perjurio porque era la protesta de un cheque, en la época, hiriendo gravemente no a Dios sino a los bolsillos de los poderosos….
Vistas desde mi fría concepción de filósofo las parafilias tendrían que ser estudiadas antropológicamente y no con criterios culturales, médicos o moralistas.
Las parafilias, como todo acto humano, deben ser consideradas en su génesis probable, su desarrollo, su actualidad y su impacto social positivo o negativo, es decir si dañan a otro ser humano o a si mismos. En el segundo caso se trata de un problema personal que estriba en la libertad personal, porque es evidente que cuando una parafilia daña a otro ser humano diferente de quien la tiene, la comunidad debe intervenir según los usos culturales propios. De ella y su época.
Se podría pensar que, si estos comportamientos para-culturales son como una especie de fósiles síquicos, serian “naturales”. Si, pienso que pueden ser tan naturales como nacer con labio leporino, bizco, o con un brazo más corto. Esa sería la razón para que los consideremos una forma de “alteridad” respetable, mientras no dañen a nadie o solamente a quien la tiene, de la misma manera que no tenemos derecho a normalizar a la fuerza con el resto a aquellos que tiene un defecto físico, si no lo desean ellos mismos. Así una masoquista que se hace azotar para obtener un goce sexual, tendrá que afrontar los posteriores verdugones o heridas de su cuerpo. Es un problema de su libertad, en cambio un sádico no tiene derecho a torturar a nadie (persona o animal) porque esto implica un daño social.
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Engels partiendo de los conocimientos de su tiempo fundamenta muchas de sus teorías en lo que denominó la “promiscuidad primitiva”. Esta idea que fue muy combatida y que ciertamente tiene reparos respecto a como él la aplicó, toma importancia en la actualidad en que cada vez “atisbamos” con los últimos descubrimientos paleontológicos la enorme antigüedad de la especie humana., Esa promiscuidad primitiva, no implica un concepto peyorativo en si mismo. Es sencillamente un concepto evolutivo que en su tiempo y espacio fue natural y necesario. Las especies, compuestas de seres vivos, (como ellos), nacen crecen, se desarrollan y mueren. Esto los “idealistas” religiosos no lo pueden soportar. Piensan que se trata de algo humillante para el ser humano creado por un ser transpersonal “que lo hizo a su imagen y semejanza” Son esos mismos idealistas lo que inventaron la teoría del “desarrollo humano”, sin advertir que el desarrollo que ellos postulan nació precisamente de la negación de sus principios religiosos.
En consecuencia de lo anterior, los seres humanos ¡seres divinos! nos pervertimos porque es más fácil afirmar esta tesis (no humilde hipótesis) para su orgullo, aunque para ello, hayan tenido que contradecir la observación de las especies vivas que nos rodean.
Es bastante posible que muchas de estas tendencias “para- normales”, tengan origen y sean restos fósiles, (antropológicamente hablando) de esas épocas de los ORÍGENES o promiscuidad primitiva.
Todo lo que señalo no es siquiera una hipótesis, sino un DEDO que señala hacía una dirección a investigar. Quizá ahí encontraríamos explicaciones para problemas que AUN no sabemos enfrentar.
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