Tuesday, January 15, 2013

acerca de ACERCA DE LA MUERTE A veces me gustaría dialogar con alguien acerca de la muerte. Encontrar un interlocutor para ello me ha resultado casi imposible. Ese interlocutor tiene que tener ciertas condiciones. Ante todo que la conversación no le resulte traumática. Además que lo haga sin prejuicios previos o que, si los tiene, trate de deshacerse de ellos. Pienso en esos diálogos serenos semejante al de Sócrates en su Apología poco antes de beber la cicuta. Diálogo más moderno ya que nos separan de Sócrates 2.500 años y poseemos algo más de conocimientos sobre muchas cosas. Una conversación serena, distendida, irónica y sonriente. ++++++ Cuando uno es un anciano consciente y despierto se piensa con frecuencia en la muerte. Es normal que esto suceda, pues se tiene claridad que, aun en el mejor de los casos, las posibilidades de vida se acortan en forma clara y determinada. Lo anterior se manifiesta por la muerte de los coetáneos y las estadísticas que muestran claramente lo cercano que está el borde de la sima definitiva. Estos pensamientos en el anciano no suceden siempre en los mismos momentos emocionales. Pueden darse en momentos de depresión, pesimismo y cuando se sienten malestares físicos… Juzgo que en tales momentos es difícil una reflexión fría y objetiva. Esa reflexión debe darse en un momento de “ataraxia” que equivale a un equilibrio físico y mental privilegiado. Hoy, cuando me vino la idea, creo encontrarme en un buen momento, la prueba es que rápidamente escribí muchas páginas sobre el tema. ++++++ La primera frase que me vino fue: Pienso que la muerte cuando sobreviene es como un apagón de la luz eléctrica. Es algo que se da instantáneamente, sin previo aviso cuando es subitánea. En otras ocasiones ese momento instantáneo se prepara después de un largo proceso de decadencia en que nuestro organismo se va degenerando. Precisamente se atribuye la penosidad de la muerte a esos largos procesos de decadencia física del cuerpo motivado por enfermedades terminales degenerativas, pero ello no es la muerte misma. La muerte sobreviene por el colapso de nuestro cerebro y por lo que actualmente se denomina “muerte cerebral”. Eso ocurre, en todo caso, en forma instantánea. Primero muere el cerebro y luego va muriendo el resto del cuerpo. Hecho comprobable cuando este se mantiene vivo por medios técnicos después de la muerte cerebral para obtener una buena extracción de órganos destinados a un trasplante ++++++ Existen innumerables mitificaciones acerca del proceso de la muerte. En general, son escasamente creíbles tanto las de origen mítico espiritualista como aquellas que se extraen de procesos similares a la muerte o propias de un colapso cerebral. En estas últimas se describe de forma bastante semejante una especie de largo túnel que desemboca en una luminosidad. Lo más probable es que se trate de fenómenos neurológicos semejantes a las lluvias de estrellas con los ojos cerrados y otros fenómenos semejantes. ++++++ Desde tiempos inmemoriales se ha discutido sobre la posible vida después de la muerte o inmortalidad del “espíritu”. Es el tema recurrente de todas las religiones. La inmortalidad o la vida de ultratumba es considerada de manera muy diferente por las religiones y las tradiciones culturales. La tendencia general es la de que ese “algo” de nosotros que nos transciende se denomine “espíritu, ánima, alma.” Es la “creencia” que viene de la más remota antigüedad, que parece casi universal, la de que aquello que constituye o determina la vida del ser humano (que lo anima) es imperecedero. Es indudable que esta concepción deriva de la observación de cuando el ser humano muere deja de respirar, se le va el aliento. Por tanto se creyó que ese último aliento se iba a una región desconocida donde seguía existiendo de alguna manera. Para nosotros los occidentales modernos cuyas creencias derivan del cristianismo e incluso para los musulmanes la “creencia “que los espíritus van al cielo parece evidente. Sin embargo para el antiguo Testamento, igual que para las religiones mediterráneas, los espíritus en forma de fantasmas, descendían bajo la tierra. Esto lo atestigua la Odisea o la Eneida. Quizá la más tardía concepción de Cielo-Infierno conserva ambas creencias. El Antiguo Testamento habla del Sheol que parece estar relacionado con las creencias mediterráneas, pero no habla de la vida eterna en el cielo. La concepción cristiana de un cielo estructurado míticamente como la Nueva Jerusalén celestial parece fundado directamente en las Apocalipsis que, modernamente sabemos, eran las novelas de ficción religiosa populares en los tiempos de Yeshoua siendo la más conocida la atribuida a Juan el Evangelista: EL APOCALIPSIS Esa nueva Jerusalén mítica se concibe estructurada como los reinos mundanos en que reina Yawé rodeado de la corte de los elegidos. Una ciudad y reino perfectos imperecederos y con todos los atributos de la imaginación de los cuentistas orientales. Estos relatos novelescos fueron generados especialmente a partir de las turbulentas invasiones y luchas que tuvo Israel y que ya aparecen ya inspiradas en los Profetas. +++++++ Todas las reflexiones anteriores demuestran que las teorías sobre la muerte y la vida de ultratumba están fundadas en CREENCIAS Es evidente que tratemos de analizar lo que significa una “creencia”. ++++++ Desde mi punto de vista de “agnóstico” las Creencias son una suerte de hipótesis consolatorias que se dan como ciertas cuando dentro de una cultura social no se encuentra el modo de explicar científicamente un hecho o una serie de hechos. Estos hechos filosóficamente se denominan “aporías”, algo que racionalmente no se puede demostrar. Muchas de las creencias han ido desapareciendo cuando la ciencia ha demostrado aquellos hechos que las creencias trataban de explicar. Por lo demás, las creencias tienen la tendencia a permanecer entre las capas sociales que tienen escaso acceso al conocimiento científico. En esas capas permanecen y se siguen transmitiendo casi indefinidamente. Esto explica que perduren junto a conocimientos modernos, tradiciones, (generalmente religiosas o supersticiosas) que vienen de periodos muy arcaicos, incluso algunas de los orígenes de la humanidad. Por ejemplo, la creencia de que las enfermedades provienen de “mal de ojo”, maldiciones, son producidas por espíritus malignos o son castigos de los dioses (santos a los que no se ha cumplido un voto) o del mismo Dios. ++++++++++++++++++++++++++++++ ¿EL CICLO INFINITO? Lentamente se va insinuando en nuestra moderna concepción conceptos de los ciclos vitales antes desconocidos. Conocemos un poco más de nuestra propia composición corporal, nuevos conceptos cosmológicos, la insuficiencia de concepciones religiosa hasta hace poco inmutables, su caducidad y mitificación. El tiempo ontogénico y filogenético ya no es el de unos miles de años sino de millones. La insuficiencia de las explicaciones religiosas nos han convertido en agnósticos o incrédulos. La Muerte como seres individuales continúa a ser un problema sin resolver. La generalidad de la gente trata de aferrarse las explicaciones que ofrecen las Religiones faltos de lago más verosímil que aceptar ya que por inciertas e irracionales que sean resultan un tipo de consuelo Dado que igualmente en nuestra época el ateísmo y el nihilismo están fuera de moda han sido suplantados por creencias exóticas y nebulosas, es decir, por un aumento de “creencias” contradictorias. Científicamente nos encontramos con un problema que ni siquiera nos atrevemos a enfrentar. ¿Cuál será el destino del ser humano como especie? ¿Nos habremos convertido en seres tan destructivos que acabaremos con nuestro hábitat y con nosotros mismos? ¿Moriremos como especie? Estamos comprendiendo lentamente que el Tiempo, como lo afirmaron algunos místicos no existe. Se trata de una creación de nuestro cerebro debido a que solamente captamos “aspectos” y fenómenos, pero que somos incapaces de hacerlo con “totalidades”. En nuestros estudios más objetivos solamente creamos una “realidad” a nuestra imagen y semejanza, sin poder llegar a la realidad objetiva. Son señales que nos deberían hacer más humildes y que nos hacen suponer que nuestra imagen del cosmos y de lo trascendente son palabrería imaginativa. Así el “tiempo” aparece como una proyección de la duración media de nuestra vida y de lo que podemos añadir cómo recuerdos. Ni siquiera alcanzamos a comprender que los elementos fundamentales que componen nuestros cuerpos tales como las partículas elementales y la misma “información” pertenecen a un macro tiempo que se denominó eternidad. Los elementos que componen nuestros cuerpos, las partículas elementales tomarán en transformaciones continuas infinitas “formas” en un verdadero NO-TIEMPO... +++++++++ la muerte






ACERCA DE LA MUERTE

A veces me gustaría dialogar con alguien acerca de la muerte. Encontrar un interlocutor para ello me ha resultado  casi imposible.
Ese interlocutor tiene que tener ciertas condiciones. Ante todo que la conversación no le resulte traumática.  Además que lo haga  sin prejuicios previos o que, si los tiene, trate de deshacerse de ellos. Pienso en esos diálogos serenos semejante al de Sócrates en su Apología poco antes de beber la cicuta.
Diálogo más moderno ya que nos separan de Sócrates 2.500 años y poseemos algo más de conocimientos sobre muchas cosas.
Una conversación serena, distendida, irónica y sonriente.

++++++

Cuando uno es un anciano consciente y despierto se piensa con frecuencia en la muerte. Es normal que esto suceda, pues se tiene claridad que, aun en el mejor de los casos, las posibilidades de vida se acortan en forma clara y determinada.
Lo anterior se manifiesta por la muerte de los coetáneos y las estadísticas que muestran claramente lo cercano que está el borde de la sima definitiva.
Estos pensamientos en el anciano no suceden siempre en los mismos momentos emocionales. Pueden darse en momentos de depresión, pesimismo y cuando se sienten malestares físicos…
Juzgo que en tales momentos es difícil una reflexión fría y objetiva.
Esa reflexión debe  darse en un momento de “ataraxia” que equivale a
un equilibrio físico y mental privilegiado.
Hoy, cuando me vino la idea, creo encontrarme en un buen momento, la prueba es que rápidamente escribí muchas páginas sobre el tema.

++++++

La primera frase que me vino fue:
Pienso que la muerte cuando sobreviene es como un apagón de la luz eléctrica.
Es algo que se da instantáneamente, sin previo aviso cuando es  subitánea. En otras ocasiones ese momento instantáneo se prepara después de un largo proceso de decadencia en que nuestro organismo se va degenerando.
Precisamente se atribuye  la penosidad de la muerte a esos largos procesos de decadencia física del cuerpo  motivado por enfermedades terminales degenerativas, pero ello no es la muerte misma.
La muerte sobreviene por el colapso de nuestro cerebro y por lo que actualmente se denomina “muerte cerebral”.
 Eso ocurre, en todo caso,  en forma instantánea.
 Primero muere el cerebro y luego va muriendo el resto del cuerpo. Hecho comprobable cuando este se mantiene vivo por medios técnicos después de la muerte cerebral para obtener una buena extracción de órganos  destinados a un trasplante

++++++

Existen innumerables mitificaciones acerca del proceso de la muerte.
En general, son escasamente creíbles tanto las de origen mítico espiritualista como aquellas que se extraen de procesos  similares a la muerte o propias de un colapso cerebral. En estas últimas se describe  de forma bastante semejante  una especie de largo túnel que desemboca en una luminosidad. Lo más probable es que se trate de fenómenos neurológicos semejantes a las lluvias de estrellas con los ojos cerrados y otros fenómenos semejantes.

++++++

Desde tiempos inmemoriales se ha discutido sobre la posible vida después de la muerte o inmortalidad del “espíritu”. Es el tema  recurrente de todas las religiones.
La inmortalidad o la vida de ultratumba es considerada de manera muy diferente por las religiones y las tradiciones culturales. La tendencia general es la de  que ese “algo” de nosotros que nos transciende se denomine “espíritu, ánima, alma.” Es la “creencia” que viene de la más remota antigüedad, que parece casi universal, la de que aquello que constituye o determina la vida del ser humano (que lo anima) es imperecedero.
Es indudable que esta concepción deriva de la observación de cuando el ser humano muere deja de respirar, se le va el aliento. Por tanto se creyó que ese último aliento se iba a una región  desconocida donde seguía existiendo de alguna manera. Para nosotros los occidentales modernos cuyas creencias derivan del cristianismo e incluso para los musulmanes la “creencia “que los espíritus van al cielo parece evidente.
Sin embargo para el antiguo Testamento, igual que para las religiones mediterráneas, los espíritus en forma de fantasmas,  descendían bajo la tierra. Esto lo atestigua la Odisea o la Eneida. Quizá la más tardía concepción de Cielo-Infierno conserva ambas creencias.
El Antiguo Testamento habla del Sheol que parece estar relacionado con las creencias mediterráneas, pero no habla de la vida eterna en el cielo.
La concepción cristiana de un cielo estructurado míticamente como la Nueva Jerusalén celestial parece fundado directamente en las Apocalipsis que, modernamente sabemos, eran las novelas de ficción religiosa populares en los tiempos de Yeshoua siendo la más conocida la atribuida a Juan el Evangelista: EL APOCALIPSIS

Esa nueva Jerusalén mítica se concibe estructurada como los reinos mundanos en que reina Yawé rodeado de  la corte de los elegidos. Una ciudad y reino perfectos imperecederos y con todos los atributos de la imaginación de los cuentistas orientales.
Estos relatos novelescos fueron generados especialmente a partir  de las turbulentas invasiones y luchas que tuvo Israel  y que ya aparecen ya  inspiradas en los Profetas.

+++++++

Todas las reflexiones anteriores demuestran que las teorías sobre la muerte y la vida de ultratumba están fundadas en
CREENCIAS
Es evidente que tratemos de analizar lo que significa una “creencia”.

++++++

Desde mi punto de vista de “agnóstico” las Creencias son una suerte de hipótesis consolatorias que se dan como ciertas cuando dentro de una cultura social no se encuentra el modo de explicar científicamente un hecho o una serie de hechos. Estos hechos filosóficamente se denominan “aporías”, algo que racionalmente no se puede demostrar.
Muchas de las creencias han ido desapareciendo cuando la ciencia ha demostrado aquellos hechos que las creencias trataban de explicar.
Por lo demás, las creencias tienen la tendencia a permanecer entre las capas sociales que tienen escaso acceso al conocimiento científico. En esas capas permanecen y se siguen transmitiendo casi indefinidamente. Esto explica que perduren junto a conocimientos modernos, tradiciones, (generalmente religiosas o supersticiosas) que vienen de periodos muy arcaicos, incluso algunas de los orígenes de la humanidad.
Por ejemplo, la creencia de que las enfermedades provienen de “mal de ojo”, maldiciones, son producidas por espíritus malignos o son castigos de los dioses (santos a los que no se ha cumplido un voto) o del mismo Dios.

++++++++++++++++++++++++++++++




¿EL CICLO INFINITO?

Lentamente se va insinuando en nuestra moderna concepción conceptos de los ciclos vitales antes desconocidos.
Conocemos un poco más de nuestra propia composición corporal, nuevos conceptos cosmológicos, la insuficiencia de concepciones religiosa hasta hace poco inmutables, su caducidad y mitificación.
El tiempo ontogénico y filogenético ya no es el de unos miles de años sino de millones.

La insuficiencia de las explicaciones religiosas nos han convertido en agnósticos o incrédulos.
La Muerte como seres individuales continúa a ser un problema sin resolver. La generalidad de la gente  trata de aferrarse las explicaciones que ofrecen las Religiones faltos de lago más verosímil que aceptar ya que por inciertas e irracionales que sean resultan un tipo de consuelo
Dado que igualmente en nuestra época el ateísmo y el nihilismo están fuera de moda han sido suplantados por creencias exóticas y nebulosas, es decir, por un aumento de “creencias” contradictorias.
Científicamente nos encontramos con un problema que ni siquiera nos atrevemos a enfrentar. ¿Cuál será el destino del ser humano como especie? ¿Nos habremos  convertido en seres tan destructivos que acabaremos con nuestro hábitat y con nosotros mismos?
¿Moriremos como especie?

Estamos comprendiendo lentamente que el Tiempo, como lo afirmaron algunos místicos no existe. Se trata de una creación de nuestro cerebro  debido a que solamente captamos “aspectos” y fenómenos, pero que somos incapaces de  hacerlo con “totalidades”.
En nuestros estudios más objetivos solamente creamos una “realidad” a nuestra imagen y semejanza, sin poder  llegar a la realidad objetiva.
Son señales que nos deberían hacer más humildes y que nos hacen suponer que nuestra imagen del cosmos y de lo trascendente son palabrería imaginativa.
Así el “tiempo” aparece como una proyección de la duración media de nuestra vida y de lo que podemos añadir cómo recuerdos.
Ni siquiera alcanzamos a comprender que los elementos fundamentales que componen nuestros cuerpos tales como las partículas elementales y la misma “información” pertenecen a un macro tiempo que se denominó eternidad.
Los elementos que componen nuestros cuerpos, las partículas elementales tomarán en transformaciones continuas infinitas “formas”  en un verdadero NO-TIEMPO...

+++++++++