Thursday, January 30, 2014

EL RENEGADO VI y final

desafiarles los matan. En cambio a quienes les sirven les dan pequeñas partecitas de aquello que ellos han reunido porque son más fuertes o porque tienen más guerreros que les ayuden a conseguirlo y defenderlo.
        Todo lo que nos cuentas, Apoena, nos parece terrible.
        Las gente de mi tribu vienen  a estas tierras porque desean  sobre todo oro y plata. Son metales con lo que ellos pueden  reunir muchas cosas que ellos llaman riquezas.
        Dicen que los mexicas hacen algo parecido con los frutos del cacao y con plumas rellenas de ese polvo amarillo que  tu llamas oro.
        Pero en esta tierra  viven cientos y cientos de tribus ‘acaso ellos no lo saben?
        No tiene mucha claridad de ello. Algunos creen que se trata de lugares casi desiertos. A la mayoría no les importa. Piensan obligar a nosotros, lo que aquí vivimos hacernos trabajar en su provecho. Someter a todos  por la fuerza. Matar a aquellos que se les opongan.
        ¿Tú crees que ellos que  siempre serán pocos, lo podrán hacer?
        Los extranjeros usan un metal muy duro que ellos llaman hierro. Con eso hacen sus armas y  cubren sus cuerpos y nuestras armas de madera y piedra pcoo podrán contra ellos  Esas armas no se rompen y tienen tan buen filo que pueden cortar un guerrero por la mitad con facilidad. Un puñado
        de hombres de esos pueden hacer frente a cien de nuestros guerreros desnudos.

Conversación como la anterior se repetía en diferentes ocasiones y con diferentes pequeños grupos. Eran conversaciones informales, por así decir.
Otras veces éramos nosotros los que inquiríamos sobre las costumbres del pueblo olmeca, en general, tan diferentes de nuestra tribu Caribe.
        Os extraña que entre nosotros  muchas cosas  que hacemos, donde vivimos y nos rodean sean circulares. ¿No habíais observado que todo cuanto nos rodea ma la curva. El círculo crea y conserva fuerzas misteriosas e indestructibles.
Nuestros abios y ancianos han observado durante ciento de generaciones cuanto nos rodea. En vez de construir cosas que se opongan a la naturaleza de lo existente, trataron de aplicarlas en los diversos aspectos de nuestra vida cotidiana. Asi comprendieron  la importancia de lo circular en todo lo existente e investigaron las fuerzas ocultas que se encuentra en ello. Nuestros sabbios comprendieron siempre que todo aquello que iban aprendiendo se debía  aplicar a nuestra vida para hacerla más sabia y hermosa.
Existen pueblos que tratan de utilizar cuanto les rodea en su beneficio sometiéndolo y destruyéndolo. Han llegado en su locura a sacrificar  a gentes innúmeras para ofrecer su sangre  con el fin de obtener goces futuros. Olvidaron que lo único importante es la Vida.
Apoena, antes que te interroguemos en la gran asamblea sobre los extranjeros que sabemos están llegando a nuestras tierras queremos que tu comprendas lo que somos nosotros y lo que lograron  conocer nuestros antecesores a través de infinitas lunas.
 Como ya debes sospechar vivimos en una isla mucho más grande de lo que nadie  alcanza a sospechar. Por tanto está rodeada por agua de todos lados. Antiguas leyendas dicen que  estuvo unida con otra gran isla y quizá de allí procedéis los hombres de las grandes canoas. De todas manera si existió una faja de tierra que nos unía desapareció hace incontables generaciones.

Nosotros los olmecas según tradiciones tampoco éramos de aquí. Es seguro que no llegamos atravesando la gran agua. Posiblemente llegamos caminando por esa franja de tierra que nos unía con otra gran isla.
Desde entonces hemos tratado de conservar el modo de vida que trajeron los antiguos padres. Por lo demás somos iguales que  vosotros los caribes, solamente nos diferenciamos en nuestras costumbres. Pero no creemos que esas costumbres sean sagradas, podemos vivir como vosotros cuando es necesario, conveniente o nos gusta.

No os ocultamos que  existen grandes y poderosas tribus que abandonando la vida sencilla y natural que  nosotros y tantos pueblos viven han caído en graves errores convirtiendo su vida en una continua lucha a muerte con sus tribus vecinas.
Muy cerca de aquí conocieron la ciudad Muerta que  se llama Teotihuacán o ciudad de los Dioses. Existen otras muchas ciudades de piedra muertas o que van hacía la muerte porque sus habitantes han renegado de la vida humana para tratar de ser como dioses.
Más al norte de nosotros se encuentra Technochtilant de los mexicas. Hacía allí sabemos que se dirigen los hombres de las grandes canoas. En esa ciudad todas la lunas son sacrificados miles de humanos  a quienes  se les arranca el corazón vivos para ofrecérselo a los dioses. Será el momento en que  posiblemente los extranjeros  hagan de la gloriosa Technochtilant otra ciudad muerta.

Los padres de nuestros padres ya sabían que ocurriría lo que os decimos. Por eso no quisieron que nosotros  fuéramos una gran nación, un pueblo dedicado a  enseñar  la vida hermosa tal como la de los  Primeros que llegaron desde las estrellas.
Esa es la razón por la que nos pidieron que nunca cultivásemos más de aquello que  era necesario para alimentarnos bien. No recolectar tampoco nada más allá de nuestras necesidades  y eso variando siempre los lugares de nuestra recolección. La perdición de los humanos, como tu lo has señalado también respecto a los extranjeros es la acumulación de lo que no necesitan. De ese intercambio que se da cuando se tiene más de lo que se necesita  provienen todas las locuras que llevaron, han llevado y llevarán a la destrucción de las ciudades de piedra.
Muchos pueblos han tenido que emigrar porque destruyeron  sus territorios de recolección y caza. Ese es u n azote menor de las tribus de nuestro mundo.

Finalmente se constituyó la Asamblea. Esta reunión., la primera importante y de una cierta solemnidad tuvo lugar en en el gran edificio circular del centro del poblado al que confluían todos los caminos.
En esa circunstancias conocimos el papel del Primer Orador que era ,po así decir como el Principal del poblado  olmeca. Se dirigió con cierta solemnidad hacia nosotros especialmente:
        Antes que expongamos el legado de nuestros Antecesores, deseamos que vosotros los visitantes llegados de una lejana tribu ya que suponemos que las costumbres y usos que habéis conocido entre nosotros os habrán resultado extraños e incomprensibles.
        He escuchado Venerable Orador cuanto se ha hablado en este Consejo y en vuestras conversaciones anteriores, comenzó a decir Sokino en un susurro, disculpada mi juventud pero a mi edad se es curioso.
No comprendo aun por qué habláis con tanto desdén de los hombres de las “ciudades de piedra” siendo así que vosotros  vivís en una ciudad construida igualmente de piedra.
La reflexión de Sokino me pareció bastante acertada. Hubo un cierto silencio en la Asamblea. Por fin una mujer tomó la palabra:
        Hermano, tu observación parece atinada. Lo que te voy a responder puede parecerte como un juego de palabras. Aquí no estamos en una” ciudad de piedra”, sino que simplemente hemos construido nuestras moradas con piedras. Puedes pensar que es lo mismo. Te explicaré la diferencia.
También usamos telas para adornar nuestro cuerpo, pero no nos “vestimos”. Tenemos un primer Orador que no es un jefe , ni un cacique. Sembramos, cultivamos y recolectamos, pero no somos agricultores. Me adelantaré a lo que después expresará el Primer Orador.
Este lugar en que estamos es como el centro de nuestra tribu. Lugar  que todos reconocemos como nuestra casa común. Hemos utilizado la piedra porque en este lugar  los árboles eran escasos y la piedra abundante. <<las “ciudades de piedra” han sido construidas con gran esfuerzo aplicando la violencia sobre aquellos que trabajaban para demos trar el poderío y la riqueza de los señores que los dominaban,
En esas ciudades las malocas ni las gentes son iguales entre ellos como ocurre en tu tribu y entre nosotros. Hacen inmensos edificios sobre enormes pirámides que dicen son para los dioses. Otros para aquellos que son los jefes, el resto de las gentes viven en pequeñas viviendas incómodas.
Vuestra aldea no es una “ciudad, ni aquí donde estamos es una “ciudad”. Aquí no existe nada inútil o que sirva para diferenciarnos unos de otros. No estamos sometidos a la necesidad, como tampoco lo estías vosotros. Las mismas telas con que nos cubrimos las podemos usar o las podemos dejar, Son solamente un adorno, igual que vosotros os pintáis el cuerpo o os adornáis con plumas. Esto no ocurre con los habitantes de las ciudades de piedra donde  el clan familiar está sustituido por un clan de vecinaje.
Es cierto tenemos un Primer Orador porque pensamos que es quien es más sabio y el que mejor explicará aquello que  nos será útil a todos. No se trata de un jefe al que tengamos que obedecer, como entre vosotros las decisiones las tomamos todos por unanimidad.
Es cierto que  en vez de recoger  aquello que produce la tierra espontáneamente y sirve para nuestro alimento lo sembramos pero nunca más allá de lo que necesitamos ya que no intercambiamos nada con otras tribus.
Nadie trabaja para nadie con el fin de que su trabajo sirva para que  tenga más cosas. Nos ayudamos mutuamente cuando  lo necesitamos. Cada uno puede hacer con sus manos cuanto necesita para su vida.
ESTAMOS SIEMPRE CONTENTOS CON LO QUE SOMOS Y CREAMOS.
Trabajamos para los niños, los enfermos y los ancianos que no pueden hacerlo porque  eso es lo que ha sucedido cuando éramos niños, estábamos  enfermos o seremos ancianos.

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Hacia muchas horas que  habíamos permanecido en aquel largo Consejo. El más tarde nosotros denominaríamos el Segundo Orador, golpeó sus manos y dijo riendo:
        ¡Basta por hoy!
Todos estamos cansados y sobre todo nuestros huéspedes. Todo lo que han visto y oído es nuevo para ellos, como nos ocurriría a nosotros si viajásemos a su tribu.
A estas palabras todos comenzamos a incorporarnos. Enseguida trajeron en hermosas bandejas trenzadas gran variedad de frutas y comimos alegremente de ellas. Era la primera vez que comíamos públicamente con ellos y admiramos inmediatamente su pulcritud. No arrojaban nada al piso sino que todo aquello que era incomestible lo depositaban en pequeños canastillos. Casi todas las frutas eran desconocidas en España y muchas también en mi actual tribu.

Nos fuimos dispersando partiendo en pequeños grupos. A través e las conversaciones compredí con bastante claridad la causa por la que los olmecas aun no me habían interrogado directamente sobre los españoles que iban llegando a us costas. Esperaban la llegada de representantes de lejanas tribus: mayas, mexicas, toltecas, mixtecas, zapotecas y otros nombres que para nosotros no significaban nada.
Desde luego los olmecas no ignoraban que en ciertas ocasiones yo había tenido contacto con algunos de los shamanes de esos pueblos. Suponían bien que en aquellas doctas reuniones no habría sacado ninguna información sobre el modo de vida de estos pueblos.

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Sokino,  Aebe y Nujena que nunca habían conocido extranjeros de tribus lejanas antes de convivir ahora con los olmecas, se sintieron especialmente nerviosos con el anuncio de la próxima llegada de representantes de numerosas tribus lejanas. Muchas de esas gentes   aparecían en las narraciones de hechos antiguos en nuestra tribu, como brutales enemigos y conquistadores despiadados.
El caso de que los shamanes tuvieran reuniones amplias y secretas era desconocido por el común de los miembros de la tribu, Si estaban mis compañeros tensos con el anuncio no significaba que ellos sintieran miedo alguno  sino que era una mezcla de expectación, curiosidad y repugnancia ante la posibilidad, como se nos había advertidio de tener que compartir  con ellos techo y alimento.

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Una nueva reunión en la pérgola del Consejo tuvo lugar al día siguiente en la tarde. Habíamos conversado entre nosotros de la desazón frente a los acontecimientos que se acercaban. Pineabe opinó que debíamos participar de ellas con nuestros anfitriones ya que ellos nos aconsejarían con du experiencia y sabiduría.
Esta opinan se realizó sin que la solicitásemos. Cuando l legamos al lugar de las reuniones solamente nos esperaban varios de aquellos con quien sentíamos mayor confianza.  Yo, siendo el más extrovertido de nuestro grupo tomé la iniciativa.
        Mis hermanos yo frente al hecho que muy pronto se irán reuniendo en este lugar delegaciones de tribus vecinas y lejanas con las que tendremos que compartir familiarmente bajo un mismo techo, sien do así que algunas de ellas podrían ser las enemigas tradicionales de nuestra tribu. ¿ Nos sabremos  comportar? Se sabrán comportar?
A mis palabras, el Tercer Orador me miró con cara risueña y me respondió´:
        Hermano, en este lugar  todos somos iguales porque esta para todos es una tierra sagrada. Todos los que lleguen aquí se esforzarán por no tener costumbres o pensamientos otros que cuando todos pertenecíamos nuestra raza primigenia. Ciertamente, cuando partirán  volverán a sus propios modos de ser. Esto siempre se ha respetado desde  que nuestros antecesores llegaron hace muchas generaciones. Llegar  aquí es como si volvieran a la sagrada Aztlan. Aquí no existen amigos, ni enemigos, todos somos hermanos. Ni siquiera los orgullosos mexicas se han atrevido nunca violar el pacto sagrado de nuestros orígenes comunes.
Hoy hablará la Gran Madre, la más sabia entre nosotros y conoceréis secretos nuevos

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Mientras un poco aparte  sosteníamos  la anterior conversación se estaban juntando el resto del pueblo de los olmecas en mayor número que nunca ya que estaban llegando desde lejanas aldeas. La noche había caído completamente. El cielo tenía una increíble claridad y las extrañas constelaciones para mí de estos lugares parecían más cerca que nunca. En la bóveda de las reuniones no ardía fuego ni antorcha alguna. Sin embargo la claridad difusa que nos envolvía era como reflejo de las lejanas constelaciones. Esta luz, suave y sutil permitía captar todos los perfiles en forma neta y extraña.
Todos los presentes conversábamos en forma espontanea con imperceptibles murmullos, como si no deseásemos romper el embrujo en que nos encontrábamos envueltos. Poco a poco esos mismos murmullos fueron cesando haciendo que nos sumergiésemos en un silencio que parecía como sólido.
Entonces resonó ‘suave y cristalinamente con unos acentos de extraña musicalidad y con un ritmo que yo nunca había escuchado antes.
HACE MILES DE LUNAS
GENERACIONES SIN CUENTO
LLEGARON ANTEPASADOS NUESTROS
A ESTOS HERMOSOS LUGARES.

EN UN AMANECER LLEGARON
DIAMANTES CRISTALINOS
NAVES DE LAS ESTRELLAS
HABITENESTAS TIERRAS
LOS ELEGIDOS
LOS QUE SIN HABLAR PREDIQUEN
MOSTRANDO A GENERACIONES
AUN VENIDERAS EL CAMINO DE LA
UNIDAD PRIMERA
FUENTE DE RESPETO Y ALEGRIA
UNIDAD PRIMIGENIA
CON TODO LO QUE LES RODEA
UNICA VIDA VERDADERA.

BAJARON
DESCENDIERON INGRAVIDOS
EN EL VERDOR DE BOSQUES
SILENCIOSOS DE HUMANOS
RUMOROSOS
DE MIL BESTIAS.

TOKKIS BRONCINEOS
DESNDUOS DIOSES
DIOSAS ARMONIOSAS FLEXIBLES
PUMAS DORADOS LLENOS DE VIGOR Y VIDA.

JOVENES, ALEGRES VIEJOS
COHABITAN
SIN PRINCIPES NI JERARQUIAS.
EL SABIO SOLO ACONSEJA
NO CONOCEN LA GUERRA ASESINA
NO AMAN
LA LUCHA FRATERNA.

VIVEN  JUNTO AL AGUA CLARA
MIL VECES AL DIA
SE BAÑAN
CON SUS CUERPOS DESNUDOS
EL MUNDO ABRAZAN
FELICES  TODO EL TIEMPO
CANTAN Y BAILAN.

CRECEN Y SE MULTIPLICAN
LA ENFERMEDAD
NUNCA LES ATACA.
MUEREN CENTENARIOS
CUAL PAJAROS
QUE PLANEANDO
DULCEMENTE A LA TIERRA
BAJAN.

JOVENS Y VIEJOS
CREAN DULCE ARMONIA.
MUJERES SE UNEN
A SUS HOMBRES ALEGRES
SIN CONTRATOS Y LIBRS
ENGENDRAN HIJOS GOZANDO,

PASARON KATUNES INNUMERABLES
NACIERON GNERACIONES INCONTABLES
UN DIA DIJERON QUE AZTALAN
SEA LA PATRIA
QUE TODOS RECORDAREMOS
INCONTAMINADA-
LUGAR SAGRADO
PARA LAS TRIBUS INNUMERABLES
HABITEN ESTA TIERRA
LOS ELEGIDOS
QUE SIN HABLAR
PREDIQUEN.

La voz se detuvo.  El largo silencio que siguió me permitió sumirme en amargas reflexiones.
¿Poesía? ¿Canto? ¿Saga? ¿Era acaso el último testamento de  unos seres llegados del espacio? ¿Era el evangelio traído por ellos a estas tierras?
Yo no era teólogo y no podía pronunciarme.
¿Los cristianos cuando lleguen a estos lugares sabrán reconocer este elevado mensaje?
Sabía de antemano que no lo harían imbuidos como estaban  en su orgullo español y católico.
Despreciarían todo diciendo que eran cosas  de paganos o herejes. No prestaran atención ni respeto a la sabiduría de estos pueblos  antiguos.
Pienso ahora que la Conquista será algo seguro y que estos pueblos  serán conquistados uno a uno debido a la terrible experiencia guerrera de los europeos.
Primero llegarán los aventureras desde La Española, encuadrando la “carne de Cañón” de los arruinados por sus deudas que vienen huyendo de sus acreedores o con la esperanza del oro con el cual les pagarán. Les seguirán los funcionarios reales en desgracia con el fin de hacer  méritos y alcanzar el perdón y una nueva influencia.
Entre el clero no será mucho mejor. Los obispos y abades exultan enviando a países tan lejanos a todos aquellos que les son fuente de problemas. Los mismos clérigos  felices porque nadie vigile sus excesos y mala conducta.
Indudablemente que entre tanta gente de baja ralea llegará alguna gente honorable  que quedarán ahogados  y esterilizados entre la multitud de mediocres y buscavidas con los que lucharán desigualmente sin ningún porvenir para esas gentes de bien.
Mi convicción de que los españoles van a someter a todos estos pueblos se basa por el hecho que durante siglos nos estamos ejercitando en continuas guerras contra los moros y entre nosotros. Son soldados profesionales tozudas y desesperadas que aquí saben perfectamente que su única posibilidades triunfar o morir, porque no tienen donde refugiarse. El mar estará siempre detrás de ellos y el temor de una vida miserable y de mendigos si vuelven a la Española. Estoy seguro, por tanto, que los españoles van a ser unas despiadadas máquinas de matar porque irán conociendo que estos pueblos de aquí carecen de toda unidad y que su labor es irlos destruyendo uno a uno.

En cambio estas tribus, estos pueblos no tienen el concepto de la guerra de exterminio. Pienso que desde muy antiguo la causa de la guerra entre ellos se ha debido a que cuando uno de los pueblos que habitan en un lugar crecen exageradamente y ese lugar ya no es suficiente para llenar sus necesidades vitales, emigran siempre hacía el sur. Si los territorios a los que llegan no están poblados, se asientan allí sin problemas. Si hay otra tribu que los ocupa son rechazados o bien ellos triunfan y la otra tribu  vuelve a peregrinar hacía el su en busca de nuevos lugares en que asentarse. Esa lucha no significa que unos ni otros traten de exterminarse. Los rechazados, vencidos, se retiran sin ser perseguidos. No hay exterminio del enemigo. No hay venganza, por tanto no es  necesario  reducir a los vencidos a la muerte o esclavitud..

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Todas estas reflexiones mías me han dejado muy deprimido, porque me parece que no puedo comunicárselas, ni siquiera a los olmecas, mucho menos a los de mi propia tribu.
Indudablemente que si quisiera  explicar lo mismo a los representantes de pueblos que no pueden sino tener sospechas de mí, lo único que pensarían es que trato de engañarles o asustarles.
En estas cosas que están sucediendo es cuando comprendo cuan profundo es el abismo que separa la mentalidad de las gentes de estas tierras en multitud de aspectos con las de Europa.

Voy a tratar  de profundizar en la saga que recientemente se nos ha recitado. Es bien misteriosa  e igualmente alejada de mi mentalidad y concepciones.

Pensando en lo anterior, como adivinando mi pensamiento el Primer Orador habló:

        Habéis escuchado con vuestros corazones, hermanos de las lejanas montañas, sobre todo tú Apoena que llegaste de tan lejos y que ahora eres ya uno de ellos. El canto expresa lo que son nuestras raíces comunes y verdaderas.
En el silencio  que se siguió me atreví a responder humildemente:
        No deseo ofenderos, pero yo no he comprendido casi nada. Se habla de tradiciones muy antiguas, quizá ya conocidas entre vosotros, pero que yo nunca antes he escuchado ni en mi antigua tribu ni la que me ha adoptado.
        Comprendemos. Las palabras no bastan cuando no existe una tradición enseñada de padres a hijos. Por tanto os contaremos lo que nosotros escuchamos de nuestros padres y abuelos. Algo  contado  en una cadena que no se puede calcular.
        Lo que  dice el canto responde a momentos solamente contados de padres a hijos interminablemente. Sabemos algo de su significado e ignoramos aún mucho más de lo que oculta. El Anciano va a hablar. Escuchad con atención:


·         Hace ya incontables generaciones que llegaron a estas tierras nuestros antepasados.
Venían de una patria muy lejana, de allá arriba, de las estrellas, dicen.
En estos lugares no existían seres humanos ni los animales que hay ahora.
Ellos trajeron todo y lo plantaron y cultivaron.
A esos antepasados se les llama los Tokki o los Tikki.
Eran hermosos, fuertes e incansables.
Se dice que no solamente poseían la VIDA, sino también una bebida que les proporcionaba alimento, vigor y belleza que se llamaba “soma”.
Esa bebida se perdió y por ello, nosotros sus descendientes directos no somos tan fuertes y bellos como ellos.
El deseo de nuestro pueblo ha sido siempre asemejarse a esos Antiguos.
No ocurrió lo mismo con otras diferentes tribus que se fueron degenerando lentamente al poner sus intereses en las cosas creadas por sus manos y cuando aceptaron someterse a otros seres humanos que  eran iguales a ellos mismos.
Para nosotros todo aquello que  nos rodea no tiene otro fin sino para fomentar la VIDA no para que la VIDA SIRVA PARA OBTENER OTRAS COSAS.
Nuestro deber es ser como antorchas silenciosas que estén recordando a las otras tribus con nuestro modo de vida
AQUELLO QUE SOLAMENTE ES LO IMPORTANTE.
La armonía con todo cuanto nos rodea nos hace  flexibles y fluidos. Armonía ente jóvenes y viejos, porque los viejos no oprimen a los jóvenes, ni estos desprecian a los viejos.
Nuestra  unidad primaria hace que no tengamos jefes, ni príncipes, tampoco shamanes que conserven la sabiduría porque esta se conserva en cada uno de nosotros.
No aceptamos la guerra, ni luchamos. Vivimos dentro de un círculo sagrado que nadie se atreve a profanar.
Alrededor nuestro se han levantado ciudades y conjunto de ciudades que luchan incesantemente entre sí.
Los Mexica crearon la Triple Alianza  que será el principio de su destrucción cuando según las profecías lleguen los extranjeros del  otro lado de la Gran Agua.
Muchos intentaron  someternos. Golpearon el aire y hemos contemplado como las orgullosas ciudades de piedra y sus habitantes desaparecieron.
Amamos vivir cerca del agua y que esta rodee nuestras viviendas porque se asemeja a la fuente de vida que poseyeron nuestros antepasados.
Sabemos tejer y conocemos  muchas otras artesanías, algunas que son conocidas por diversas tribussss y otras que se piensan olvidadas. Unas no las consideramos necesarias, las otras pueden ser para nosotros un juego. Que nos sirven para conservar la destreza de nuestras manos.
No dependemos de la obra de nuestras manos para vivir, menos aun las consideramos útiles para el intercambio Solamente son útiles por el gusto que tenemoslos seres humanos de jugar.
NO SOMOS DIOSES, AUNQUE ALGUNOS NOS CONSIDERENCOMO TALES.
Creemos que la enfermedad y los accidentes se deben a descuidos , torpezas de como tratamos nuestros cuerpos. Son cosas que se pueden evitar si se pone inteligencia en ello.
La vida no se prolonga, sino que se acorta por nuestra imprudencia.
El Cielo nos ha dado  el fin normal de nuestros días.
Así tratamos de realizar una semejanza de como nuestros antepasados vivía en la celestial  ciudad de Aztlan lejos del dolor y de la muerte.

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El primer Orador calló. Se incorporó de su asiento y con ello dio por terminada la reunión Sin embargo, antes de retirarnos se nos anunció que desde el día siguiente empezarían a llegar los embajadores de los diversos pueblos.

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Quedé profundamente conmovido con las revelaciones que los olmecas  nos habían hecho
Posiblemente en otra ocasión anterior de mi vida no habría comprendido nada de lo que ellos nos revelaron y menos lo habría aceptado. Todo ello  me era más fácil de aceptar después de los años pasados en mi tribu de adopción.

Después del momento de mi naufragio, en los años transcurridos he aprendido multitud de cosas que para mía antes eran impensables, pero también he tenido que desaprender otras que  yo juzgaba muy importantes en mi vida anterior y que  descubrí su inanidad o bien en estos lugares son innecesarias y, a veces , peligrosas. Esta experiencia me hacía comprender mejor todo lo que los olmecas trataban de inculcarnos
Lo que ellos decían eran formas de vida simple y sabia en conformidad con la naturaleza humana y el mundo que nos rodea respetando todo lo creado.
En nuestra tribu se vivía en forma muy cercana a lo que describían los olmecas sobre todo por influencia de nuestros shamanes.
Eso estaba muy lejano, según me confidenciaron algunos de mis amigos olmecas de la forma de proceder de los sacerdotes dominantes en las “ciudades de piedra”. Ellos habían sido los herederos de sabios shamanes, pero al crearse  como un tipo de gentes dominantes en sus pueblos, empezaron a dictar normas de vida para todos conformes a sus propios intereses, o lod de príncipes y jefes. Crearon infinidad de dioses  que usaban para escudarse detrás de ellos  predicando que sus intereses eran  mandato de  otros poderosos seres que solamente ellos, los sacerdotes, tenían comunicación directa.
Aquellas reflexiones de los olmecas para mí eran bastante claras pensando en los sacerdotes, teólogos, obispos e inquisidores católicos que habiendo abandonado los sencillos preceptos evangélicos no hacían sino crear leyes preceptos y horribles castigos para aquellos que no  querían cumplir  sus exigencias. Mientras ellos  no hacían sino aumentar su poder y riquezas con el pretexto que era para dedicárselo a Dios.

En la oscuridad profunda nos dirigimos a nuestros alojamientos. Sin embargo, yo con mi talante español deseaba conversar aquella misma noche con los parentemente impasibles compañeros. No importaba que el alba nos encontrase conversando pausadamente según su manera de tratar estos asuntos. Lo que más me acongojaba era esos contactos que  ya desde el día siguiente íbamos a tener con aquellos extranjeros que tradicionalmente habían sido los enemigos acérrimos de nuestra tribu

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Llegados a la maloca, reavivamos el fuego  del hogar. Nujena y Sokino que se habían hecho muy diestros prepararon una gran vasija de esa exquisita bebida que conocimos después de nuestra llegada aquí y que se llama chocolalt Todos nos hemos aficionado a ella porque es muy reconfortante y agradable en estas heladas noches.

Durante los preparativos de ellos me he sumido de nuevo en mis cavilacione respecto a todo lo que escuchamos momentos antes.
Sobre todo me intriga lo que  dijeron de eos misteriosos seres humanos llegados desde las estrellas. Me pregunto que si acaso de alguna manera, tendrán relacionescon todos esos misteriosos seres de los que la misma biblia nos habla. A ñlos que a carga cerrada se denomina como ángeles, palabra que no tiene otro significado que “enviado” o “mensajero”. En ese caso los olmecas descenderían de ellos y no se trataría de espíritus como afirman los teólogos católicos.

Pineabe ha venido a sentarse a mi lado rompiendo el hilo de mis meditaciones. Sentada en una estera de bejuco con las piernas admirablemente cruzadas y la espalda bien derecha su cuerpo perfecto parece una admirable escultura. Se parece a las imágenes que aparecían con frecuencia en los maravillosos tapices que los mercaderes traían de la lejana China. Siempre me fascina cuando la veo así sentada al reverbero de las llamas.

·         Sin duda, Apoena, estás pensando en todo lo que hemos oído. ¿No es lo mismo que nos enseñaba el viejo chaman?
·         ¿Es eso lo que enseñan los chamanes en sus reuniones? Preguntó Sokino. Yo creía que ellos solamente enseñaban  a luchar, conocer las plantas, los secretos de ellas y de las enfermedades. Se dice que ellos hablan con los antepasados.
Aebe y Sokino a pesar de ser importantes y distinguidos capitanes no habían recibido iniciación chamanica alguna. Tampoco Nujena, a pesar de habernos acompañado a ciertas reuniones.
Pineabe  y yo mismo éramos unos casos diferentes y siempre supuse con la preferencia del viejo chamán hacía nosotros había producido una cierta molestia  a guerreros ilustres que debieron sentirse preteridos en sus aspiraciones de conocimientos que les darían mayor relevancia entre los demás.
·         Pineabe tiene razón el chaman enseñaba eso a todos nosotros, pero no en  las reuniones sino en la forma en que aconsejaba a la tribu. Nosotros vivimos en conformidad con esas reglas del cielo porque todos sabemos que ese es el camino..
Quiero que  hablemos algo sobre la llegada mañana de los representantes de esas tribus procedentes de las ciudades de piedra.
Ellos son muy diferentes de nosotros en todos los aspectos, aparte de haber sido siempre nuestros enemigos tradicionales. El viejo chaman me contaba que cuando él era joven esos guerreros  invadían con frecuencia los territorios de caza de nuestra tribu y de las cercanas y atacaban  para llevarse prisioneros la mayor cantidad posible de guerreros. Esos guerreros eran sacrificados a sus dioses en sus lejanas tareas o les obligaban a trabajar para ellos. Solamente en los últimos años no nos han molestado, bien porque están más débiles o porque nuestra tribu  emigró más al sur y a las montañas.

Son tan diferente de nosotros que ellos  van siempre “vestidos”. Les trate de explicar el significado de esta práctica y la repugnancia de esas gentes hacía nosotros por no usar lo mismo que ellos.
Mis compañeros se sentían muy desorientados y  más aun que otros seres humanos nos considerasen como animales por no usar vestido.
Son como pieles que se pueden  quitar y  poner, explicaba Pineabe. Algo así como el “maxlalt” que usan a veces los olmecas pero que cubren todo su cuerpo sobre todo las mujeres.
·         ¿Son adornos? Preguntó Aebe.
·         Si, dije indeciso. Adornos muy importantes para ellos y que no pueden dejar de usar. En su tribu les obligan a usarlos. No es como aquí los olmecas que usan su maxlalt  cuando quieren. Ellos lo tiene que usar siempre, porque dicen que es lo que les distingue de los animales. Algo así ocurría en mi tribu donde nací.
·         Tú no llevabas nada cuando te encontramos en la playa. Estabas como nosotros.
·         Cierto, el mar me los quitó. Cuando caí del barco aun los tenía. Ahora que he aprendido a no tenerlos que usar  me siento feliz.

Que les dijese a mis compañeros que el no uso de  lo que les había descrito como vestido significaba que nos considerasen como animales les irritó bastante. Estaban dominados por el asombro y la cólera. La misma Pineabe  se endureció mucho. Temía haber ido demasiado lejos aunque les estuviese diciendo la verdad.
No era solamente por el encuentro con  gentes llenas de prejuicios sino pensando en los españoles con los que pronto o tarde  nos encontraríamos. Íbamos a ser despreciados ahora por  gentes  de nuestra región y más terriblemente por los españoles y su estrecha mentalidad. Para ellos  seríamos personas que  jamás nos habíamos separado de la naturaleza, por lo tanto inferiores y despreciables a los que había que “domesticar” como animales que éramos. La civilización significa la mayor parte de las veces la sujeción al consumo de los superfluo e inútil.
·         Los olmecas no nos desprecian ¿por qué lo harán otras tribus? Preguntó Pineabe
·         Los olmecas, respondí yo, son un pueblo de sabios. Si usan  cosas innecesarias, lo hacen por adorno, no por necesidad o porque se les obligue. Son cosas   para ellos comolos juguetes que usan los niños.
En cambio la mayoría de las gentes que irán llegando están orgullosas de sos  juguetes y creen que ellos les hacen poderosos y capaces de  dominarnos a nosotros que no los tenemos ni los deseamos.
·         Nada de lo que dices ocurrió en la reunión de los chamanes en la que  hace muchas lunas estuvimos, aunque también llegaron  representantes de esas gentes. Dijo Pineabe con dureza y desconfianza.
·         Era un reunión de sabios. La de ahora será de guerreros y políticos. Y mercaderes.
·         ¿Cómo sabes lo que va a ocurrir? Dijo Sokino molesto.
·         Porque me he dado cuenta  por lo que nos han contado los olmecas que las gentes de las ciudades de piedra se parecen mucho a las  gentes de las ciudades de mi antiguo país.
·         Si todo  es como dices, dijo Nujena, no podremos sufrir su insultante conducta.
·         Por eso he querido que conversemos ahora de ello. Tenéis que comprender que ellos no nos desearán insultar. Solamente son así. He aprendido entre vosotros que un sabio observa indiferente y sin mover  un músculo de su cara y luego medita en su corazón.
Hay algo más importante. Ellos no tienen mujeres guerreras como entre nosotros. Quizá lo han escuchado como leyenda. Por tanto para que inmediatamente comprendan la diferencia debéis llevar siempre vuestras armas.
·         Aquí nadie lleva armas, dijo Pineabe. ¿Llevarlas será una ofensa para los olmecas?
·         Pineabe tiene razón. Debemos  hablar con ellos este asunto.
Me inquietaba mucho la situación desacostumbrada para mis compañeros que iba a tener lugar unas horas más tarde. Impensadamente vino en mi ayuda Nujena.
·         Te comprendo, Apoena. Agradecemos tus palabras. Seguiremos tu opinión. No temas que cometamos imprudencias. Será difícil la convivencia con esos extranjeros, pero podemos aprender de ellos para cuando lo necesitemos. Honraremos la hospitalidad de los olmecas.
·          Y….?si ellos no la honran? Dije dudoso.
·         Apoena, dijo sonriendo por primera vez Pineabe en todo aquel tiempo, ¡siempre imagnas lo que hará la caza  antes que aparezca! Primero hay que ver la presa y luego disparar la flecha. Los olmecas nos acaba de decir que ellos nunca han sido dominadospor las tribus porque ellos no luchan.
Sonreí con cierta vergüenza. Como siempre ella me conocía bien. Yo viejo soldado no podía comprender  algo que parecía tan contradictorio con lo que se me había enseñado siempre. ¿Pineabe estaba más cerca que yo  para comprenderlo a pesar de haber sido siempre entrenada como guerrera?
Me gustaría conocer el secreto de los olmecas, aunque me pareciese imposible de poner en práctica. Si lo que ellos habían expresado era posible también para nosotros me liberaría particularmente a mí de tener que enfrentarme con mis hermanos de nacimiento los españoles.
·         Tendríamos que  huir  siempre hacía el sur, reflexionó Nujena, asi como lo hicieron  nuestros abuelos. Eso ocurre siempre con las tribus más débiles cuando son atacadas.
No es nuestro caso. Somos una tribu numerosa y fuerte. Nunca abandonaremos nuestro territorio de caza y recolección. Si ya hace mucho que las tribus cercanas no nos atacan es porque saben que somos fuertes  y nuestros guerreros feroces,-
·         Cierto, dije yo, pero los olmecas no han sido sometidos nunca ni han tenido que huir hacia el sur. Dijeron muy claramente que no luchaban ni huían. Eso es lo que no comprendo. Además está claro que las tribus de las ciudades de piedra son mucho más numerososas y fuertes que las que nos rodena a nosotros.
·         Nos debemos apresurar, dijo Pineabe, a pedir a los olmecas que nos intruyan en sus artes de guerra. Ellos nos acaban de decir que vivimos “solo en parte” las tradiciones que trajeron los  hombres que llegaron de las estrellas y que las practicamos sin conocerlas bien y sólo por costumbre. Eso quiere decir que hemos olvidado muchas cosas y que no hemos tratado de perfeccionarlas como lo han hecho los olmecas.. Hemos copiado durante generaciones lo que los antiguos creían y hacían, pero sin añadir nada de nuestra experiencia como si lo que ellos hacían en su tiempo fuera siempre lo mejor para nosotros. Ahora  debemos tratar de aprender lo que nos salve de alguna manera de esos extranjeros que  dicen están llegando.
Absorbidos en nuestra meditación colectiva no escuchamos en el chirriar de las piedras que rodeaban nuestra maloca que se acercaban visitantes. Llegaban el tercer Orador y su compañera. Me sorprendió aquella rara visita  inhabitual en medio de la noche. Algo grave y urgente les había trídso en aquellos momentos. Con sus ceremoniales inclinaciones nos saludaron y tomaron asiento entre nosotros. La costumbre  era permanecer  aparentemente impávidos y no hacer preguntas tales como en un a reunión en España que habría lanzado inmediatamente  una serial de interrogaciones.
Enseguida la compañera del Orador tomó la palabra:
·         Hemos venido porque estábamos seguros que estrían conversando y trtando de comprender lo que han escuchado en la reunión del consejo. Entre nosotros ocurre algo parecido y para vosotros aun tiene que ser más nuevo. Estamos en el comienzo de  dificultades grandes mayores de las que se han dado antes de ahora.
Cuando Nujena  ofreció a nuestros visitantes un pocillo de chocolalt, sentía un poco de vergüenza consciente de nuestra torpeza en elaborarlo.
·         Sí, dije yo, Hemos estado conversando sobre lo que escuchamos y necesitamos  conocer muchas cosas que no entendemos.
·         A eso vinimos ambos. Es normal que estéis confuso conociendo tantas cosas ajenas a vuestro modo de vida y a las tradiciones que se os han comunicado por vuestros mayores.
Ante todo os debemos explicar algo. Entre nosotros no existen las mujeres-madre como en vuestras tribus.
Beu, sin embargo, mi compañera es igualmente una amazona y todas las otrs mujeres lo son igualmente entre nosotros
Nosotros los olmecas como era entre los  humanos que vinieron de las estrellas la diferencia entre un macho y una hembra consistía únicamente que las hembras paren los hijos y los alimentan con su leche.
Entre los hombres de las ciudades de piedra que olvidaron esto no existen sino mujeres-madre. Esta diferencia crea una desigualdad entre los diferentes seres y es la fuente de rencillas, luchas y discordias. Las tribus se vuelven “pesadas” al especializarse sus componentes en tareas diferentes y exclusivas y dependen demasiado unos de otros.
·         ¿por qué las tribus  abandonaron las tradiciones de los hombres de las estrellas? Preguntó con brutalidad Aebe.
·         Es difícil de explicarlo.. Cuando las mujeres se hicieron diferentes de los hombres y se dedicaron únicamente a hacr felices a los varones y parir hijos se quedaron inválidas. Los hombres las tenían que proteger, guardarlas de otros varones. Latribu perdió su movilidaddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddd y se tuvieron que radicar en lugares determinados en forma permanente. Es el comienzo más pronto o tarde de la creación de las ciudades de piedra. En ellas los clanes ya no son los descendientes de un hombre , sino los que obedecen, se someten a un hombre.
Igualmente cuando las gentes se reúnen en un poblado acaban dándose cuenta que las plantas que antes recogían, las pueden colocar en un solo lugar para que las mujeres las cuiden y multipliquen. Así se olvida la forma de vivir de los “primeros”.

La lucha por los territorios de caza y recolección ha sido siempre el comienzo de nuestras luchas fratricidas. Para las gentes de las ciudades  han sido el comienzo de la esclavitud cuando se dieron cuenta que los prisioneros  que tomasen podían ser utilizados para esas  grandes construcciones  a las que ellos se han aficionado tanto y más tarde a los trabajos que como sucede en las tribus se hacen con la colaboración voluntaria de todos.

Todos mis compañeros  miraban a los olmecas con ojos desorbitados mientras nos explicaban estas cosas qque para mí eran lógicas y sencillas.
Les era difícil de comprender que en otros pueblos existiesen jefes absolutos que podían, incluso, disponer de la vida o muerte de las personas a su arbitrio.. Para ellos esto era una aberración inconcebible. En nuestra tribu la jefatura no existía y solamente  se creaba momentáneamente para la caza y la guerra. Terminadas estas situaciones de emergencia el jefe volvía a ser un guerrero común, guardando cierto prestigio por  sus éxitos o bien desprestigio por sus errores. Tampoco en la guerra se tomaban prisioneros. La lucha estaba destinada aque los enemigos huyesen y no volviesen más. No era una lucha de exterminio en sí misma. Esto  tenía la ventaja de no generar  posteriores acciones de venganza. Raramente los vencidos se reagrupaban e intentaban un nuevo ataque.
La recolección yla caza estaban destinadas a un consumoinmediato. No generaban excedentes. Lo que cada uno fabricaba  con sus manos era para el suo propio o familiar. En escasa ocasiones se regalaba algo de lo fabricado o se intercambiaban objetos, utensilios o armas.
Yo había explicado multitud de veces a Pineabe en nuestra vida común muchas de estas cosas que ahora trataban de inculcarnos los olmecas. Siempre después de múltiples explicaciones ella no me comprendía porque  todo ello estaba muy alejado de lo que ella y todos nosotros vivíamos en la tribu. Esto mismo  motivó la reacción de Sokino.
·         No te entiendo. Todo lo que nos explicas no tiene relación con nuestra vida.
·         No Importa, dijo pacientemente el Orador. L que no entiendes ahora puede serte de utilidad más tarde. Basta que sepan que muchos otros pueblos tomaron el camino equivocado de la Vida y cuando esto ocurre se va a donde no se habría querido llegar nunca.
Si vivieseis entre las gentes de esos pueblos os daríais cuenta lo triste y apesadumbrada que resulta su vida porque ellos mismos llegan a ser esclavos de aquellos que se hacen sus Jefes, sus chamanes y todos esos dioses que les imponen. En los pocos días que conviviréis con algunos de ellos  muy pronto os daréis cuenta que parecen personas como aquellos que nacen  sin mente.
¿Tú nos comprendes Apoena?
·         Si, Asentí tristemente. En mi lejano país era parecido y peor. Yo conviviendo con  mis nuevos hrmanos tuve que “aprender” a “desaprender”. Eso me ha costado mucho esfuerzo y sufrimiento. Me sucedió como ahora les ocurre a ellos. Casi todo lo que se me había enseñado como lo mejor descubría que aquí no servía para nada, que eran solamente convenciones  puestas por las gentes que nos dominaban. Ahora estoy muy orgulloso de mi nueva vida y de que mis nuevos hermanos me hayan aceptado..
·         ¿Aunque lleguen donde vosotros  las gentes de  tu antigua tribu tus hermanos de nacimiento?
·         Aunque lleguen. Si ellos nos atacan no dudaré de luchar contra ellos. He aceptado ser un “renegado”.
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X LA ASAMBLEA DE LAS TRIBUS

Al siguiente día, fuimos invitados por algunos de los olmecas a una larga caceria. Cuando volvimos dos días más tarde habían llegado las delegaciones de todos los pueblos y tribus convocads por los olmecas. Cuando  nos informaron de ellos los primeros vigías creímos que íbamos a encontrar a nuestra llegada una bullente ycolorida multitud. Sin embargo, el poblado estaba tan aparentemente calmo como cuando lo dejamos. Tardaríamos en conocer la razón de ello.

No todas las tribus y naciones convocadas habían enviado  nutridas delegaciones. Solamente eran importantes las de los mexicas, teznapotecas y acohuas. De todas maneras  los recién llegados eran muchos y los olmecas tomaron una serie de disposiciones hábiles y astutas para minimizar todo tipo de problemas que se pudieran  suscitar. Pidieron que todos acampasen un tanto alejados de nuestro poblado. Cada tribu elegiría solamente a dos representantes para que tuvieran voz y voto en la Asamblea y que habitarían  en nuestro poblado durante ella.
Todo aquel que quisiera entrar en el poblado  olmeca igualmente que sus representantes no debería  llevar vestido alguno, ni armas o adornos. Todo ello tenía diversas finalidades y sobre todo que los orgullosos pueblos de las ciudades  por su identificación  hiciesen gala de su poderío tradicional o que otros pueblos los identificasen inmediatamente como sus enemigos.
Se nos advirtió a todos que las reuniones comenzarían alamnecer, se detendrían en las horas de mayor calor para continuar en la tarde.

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Los olmecas, a pesar de haber sido los convocantes se atuvieron a las normas y solamente fueron representados por el Tercer Orador y su compañera. Para nosotros hicieron una excepción  decidieron que asistiésemos los cinco. Estoy convencido que lo hicieron para mi seguridad.
En la Asamblea  no había mujeres excepto las dos amazonas y la olmeca. Cuando digo en la Asamblea me refiero a dentro de la bóveda y participando de la discusión, Fuera de la bóveda como auditorio se encontraba la totalidad de los olmecas.
El tercer Orador dirigió la reunión.
Después de una breve plegaria al sol, divinidad reconocida por toso los presentes como la fuente de la vida, el olmeca habló más o menos así:
·         Hermanos de todos es sabido que durante innumerables lunas, aquí y allí, siempre en diferentes lugares han sido avistadas grandes canoas  tripuladas por gentes de piel muy blanca, peludas y muy diferentes de todos nosotros.
Se han visto de lejos al principio. Luego  han descendido  de sus naves y llegaron a poblados. Su  lengua nadie la entiende. Se esfuerzan  en intercambiar extraños objetos siempre por adornos que las gentes de algunas tribus usan como distintivo.
Si las tribus muestran la desconfianza natural y no les reciben amigablemente usan sus armas contra ellos especialmente una que lanza rayos y truenos pequeños y que mata a distancia. Ellos usan sobre su cuerpo vestidos duros como los de los mexicas a los queno penetran nuestras armas.Encambio lasarmas de ellos son muy cortantes de tal modo que cercenan nuestro cuerpo desnudo con facilidad, incluso el más protegido de los guerreros náhuatles
Cuando se van suelen aparecer repentinamente en lugares muy lejanos. Nadie, aun, conoce sus verdaderas intenciones, pero suponemos que desean, cuando sean lo suficientemente numerosos, apoderarse de  nuestros terrenos de caza y recolección

Se nos ha dicho que algunas de las tribus creen que pueden se los descendientes de los diose que después de vivir un tiempo  con nosotros, partieron hacía el Oeste diciendo a su partida que llegaría el momento en que volverían.
Entre nosotros todos hemos escuchado  hablar del  benigno Quetzaltcoal y entre los lejanos incas de los venerables Viracocha y Tonapa. Otros pueblos hablan también de dioses que un tiempo vivieron con sus antepasados y que partieron prometiéndoles que volverían a visitarles
Nosotros los Olmecas que se trató de extranjeros que llegaron desde lejanas tierras que se encuentran al otro lado de la Gran Agua Esos llamados dioses, erían exploradores  que trataron de preparar la expedición de las gentes de esas lejanas  tieras para  apoderarse de nuestros territorios de pesca, caza y recolección..

Lo que la mayoría de vosotros ignoráis es que  un hombre de esas lejanas tribus  vive entre nosotros y está aquí mismo. Hace muchas lunas el mar  lo arrojó en nuestras costas muy al sur de donde estamos. Una lejana tribu de los tupies  le hizo uno de los suyos y el nació de nuevo como tupi. Nosotros los olmecas habiendo tenido conocimiento de ello  enviamos una embajada a ese lejano lugar y pedimos que él, que ahora es un ilustre guerrero, viniese a nuestra Asamblea de todos los pueblos. La tribu aceptó nuestra petición y le ha enviado acompañado de dos grandes guerreros y dos mujeres guerreras orgullo de esas tribus, cuya existencia solamente la mayor parte conoce por las leyendas.
Luego dirigiéndose a mí:
·         Apoena  ponte en pie para que todos te conozcan.
Al enderezarme cundió un fuerte murmullo, algo poco común entre estas gentes y sentí, sin mirar que todos los ojos se centraban en mí. Permanecí con los ojos bajos  sintiendo sobre mí la desconfianza, y hostilidad de csi todos de los asistentes. El Orador continuó:
·         Apoena os referirá cuales piensa que son los designios de las gentes de su lejana tierra y si ellos son humanos o dioses. Creedle porque eel ha demostrado ya que no es un extranjero, ni un espia sino uno más de nosotros dispuesto a lluchar como uno más contra los invasores.

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Me volvía a sentar en mi lugar. Los cuchicheos continuaban en diversas lenguas sobre las que sobresalían los duros terminos de la lengua náhuatl que yo no comprendía pero que  me era fácil de identificar. Además aunque los hubiese entendido en el estad od e confusión en que me encontraba no me habría ayudado nada
El Orador dejó largamente que los presentes  digiriesen todo lo que les había dicho. Mientras tanto hablaba con aquel que  pronto sabría que era la persona más poderosa de toda quella reunión, el embajador de los mexica. Cuando ambos, supongo, consideraron que los comentarios estaban momentáneamente agotados, el hombre representante de la lejana y poderosa Technochtitlan, el Centro del Mundo, empezó  a decir:
·         Ahora estamos ya dispuestos a escuchar al hermano que llegó de lejanas tierras.
En algún otro lugar según mis enseñanzas antiguas me tendría que haber incorporado y para dirigirme al centro del  anfiteatro y enfrentar al auditorio.. No es la costumbre de estas tierras y aquí tampoco lo era. Bastaba con quedar sentado y hablar  lo más claramente posible. Además iba a necesitar  bastante ayuda de mis compañeros ya que mi interlingua era muy deficiente. Aquella admirable bóveda hecha por los olmecas bajo la que estábamos sentados tenía la propiedad de tener una increíble resonancia que se repartía en forma uniforme, de tal manera que el que hablaba, si lo hacía en forma pareja y clara se escuchaba como si se encontrase frente a uno. Lel Orador me animó a hablar:
·         No sé, dije sin levantar los ojos del espacio delante de mis piernas cruzadas, venerables hermanos, como ordenar mis palabras de manera que sean claras para todos..
·         Entonces, intervino la mujer olmeca en mi ayuda, para ayudarte yo te haré preguntas
Algo que se preguntan casi todos de los presentes y han comentado como así que las gentes que llegan  tienen el cuerpo tan pálido y y son tan peludos, tu cuerpo es casi como el nuestro.
También desean sabe como llegaste a nuestras tierras y el designio que te trajo. Necesitamos que disipes muchas dudas de nuestro corazón.
·         Lo intentaré hacer. Escuchen, hermanos con atención.
No os extrañéis que ahora tenga mi cuerpo semejante al vuestro. Cuando me arrojó el mar a estas tierras mi cuerpo era semejante al de las gentes que algunos  de vosotoros podéis haber  visto de lejos. Esos hombres desde que nacen llevan siempre su cuerpo cubierto con pieles postizas que nunca se sacan. Sabéis que   en algunas de nuestras tribus se encierra durante mucho tiempo a los jóvenes antes de su iniciación y sus cuerpos se vuelven bblancos.
He llegado a etas tierras hace  muchísimas manos de lunas y en mi tribu no se usa  cubrimiento alguno ni siquiera el maxlat. He vivido expuesto a los terribles soles, lluvias y vientos. Mi cuerpo se fue haciendo como el vuestro. Además el sabio shaman que fue como mi padre decía que los hombres con pelo en su cuerpo recuerdan a los animales y sabiamente cons sus artes me lo extirpó. De  la verdad de lo que cuento  pueden dar testimonio  los compañeros de mi tribu que me acompañan. La amzona Pineabe  que fue una de las primeras que me encontró alcanzó a ver  a dos de mis compañeros que también arrojó el mar  que eran como yomismo entonces

Ahora trataré de deciros cómo y por qué llegué a estas tierras. Al otro lado de la Gran Agua que es tan inmensa que desde el lugar donde nací hasta aquí, con suerte,  pasan dos lunas o tres las gentes como algunos de vosotros  viven en inmensas ciudades de piedra y son tan numeroso como las hormigas. Allí ya los territorios de caza y pesca son muy escasos, lo que hace que esas gentes  luchen frecuentemente entre sí.

Un día  un navegante extranjero llegó a nuestras tribus  diciendo que existían otras tierras al otro lado del la Gran Agua  que rebosaba de animales, plantas para comer  y sobre todo esas piedras hermosas que las gentes de mi antigua tribu  estiman y desean tanto. Los grandes caciques convencidos  por sus palabras  hicieron fabricar esas grandes canoas que algunos han visto a la distancia y las gentes se animaron a hacer ese viaje de muchas lunas y llegaron a islas cercanas de esta otra inmensa isla. Ahora esas islas pequeñas están llenas de las gentes de mi antigua tribu los hombrs pálidos y peludos. Las gentes que vivían en esas islas hablaron de vosotros y ellos  empezaron a desear vuestras tierras. Enviaron la noticia a las tribus lejanas y por eso están llegando cada vez con más frecuencia hasta  nuestras playas.

Yo haya lejos cuando supe de vuestra existencia y manera de vivir tan diferente de la que yo llevaba quise venir a conoceros. Yo tenía mi propio territorio de caza y recolección, no necesitaba viajar paraarrebataros vuestras tierras sino con el deseo de aprender de vosotros. Ni siquiera pensé nunca llegar a las islas que hace tantas lunas habitan las gentes de mi país. Cuando ya estábamos cerca de esta inmensa isla un terrible huracán  destruyó la gran canoa en que yovenía con muchos otros hombres. Todos murieron menos yo que me desperté en una inmensa playa. Las gentes de mi verdadera tribu  me recogieron y me salvaron. Curaron mis heridas y finalmente me adoptaron como uno de ellos. Ahora soy un guerrero tupi y tengo numerosos hijos tupis.

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Así dí por terminado mi relato esperando que hubiera sido convincente para quienes me escuchaban sin duda con mucha desconfianza. Pensé que mi descripción había sido pobre y poco creíble. Me resultaba  imposible explicarles de forma más clara que venía huyendo de una vida semi cortesana que había terminado por hacérseme odiosa. Cierto que lo que les dije, aunque nunca hubiese soñado llegar a ser  ni siquiera semejante a ellos en su modo de vida.
Estaba perfectamente consciente ya en ese momento que  eran dos mundos los que se estaban enfrentando, no solamente diferentes por su modo de vivir y costumbres sino por  una forma de concebir el mundo que carecía de puntos en común y que serían irreductibles en cuanto llegasen a una relación más estrecha.
¿Cómo explicarles la insaciable codicia de las gentes que llegaban por metales y piedras que ellos o no conocían o no estimaba? El valor desorbitado de los condimentos tales como la pimienta, la nuez moscada por las cuales multitud de hombres habían arriesgado su vida en vano.
La mayoría de los allí prentes en la Asamblea estábamos felices no teniendo vestido alguno ni calzado y que para sobrevivir solamente necesitábamos el arco y la flecha y una lanza frente a gentes ávidos de acumular  en innúmeros arcones vestidos y joyas que raramente llegarían a utilizar. Solamente después de largos años vividos entre ellos y como uno de ellos había aprendido a estimar esta vida despojada y plena frente a aquella otra que ahora para mí era sin sentido.

Poco a poco, después que callé se fueron despertando los comentarios a mi alrededor. Primero, casi en un susurro, finalmente vivos y violentos. Ello me significaba claramente lo contradictorias que les debían haber aparecido mis  palabras. La gravedad de la situación se mostraba por el hecho que siendo personas acostumbradas a discutir mesuradamente se mostrasen  tan excitadas. Yo no entendía nada porque ellos discutían en nahualt  la más común para ellos.
Los olmecas prefirieron invitar a la Asamblea a disolverse diciendo que se continuaría más tarde al anochecer.

Nos retiramos en pequeños grupos. Mis compañeros no estaban contentos por la reacción que había suscitado mi informe. Una vez más se preguntaban que objeto había tenido nuestro largo viaje para participar en aquella asamblea.
·         Es completamente inútil, Apoena, nunca te comprenderán ni aceptarán. Nosotros mismos tenemos dificultad para entenderte a pesar que ya has vivido tantas lunas entre nosotros.
El viejo chaman te comprendía pero nosotros no. Nadie abandona su tribude origen por las razones que tu das.
·         ¿Tú, Pineabe piensas como ellos?
·         Yo pienso como ellos. No es imposible comprender a gentes como tú. Te aceptamos como eres, tú nos aceptas como somos. Esa es la razón por la que ahora eres uno de los nuestros.
De todas maneras debes responder a las preguntas que te van a hacer lo mejor que puedas. No te van a creer ni tampoco tus buenas intenciones. Yo tampoco entiendo la lengua en que discuten, pero se leer en sus bocas y ojos mientras hablan. Estás en peligro.
Nos encontrábamos comiendo cuando llegó Beu Ribé  la olmeca. De nuevo sentí que su visita no era casual, como tampoco lo fue la de la noche anterior. Conforme a sus formas de cortesía hablaría largo tiempo antes de manifestarnos la verdadera razón de su visita. Era inútil ponerse tenso. Sin embargo empezó a decirnos lo que no esperábamos.
·         Nosotros los olmecas que os hicimos venir estamos muy preocupados por vuestra seguridad. Nosostros  te entendemoss y también a ellos. Para ellos no eres sino un enviado de tu tribu de origen para conocernos mejor y podernos atacar cuando llegue el momento. Ya muchos dicen que debes morir. Ser sacrificado a sus dioses.
·         De todas maneras creemos que debes presentarte aun esta noche a la Asamblea. En ella no corres peligro. Deberás hablar si te lo piden y contestar a sus preguntas diciendo sin rodeos lo que  los que  fueron tu pueblo intentarán  hacer.
Hemos decidido que esta misma noche terminadas las deliberaciones todos vosotros partiréis de regreso a vuestra tribu. Os acompañarán un grupo de los nuestros  que garantizarán  absolutamente vuestra seguridad utilizando nuestros conocimientos. Ellos están ya preparando ya todo los bastimentos y regalos necesarios  para vuestro regreso con honor a vuestra tribu.

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Las determinaciones  tomadas por los olmecas y que Beu nos comunicó me dejaron bastante desorientado. En cambio meis compañeros con su habitual flexibilidad las enfrentaron como lo hacían con cualquier acontecimiento y se aprontaron a enfrentar la nueva realidad. Inmediatamente con su espíritu práctico se pusieron a ordenar  el espacio en que habíamos vivido tantos días para dejarlo tal cual lo recibimos. Empaquetaron cuidadosamente los paquetes de flechas, verificaron los arcos, macanas y lanzas. Prepararon los alimentos que aun teníamos envolviéndolos en hojas y buscaron unas calabazas para llevar agua. Un poco ato una ligera impedimenta estaba lista para partir inmediatamente.
Cuando se estaba poniendo el sol nos dirigimos al lugar de la Asamblea.
Al acercarnos advertimos que la cúpula estaba rodeada por una multitud mucho mayor que de ordinario. Era la consecuencia de mi reciente intervención a no dudarlo. Nadie llevaba arma alguna ni  nada distintivo, absolutamente desnudos según lo estipulado pero no implicaba que no hubiesen escondido mañosamente armas  en las cercanías. Cuando llegamos nos abrieron calle. A pesar de la afectad indiferencia la tensión era grande.

En la penumbra de la bóveda todo aparecía tranquilo. A pesar de que habíamos  llegado  con adelanto, todos ya estaban silenciosos en sus habituales sitios. El silencio ominoso me resultó de mal agüero.

Cuando me senté  y concentre´ observé que si bien en la bóveda había silencio afuera se escuchaba como un zumbido producido por el apagado murmullo de la multitud que nos rodeaba. Un zumbido parecido al de un descomunal enjambre de abejas.  Un rumor que no era monocorde sino que subía y bajaba en intensidad. Me preguntaba si se estaba esperando que aquel rumor cesase para comenzar nuestras discusiones. Al cabo de un rato  observé  como Beu rivé se incorporaba  de su lugar y salía al exterior con aquellos movimientos precisos que tanta admiración me producían cada vez que una olmeca  caminaba. Poco después se escuchó afuera  su voz cristalina y rimada que sin duda se dirigía a los asistentes externos. Cuando ella entró de nuevo el zumbido estaba amortiguado para morir a los pocos instantes.
El Primer Orador se incorporó. Yo no había advertido su presencia y con una solemnidad poco acostumbrada en él se dirigió a mí:

·         Hermano de lejanas tierras hemos meditado con cuidado en las palabras que proferiste cuando el día aclaraba. Lo que  dijiste ha creado confusión, extrañeza y desconfianza en la mayoría de los presentes, representantes de innumeras tribus del norte y del sur.
No creen que tus palabras sean verdaderas  dando razones tan vagas y desacostumbradas como las salidas de tus labios. Sin embargo, no estamos reunidos para hacer un juicio sobre tus palabras, lo que juzgamos verdaderamente importante es que conozcamos los designios de la llegada de esas gentes provenientes de allende la Gran Agua.,Todos piensan que  han llegado para invadir nuestras tierras y ciudades y arrebatarnos nuestaras regiones de caza, pesca y recolección.

Todos los presentes desean pedirte que seas claro y que declares las ocultas amenazas que están detrás de tus palabras. Como hablas más nuestra lengua común, Beu será quien traduzca tus dichos.
Inmediatamente uno de los asistentes en un lenguaje gutural e imperioso se lanzó en una larga perorata. Cuando terminó Beu en su florido y musical tono tradujo:
·         El Gran Mujer-Serpiente mexica, embajador y lugarteniente del Venerable Orador de Technochtitlan dice:

Hermano, te dices ser uno mismo con los hombres que han sido divisados a lo largo de nuestras costas en diferentes ocasiones. No podemos creerte como tampoco tu largo y confuso discurso. Nos pareces como un habitante de las islas, despreciable Caribe enviados por esas gentes para espiarnos. Esto  último, igual que el castigo que mereces lo determinaremos más tarde.

Nuestro Venerable Orador que antes de serlo fue durante mucho tiempo sacerdote y que conoce como nadie todas las antiguas tradiciones de nuestro pueblo, ha determinado que esas gentes tan diferentes de todos nosotros y que tu te atreves criminalmente a decirte de su linaje, son los mismos dioses que un día se alejaron con la promesa de volver avisitarnos.
Nuestro pueblo mexica nunca ha olvidado su promesa y ha esperado el retorno de sus lejanas moradas. Digo con orgullo que somos el pueblo que  que más honramos a los dioses. Durante ese katún de lunas  les hemos esperado sacrificando  innumerables  víctimas  para alimentar con su corazón a los dioses. Ahora cuando ya vuelven , deseamos saber  que desean que hagamos para recibirles dignamente.
Estamos seguros que dada nuestra lealtad hacía ellos los dioses nos erigirán a nosotros los mexicas como su pueblo preferido. Como siempre arriesgaremos nuestra vida para ofrecerles la sangre y los corazones que ellos  acepten como ofrenda.

Lo mexicas creemos que los dioses que regresan querrán comenzar su benévola visita y enseñanza partiendo del Único Centro del Mundo para dar brillo a nuestro pueblo. Nos enseñarán una mayor sabiduría para que nosotros sometiendo a los otros pueblos la extendamos entre los bárbaros que aun no concenlos esplendores de las ciudades, sus artes y riquezas así como la obediencia a nuestro Venerable Orador.
Nosotros los mexicas respetamos las formas de viri de los pueblos que sometemos  enseñándoles  nuestra religión, ciencia y artes y todas las otras cosas que ellos ignoran. Estamos satisfechos con que  hagan los sacrificios rituales a nuestros dioses y cada cierto número de lunas nos entreguen  las más hermosas mujeres y vrones para que sean sacrificados en la gran Technochtitlan

Ahora  extranjero te conminamos que constes derechamente si los dioses  que vienen de tan lejos  y a los que osas pertenecer  vienen, como suponemos benévolos y bienhchores.

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Necesitaba tiempo para responder no sabiendo cómo  hacerlo. Estaba sorprendido por el desmedido panegírico que hacían de su pueblo.
Además estaba estupefacto dela confusión que hacían de los españoles con sus míticos y, al parecer, sanguinarios dioses. De nuevo  escuchaba la creencia en el “retorno”que había escuchado en las  explicaciones de los olmecas y que tampoco estaban tan lejanas de  otros pueblos, incluso dentro de la religión católica.
Pensé igualmente lo terrible que podía ser esa creencia si los españoles llegaba a conocerla yla explotaban inteligentemente.
Era evidente que mi respuesta debía ser diplomática y vaga.
Era claro que el despótico personaje me veía como un ser despreciable, poco creíble y que debía ser sometido a los más exquisitos tormentos antes de ser ofrecido a sus dioses. Finalmente me decidí:
·         No es importante demostraros si en otro tiempo pertenecí a las gentes de la tribu que viene de donde se pone el sol.
Ahora pertenezco a la tribu que me recogió agonizante y me adoptó como uno más de sus guerreros.
No he sido enviado por los que pensáis son dioses ni como explorador ni espia.
Os felicito por vuestros esfuerzos de venerar y honrar a vuestros dioses para mantenerles propicios.
Aquellos dioses que vivieron entre vosotros hacen katunes de Ahusos enseñaron cosas sabias pero no son los que vuelven ahora que igualmente fueron discípulos de vuestros dioses y piensan  exactamente igual que vosotros. Ellos vienen para someteros y dominaros y enseñaros las cosas que dictaminaron sus propios dioses.
Conocen muchas cosas que vosotros ignoráis. Son ,si así lo determinaseis, dioses que no saben ni pueden todo.
Di a tu Venerable Orador que esto es lo único que yo le puedo decir.

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Cuando Beu terminó de traducir al nahualt mis palabras el engreído y orgulloso personaje contestó brevemente con algo que me pareció eran un conjunto de amenazas.. eran precisamente eso-
·         Dice que  espera que muy pronto él te hará arrancar toda la verda con tormentos que no soñaste y luego hacerte arrancar la piel y el corazón.
No temas que eso suceda, añadió sonriendo Beu.
Si bien el mexica  fingía no entender la interlingua, lo mayoría de los presente si la entendían como comprobé enseguida por la siguiente  intervención.
·         Soy acolhua y por tanto  miembro de la Triple Alianza. No necesito que  la olmeca me traduzca..
El que así hablaba era un viejecillo de aspecto  insignificante y con una piel de color semilla del cacao y parecía perdido en su asiento de piedra.
·         Extranjero, si tú eres de la progenie de los hombres de occidente, lo ignoro. Me custa creer en tus palabras, pero no tengo buenos argumentos para negarlas. Tu rostro es algo diferente al nuestro, pero existen gentes muy al norte que conocí cuando muy joven viajé por esos lugares donde el agua se convierte en piedra. Esas gentes también tiene grandes narices y ojos de color cielo.

En tu discurso hablaste de gentes que el mexica Mujer-serpiente, se empeña que sean dioses, los mismo que habitaron con nosotros hace muchos katunes. Yo no lo sé y no lo creo. Pienso que solamente son gentes diferentes a nosotros.
En tus palabras has demostrado no estimar  nada a las gentes que fueron de tu tribu. Esa es la razón por la que yo dudo de tus palabras porque nadie habla mal de su madre y hermanos. Cuando alguien reniega de su tribu es porque ha sido expulsado de ella como transgresor de sus sagradas costumbres.
Si verdaderamente fuiste uno de ellos eres alguien que debería ser justamente castigadod,. Sin duda  esa fue la razón por la que te expulsaron de sus tierras para que muriese en la Gran Agua. Has sobrevivido adoptado por una tribu agana a la tuya que  convenciste con tus palabras engañosas.

Me dí cuenta de la lógica de aquel viejecillo, teniendo en cuenta las costumbres generalizadas, al parecer, entre todas ls tribus de estos lugares. No mostraba, como el engreído mexica odio alguno sino el conjunto de dudas que debían albergar la mayoría de los presentes con mucha razón.

·         Venerable anciano, no puedo hacer que creas en mis palabras si no aceptas la sinceridad con que hablo. El mundo del que vine y el vuestro que no tiene comparación aun con las tribus más alejadas que hayas conocido. Todo lo que has dicho y piensas es cierto para ti que  supongo eres  habitante de las ciudades de piedra debes comprender que también es muy diferente la comodidad y el lujo de ellas con la sobriedad  y despojo de mi tribu de adopción. Sin embargo puede ser que alguno de vosotros, un día hastiado de ese lujo que implica siempre una sujeción a otros hombres y a muchas costumbres decida vivir como vivieron sus antiguos antecesores y trate que una de  esas tribus como la mia le acepte entre ellos. Eso es lo que me ocurrió a mí. Por eso me embarqué en las grandes canoas que se dirigían a las islas pero el temporal y los dioses me trajeron aquí.
En cuanto si las gentes que están llegando son dioses u hombres es algo que muy pronto conoceréis por vosotros mismos. Ellos poseen armas poderosas como el rayo y el trueno que matan a distancia y sobre todo visten de hierro un metal más duro que cualquiera de vuestras armaduras. Para vosotros serán dioses invencibles por más que no posean la bondad de esos dioses que esperáis y os sometan a todos para que les sirváis como vosotros  hacéis con otras tribus vecinas como yo he sabido.

·         Quizá, extranjero  a través detusúltimas palabras te crea algo más. No has tratado declararte inocente de mis acusaciones. Tampoco tratas que aceptemos a esas gentes que tu llamas tu antiguo pueblo. Supongo que un espia habría insistido en que confiásemos en ellos para mantenernos desprevenidoso quizá afirmando que ellos eran los dioses que algunos esperan.
Ahora bien, sí son hombres y no ddioses tú nos podrías aconsejar como tratarles, que regalos hacerles para conseguir su amistad y los pactos que  podríamos hacer con ellos.

·         Venerable anciano, respondí sintiéndome cada vez más abatido. Hasta ahora solamente habéis  visto a lo lejos unas pocas canoas y  unos pocos hombres que o no han desembarcado o si lo han hecho os han ofrecido míseros regalos.. Insisto que desde las lejanas tierras que viene son numerosísimos y grandes guerreros. En cuanto sepan que aquí hay grandes territorios de caza vendrán  en masa y llegarán en nubes espesa como las hormigas al final del verano  les crecen alas y buscan otros lugares donde devorar todo. Ellos también saben levantar inmensas ciudades de piedra que devoran todo cuanto está alrededor de ellas, como un animal insaciable.  En cuanto si tu piensas que yo podría ser su vocero  es precisamente lo que ellos desearían para convertirme en espía que fuese entregando tribu a tribu. No dudes, cuando ellos lleguen numerosos no queda otro remedio que la guerra o la huida.

En mi excitación no advertía que estaba hablando a gritos y que mis palabras estaban causando en mis oyentes una agitación cada vez más violenta. Hubo un momento en que ni yo mismo alcanzaba a escucharme.
Beu se acercó a nosotros  y no sindicó que la siguiésemos. Era tanta la agitación de la Asamblea que nadie se dio cuenta que nos íbamos o no le dio importancia.
En Pocos momentos estábamos en la  habitación olmeca que nos había cobijado hasta entonces. Empuñamos nuestras armas y seguidos por media docena de olmecas que nos esperaban en las cercanías para guiarnos y acompañarnos nos sumergimos con paso ligero en el bosque circundante.

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Nuestro regreso a la tribu fue tres veces más rápido que nuestro anterior viaje. Beu que era la jefe de la expedición imprimía un ritmo despiadado a nuestra marcha que todos, incluidos los olmecas, teníamos dificultad en mantener. Las dos amazonas  eran quienes lo soportaban mejor.
La tribu que ignoraba todo lo sucedido nos recibió con su habitual tranquilidad que se rompió tan pronto como supieron  las informaciones que llevábamos..
Los olmecas apenas descansaron de las agotadoras etapas  e inmediatamente tomaron el camino de vuelta a los suyos. Cuando por última vez les ví sumergiéndose en la selva que rodeaba nuestra aldea tenía la seguridad que jamás les volvería a ver.

Durante los meses de ausencia de la tribu no existía cambio alguno. Pasdo el primer impacto de la narración de todo lo que habíamos vivido y conocido se fueron desinteresándose y solamente el chamán Sirupré unos pocos más incluidos lo que habíamos vivido aquello nos mostrábamos inquietos conversando con frecuencia de todo ello.
De todas maneras siempre llegábamos a la misma conclusión “no podíamos hacer nada”. Solamente se hubiera podido detener a los espñoles mediante una completa  federación de las tribus creando una jefatura común. Eso   habría funcionando sobre todo  impidiendo cualquier intento de desembarco para no dejarles descender con caballos y armas pesadas. Trata de diezmas  a todos aquellos que tratasen de poner pie a tierra.
Todos sabíamos que aquello era imposible por  el desconocimiento que tenían las tribgus entre sí. Las viejas rencillas y desconfianza mutua añadido al ansia de  gobernar a todos de las ciudades de piedra.

En cuanto a nuestra propia tribu que aun juzgábamos muy alejada de los lugares de conflicto ¡cuán equivocados estábamos!  Solamente tenía que esperar vigilante cualquier señal de peligro. Dejar que los sucesos se desarrollasen y entonces tratar de tomar las medidas que estuviesen en nuestras posibilidades que eran como  para todos, luchar o huir.
Suponíamos que los pueblos pertenecientes a la Triple Alianza  estarían felices que el predominio mexica se disminuyese si estos eran atacados por los españoles. Nuestra tribu misma  que ahora sabía que era igualmente una amenaza para nosotros no trataría de ayudarles o defenderlos.

La única medida que tomó el Consejo tribal frente a nuestras aprensiones fue que nuestro territorio de pesca a orillas del mar  fuera habitado  por medio de una aldea permanente poblada por voluntarios que avizorasen frecuentemente la posible llegada de aquellas canoas anunciadoras de la posible llegada de los extranjeros.

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XII UREITA EL HIJO DEL RENEGADO

  • Así es como ocurrió todo, dijo tristemente Pineabe.
El espíritu de tu padre te debe haber revelado dentro de ti mismo su propia visón de todo lo que nos sucedió. Supongo que en parte será todo lo que te he constado tantas veces. Ahora tu eres  el nuevo dirigente y guerrero principal de la tribu. Una tribu que nunca antes había tenido un cacique. Todos te hemos elegido para que  reuniendo las voluntades  nos salvemos del exterminio total. Tú eres la última esperanza para nosotros los sobrevivientes, porque creemos que el espíritu de tu padre te habita desde este momento.
Eres de alguna manera el representante de dos mundos, el nuestro y el de tu padre. Juntas ambas inteligencias es posible que nos puedas conducir, como ha sucedido en otros tiempos, a un lugar donde  la tribu en seguridad pueda reproducirse de nuevo fuera del alcance de esos extranjeros.
  • Por estas razones que describe Pineabe, añadió el shaman, la tribu te acaba de elegir como su cacique, a pesar de tu juventud hemos considerado que necesitábamos alguien fuerte y lleno de nuevas ideas para llevarnos en una larga peregrinación a los restos diezmados de nuestro pueblo.
Bien sabes que el actual Consejo se compone  de jóvenes sin experiencia y de viejos  agotados  y heridos  por las batallas y continuas escaramuzas.
Los jóvenes te exigirán cosas desmedidas. Acciones que arriesgarían  a toda la comunidad. Los viejos  e inválidos tratarán de  de frenar tu iniciativa. Tendrás que aprender a frenar a unos y animar a los otros. Como cacique en tiempo de guerra tus decisiones serán inapelables y tendrán que ser cumplidas porque esa ha sido siempre nuestra ley ancestral.

  • He comprendido lo que decís, dijo meditativamente Ureita. En estos  días viendo por los ojos de mi padre me parece haber envejecido mucho. Ojala a través de lo que él me ha comunicado mi escasa experiencia se aumente y que el espíritu de mi padre permanezca en mí y me ayude.
  • También espero que la sabiduría de vosotros dos permanezca durante mucho tiempo a mi lado. Lo que se me enseñó desde que era niño que cuaqndo  por necesidad de la salvación de la tribu se exige un cacique, este se debe absolutamente al servicio de todos y cada uno de  mis hermanos.

Comprendo muy bien que que se ha finalizado  nuestro trabajo aquí en las grutas de nuestros antepasados, Nunca ni yo ni nadie  más podrá volver a pisar estos lugares y antes de nuestra partida definitiva la entrada de e ste lugar hermoso será cerrado con la ayuda de todos los miembros de la tribu para que jamás sea profanado.. así los espíritus de quienes lo habitan descansarán en paz al abrigo de cualquier intruso.

Ahora descenderemos al poblado y haremos lo que tengamos que hacer. Sé muy bien quue mi tarea no es morir en batalla sino salvar a los restos de nuestra tribu. Por eso mismo os ruego a ambos que no arriesguéis tampoco vuestras vidas porque sois de los pocos que conocieron el esplendor de nuestra tribu cuando era grande y fuerte.
Ureita en la bajada, ahora, encabezaba decididamente la bajada el camino que descendía en zigzag entre inmensos pedrejones y arbustos espinosos. Los otros dos le seguían, como si desde que salieron de la gran caverna  hubiesen descargado humildemente en él el peso de la iniciativa. Bien sabían que aquello entre ellos no significaba honor alguno sino una insoportable carga para el adolescente.
Ureita, por más que estuviese poseído por el espíritu paterno era bien diferente de su padre porque él  estaba sumergido en la realidad presente y no era como su padre creador de grandes proyectos. Así lo estaba experimentando cuando encabezando la marcha había emprendido el camino de vuelta a través del misteriosos dédalo de subterráneos, chimeneas y galerías en la más completa oscuridad. No esgía el camino reflexivamente “sabía” espontáneamente ekl camino a tomar como si su cuerpo reconociese cada ángulo, cada dirección cada plano. Sus manos, sus pies, toda la sensibilidad de su cuerpo desnudo conocía cada piedra, cada hueco, los gránulos y asperezas con una infalible certeza. Estaba todo él actualizado sin experimentar tensión alguna. Todos sus sentidos en contacto físico y actual con aquello que le rodeaba captaba precisamente  el mundo presente diferenciando y descodificando las señales que este le enviaba.
Esto sería así en adelante.

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Un poco antes de la salida de la caverna los tres comprendieron que era posible que la pantera les cerrase el paso, el ocelolt cuya presencia habían detectado  a la bajada. Ahora, en cambio el olfato agudo de ellos les enviaba claras señales de su presencia. Ya noera un olor residual sino la de un ser vivo presente.
Pineabe dijo suavemente:
  • Se trata de una hembra con dos crías
  • El macho puede estar cerca, añadió Sirupré
Sin ningún acuerdo se distanciaron uno de otro. Ya no podían seguir arrastrando sus lanzas detrás de ellos, debían pasarlas adelante, listas para repeler el ataque. Tenían  algo en su favor. El túnel que seguían era como un respiradero de las cavernas y el aire venía en su favor, La pantera  solamente sentiría  su presencia cuando estuvieran casi encima de ella.. El animal  estaría en el fondo de la caverna grande por donde ellos debían emerger, puesto que habría buscado lo más profundo y oscuro para parir. Solamente Ureita que iba delante la podría enfrentar- La primera lanzada tenía que ser mortal. Sirupré hubiese preferido que Pineabe hubiese enfrentado el ataque, ya que era aun muy ágil y tenía mucha experiencia.  Sin embargo  no podía disminuir la confianza del muchacho por sus aprensiones. Habría sido un mal comienzo para su nueva  vida.

La  circulación de  la corriente de aire les favoreció. El leopardo no estaba en el fondo de la caverna sino muy cerca de la entrada amamantando a sus cachorros, quizá medio adormecida. Se recortaba perfectamente gracias a la luz que se filtraba por la cortina de vegetación que colgaba frente a la entrada. Con sus finos instintos percibió un poco tardía a los intrusos que emergían de una parte que no esperaba. Ellos saltando al interior de la caverna se desplegaron dejando a Sirupré con el arco armado en medio. La ocelote les enfrentó con un maullido aterrador. Su instinto  le advirtió que el bajo techo de la caverna no le permitía su técnica preferida de salto. Con las fauces abiertas y  su ronco aullido amenazante les enfrentó bien asentada sobre sus patas y ligeramente encorvada. Esperando el ataque Esa vacilación le fue fatal, ya que la flecha de Sirupré le acertó entre sus dos omóplatos pasando sobre su inclinada cabeza. La fiera  intentó arrancarse la flecha siendo empalada simultáneamente por ambos lados quedando clavada en el arenoso piso. Murió casi inmediatamente después de un corto estertor. Era un animal enorme.
Pineabe saltando con precaución sobre el animal, sin hacer caso de los desorientados cachorros abrió con precaución la cortina vegetal. Se deslizó al exterior. Ureita y Sirupré la siguieron. El macho podía encontrarse en las cercanías. Recorrieron rápidamente la estrecha plataforma y emprendieron el descenso vigilantes.

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Cuando llegaron al calcinado lugar donde estuvieron las grandes malocas del poblado escucharon el primer aullido de alerta de un guerrero, vigia en el lindero de la selva. Pineabe contesto enseguida. Desde un árbol lejano se deslizó un joven guerrero, casi un niño que se acercó a grandes zancadas,
Mientras tanto ellos habían llegado a lo que fue la plaza del poblado. Nada quedaba de las grandes malocas sino algunos palos ennegrecidos y carbonizados. Las cenizas habían sido esparcidas por las lluvias huracanadas Sin embargo no hacía mucho tiempo de la feroz batalla que había tenido lugar allí mismo
.A las preguntas ansiosas de ellos, el vigia que en los días de su ausencia no había sucedido nada, ni se habían visto extranjeros de cerca ni de lejos.
Todos penetraron en el bosque. La experiencia les había demostrado que toda reunión  de grupos eran una presa fácil y vulnerable para los extranjeros, lo mismo que cualquier camino trillado o limpio. Los restos de la tribu estaban dispersos en el bosque bajo sencillos paravientos esperando las decisiones a tomar- Evitaban caminar muchas veces siguiendo la misma senda, no ignorando que los extranjeros iban acompañados por hábiles rastreadores de tribus que ahora eran fieles a los extranjeros. Lo más peligroso eran aquellas bestias que ellos traían a los que llamaban perros más hábiles y feroces que cualquier  rastreador nativo.
Finalmente Ureita y sus compañeros llegaron al espeso cañaveral donde estaban dispersos los paravientos. Los supervivientes después de la sangrienta batalla en que la  aldea fue destruida estaban severamente traumatizados. Ahora vivían continuamente en el sobresalto y temor. La flor y nata de guerreros de la orgullosa tribu habían perecido luchando. Ureita  ignoraba como él  había sobrevivido. Nada quedaba de las heroicas amazonas sino su madre que era casi una inválida. Muchas mujeres y niños habían sido llevados prisioneros, quizá para sacrificarlos al dios de los extranjeros. Toda resistencia había sido inútil frente aquellos extranjeros forrados de hierro, con tajantes espadas, montando  extrañas bestías que todo  lo pisoteaban.
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Ureita era aun muy joven cuando su padre volvió de una gran Asamblea de tribus en una región lejana. Aun todavía  hubo un largo tiempo de paz. Su padre  considerado guerrero principal tuvo el orgullo de atravesar  con los palitos de la mayoría de edad a Ureita al término de la iniciación de este .
Luego empezaron a llegar noticias de la destrucción de la gran  Technochtitlan y las grandes canoas extranjeras fueron avistadas con más frecuencia por los habitantes de la aldea e la costa.
La inquietud fue extrema cuando se supo que las tribus vecinas habían sido atacadas ya veces, destruidas por pequeñas bandas de extranjeros.  Su padre fue nombrado cacíque, decisión que solamente la tribu tomaba en situaciones extremas. Este reunió  a los mejores guerreros y partió con el deseo de  crear una confederación con las tribus vecinas para tratar de detener a los invasores.
Muy pocos volverían de aquella expedición Por su madre Pineabe  que fue traída muy herida supo que Apoena su padre mortalmente herido, fue rescatado en una carga suicida por las amazonas, Ellas todas perecieron. Apoena  murió sin caer en manos de los extranjeros que como ya se sabía  repartían en  diversos poblados los pedazos de los más heroicos guerreros para atemorizar a las gentes.
Apoena en los últimos tiempos había insistido continuamente en la vulnerabilidad de la aldea madre. Aun como Cacique  debía someter al consejo sus opiniones. Este nunca aprobó abandonar la aldea habitada desde innumerables lunas. Nunca creyron que los extranjeros ubicarían aquel lugar alejado y de difícil acceso.
En cambio los extranjeros que aun ignoraban la muerte de Apoena el rengado, arrebatado de sus manos cuando  estaba mal herido, supieron rastrear a los derrotados y ubicar así el lugar donde se ubicaba la aldea. Esta fue atacada un amanecer con ferocidad inusitada. Aquellos que no pudieron huir fueron hechos prisioneros  y sometidos a inauditas torturas para  que confesasen el lugar donde se ocultaba el  Renegado que no creían muerto. Ninguna de las víctimas, hombre, mujer o niño jamás les reveló que el cuerpo de Apoena yacía  no muy lejos en la cueva de los antepasados. Estoicamente sufrieron las torturas hasta la muerte como último homenaje  al que mereció ser su cacique a pesar de  pertenecer al linaje de los odiados  y sanguinarios extranjeros.
A Ureita le extrañaba que los extranjeros estuviesen tan ansiosos por capturar a su padre vivo o muerto. Al menos ellos querían ver su cadáver si en realidad había muerto. Para conseguirlo se arriesgaban a múltiples  esfuerzos a un sinnúmero de crueldades. Eso, si era claro para él  que fuese la causa por laque la tribu fuese perseguida sin cuartel y posiblemente
 hasta el exterminio.
Por lo demás. Como su madre y Sirupré  estaba convencido que no les quedaba otro remedio que emigrar  hacía el  en búsqueda de lugares fragosos e impenetrables a los que los extranjeros no pudiesen llegar, al menos, en mucho tiempo.

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Tan pronto como pudieron llegar al campamento donde estaban el grueso de los supervivientes de la tribu Ureita envió  mensajeros a todos los dispersos grupos para que se reuniesen en un gran Consejo. Estaba decidido a tomar el mando que se le había confiado con la mayor enegía para  no dar lugar a que una nueva expedición de los extranjeros les aniquilasen definitivamente.
A diferencia de aquellos Consejos que se celebraban pacíficamente al atardecer en la gran plaza frente a las malocas, los de ahora enían que ser citados con anticipación  indicando  lugares muy escondidos donde reunirse.
Viendo a toda la gente reunida a la incierta luz del atardecer Ureíta se dio cuenta cuan jóvenes eran la mayoría guerreros adolescentes  casi niños. Ahora él era uno de los más viejos. De los viejos guerreros muy maltratados  quedaban solamente ocho, el chaman y s su madre. Pensó que todos ellos debían ser  conservados y cuidados como tesoros , puesto que eran los poseedores de los conocimientos de las artes guerreras y tradiciones de la tribu sin cuya experiencia los restos de la tribu tendrían mucha dificultad de multiplicarse y ,aun,  sobrevivir.
Aquella reunión ya no era tampoco como las antiguas en que las mujeres apoyadas en las paredes de las malocas escuchaban y en que los niños correteaban entre sus mayores sentados apoyados en sus lanzas. Ahora los reunidos permanecían en un hosco silencio temiendo que las malas noticias les obligasen a tomar penosas decisiones.
  • Hermanos, comenzó ureíta cuando observó que nadie más llegaría. Aconsejado por Sirupré  y en su compañía me retiré durante  varios días a las grutas donde moran los espíritus de nuestros antepasados para entrevistarme con el espíritu de mi padre como vosotros determinasteis. Durante estos días he conversado con ellos  y he escuchado sus mandatos.
Hemos de  sin demora alguna emprender el camino hacía el sur en búsqueda de escondidos territorios de caza y recolección tan ocultos e inaccesibles que los extranjeros no puedan llegar a ellos en mucho tiempo.
Nada, ya, nos retiene aquí. Los extranjeros nos rodean por todos lados y caerán sobre nosotros  en el momento menos pensado. Todos seremos cazados como  animales salvajes.
Debemos reunir a todos los grupos dispersos ey emprender inmediatamente  el camino.
Durante un tiempo  Sirupré y Pineabe nos servirán de guías ya que ellos  viajaron en  ocasiones hacia el sur.  Cuando lleguemos a lugares que ellos no conocieron tendremos que viajar más lentamente y con más cuidado, enviando  exploradores delante de nosotros. Al amanecer partirá el primer grupo de guerreros. Al alba siguiente partirá todo el resto de la tribu. Los ancianos organizarán cada grupo y yo mismo les ayudaré yendo de grupo en grupo. Quien se quede atrás sabe que morirá.

No sé lo que nos espera. Ninguno de nosotros puede saber lo que nos espera. Es posible que  invadamos territorios de caza ya ocupados y nos tengamos que retirar o luchas. Tenemos que evitar la lucha porque somos pocos y no nos podemos debilitar más. Lo mejor es llegar a lugares que nadie nos dispute..
Ureíta dejó de hablar. Todos comprendieron que no había nada más que decir, ni siquiera objetar. Había sido elegido Cacique en aquellos momentos decisivos de apremio y era claro que solamente la obediencia les salivaría si esa era la voluntad de los espíritus.
Por lo demás la decisión tomada se encuadraba en la tradición milenaria que era como la gran ley de la emigración repetida muchas veces por diversas causas y cuando se presentaba un enemigo al que no se podía hacer frente. Era la ley de la sobrevivencia.

Sin comentario, sin protestas, se fueron incorporando y alejando  hacía los lugres donde su  clanes o familias estaban escondidos.

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Partieron los guerreros. Apresuradamente se reunió en cada grupo los bastimentos que pudieron. Finalmente la gran culebra de mujeres cargads precediadas por  jóvenes guerreros armados se fue abriendo paso  en una marcha agotadora que comenzaba en el alba de cada día y solamente terminaba cuando la oscuridad  se acercaba. Se hacían pequeños fuegos  para evitar denunciar su presencia y avance.
Era la rutina en que todos los días eran iguales. Se llegaba a un lugar, se limpiaba someramente. Se levantaban  ligeros paravientos si se suponía que llovería. Dormir. Vigilar. Tratar de recoger todo aquello que pudiese servir de alimento. Partir de nuvo por el camino abierto por los exploradores.

Cada cierto tiempo, en lugares aparentemente seguros detenerse unos días para que los guerreros pudiesen cazar y las mujeres descansasen.

HABÍA COMENZADO LA LARGA PEREGRINACIÓN HACIA EL SUR.

eL Paisaje 26-10-1991 pasado  a edición digital el 23-9-2012 Corregido el

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