Friday, September 22, 2006

NOCHE DE PESCA (RECUERDO)


HACE AÑOS.
Estaba construyendo casas para las gentes de la Isla del Rey después del maremoto.

El día antes me dijo Osvaldo mi ayudante:
Salgamos mañana a la pesca.
Vayamos –dije yo-. ¿con quien?
Con “Caja de untos”. Nos presta “Panduro” el bote y el trolihuan (red). Lleve ropa de repuesto y algo par el “mange”.

Bien arremangados los vaqueros, descalzo como irian ellos, desciendo hacía el muelle por el lodoso camino. A la espalda la bolsa harinera con ropa, pan y queso.
En la orilla el bote esbelto de cinco metros. Dentro la red enrollada. Los remos listos sobre las bancadas. Me meto el agua y acomodo mi saco bajo la chupilla (bancada de proa). Pienso que Osvaldo y Untos matean en la choza de arriba. Subo el empinado senderito. Me anuncio. Sale la vieja hermana de Osvaldo. Siempre avergonzada por carecer de zapatos y dientes.
Invitado, entré agachándome, en la minúscula choza. Algunos utensilios colgados de las ahumadas tablas.. Me senté en el piso de tierra con la espalda apoyada en la pared. Mateé con ellos comiendo tortilla al rescoldo con pateé, un lujo raro para ellos.

Salimos. Partimos a cuatro remos: Untos y yo. Osvaldo timoneaba con un remo. La corriente del Calle-Calle era fuerte en contra nuestra porque la marea estaba subiendo. Costeábamos para avanzar con menos esfuerzo. Pasamos frente a Mancera y cruzamos la boca del Tornagaleones.
Haríamos el primer “lance” cuando empezase a bajar la marea. Remamos aun durante dos horas. De vez en cuando majábamos nuestras manos en el agua recalentadas por la boga. Tenía los dedos de los pies, engarfados sobre la bancada de delante blancos por el esfuerzo.
Una pequeña caleta de boca chica nos permitirá cerrarla con la red. Osvaldo cambia de puesto. Empuña dos remos. Será el capitán y nosotros los marineros obedientes. Empezamos a arrojar la red. Untos los plomos, yo los flotadores. Osvaldo rema y la va extendiendo. Nos colocamos entre la red y tierra. Empieza el “bombeo” una gruesa piedra atada con un cordel sirve para azotar el agua levantando columnas y mojándonos bastante. Es la manera de asustar a los peces y que huyendo se ensartan en la red.
Comenzamos a levantar la red. Ahí terminamos por saturarnos de agua la ropa. No contamos los pescados porque sería mala suerte. Continuamos por horas lance tras lance. Nuestras manos y pies estan completamente blancos un los de Untos que es tan moreno. Frío. Continuamos sin quejarnos lance tras lance hasta la media noche en que subiendo la marea la pesca no resultaría.
Embicamos el bote en una playita en medio de la oscuridad más absoluta. Osvaldo buscó a tientas leña. Se encendió una fogata. Pusimos a calentar agua en la ahumada tetera para el café. Untos limpiaba pescado y lo ensartaba en palitos alrededor de la fogata. Nos cambamos la ropa empapada por la seca. Comimos con voracidad pan y pescado asado. Nos acurrucamos junto al fuego y dormimos. Debíamos emprender la larga remada de vuelta . La pesca había sido bien escasa.










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EL GUERRERO EXTRANJERO (narración simbólica)


Estaban ahí. En semicírculo. Cuatro jinetes sobre sus grandes trotones de guerra. Vestido con aceradas armaduras de guerra. Fuertes, enérgicos, revestidos de poder.
¿Miraban al quinto hombre con desprecio o compasión?
A pie, desnudo, cubierto de polvo. Su cuerpo había sido marcado con el látigo.
Ellos pensaban:
Nuestros servidores le azotaron
Los señores sabían que no pudo ser castigado. Aquellas marcas, la aparente vulnerabilidad eran signos de su fortaleza. Lo sabían y no querían reconocerlo.
¡ Ningún guerrero se atrevería a desafiarle en combate ¡ ¡es invulnerable!
Ellos, en cambio ¿volverían vivos del campo de batalla? ¿Sus armaduras y sus poderosas armas ofensivas bastarían para defenderles?
No. Intuían que no. No volverían de aquella batalla. El, si, volvería. No le odiaban. En sus corazones le envidiaban. Su tranquilidad, su desnudez eran más fuere que el acero de ellos.
El tenía la fortaleza.
Ellos tenían las insignias del poder. Temían carecer de ellas. A esos signos falaces sacrificarían muy pronto sus vidas. El viviria.

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¡En marcha! –gritó uno, el Jefe-. El que parecía el Jefe. Todos intentaban ser Jefes.
Los impacientes caballos pedían rienda. Eran caballos de guerra. Habían sido adiestrados para ser caballos de guerra y porta pesadas armaduras de hierro. Enseñados a envestir en cortas carreras y resistir el empuje de otros corceles como ellos. Es lo que sabían hacer y lo hacían bien. Olían la sangre que asociaban con la posterior comida. Estaban llenos de brío, consecuencia de un alimento excesivo. La batalla era la hembra en la que desfogarían su energía
Empujaron al quinto hombre suavemente apoyando las puntas de sus lanzas en su carne desnuda y desgarrada. Lo hacían levemente, sin ánimo de herirle, casi con ternura. Una tosca manera de decirle:
¡En marcha!
¿Hacia donde? Hacía el campote batalla.
No era un prisionero. No era un rehén. Era un hombre libre. Un hombre sagrado. Un Heron. Sabían íntimamente que era el único valiente entre todos los que estaban allí, aunque no se lo confesasen. ¿Le compadecían?
No. Un guerrero no compadece nunca. No tiene lástima. Es insensible a todo dolo ajeno. Tampoco se tiene lástima a sí mismo.
Se avergonzaba, eso si, de verle así desnudo, flagelado. Era cierto, ellos eran los que le habían hecho azotar.
¿Por qué? Ahora no lo sabrán ¿Sería que por haberle visto tan sereno, altivo, sin miedo, ¿se habían irritado? Quizás. ¿Acaso trataron de vengarse de él porque no sentía la angustia que a ellos ls mordía el vientre antes de la batalla? ¡Podía ser!

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Le habían ofrecido el mejor de sus caballos de guerra. El extranjero meneó la cabeza y ellos comprendieron que significaba un cortés ,no.
Quizás –pensaron - es un mal jinete.
Le ofrecieron una de las más bellas armaduras de fino acero incrustada en dibujos de oro. Su gesto fue:
¡No! ¡ gracias! ¡ no la necesito!
Ellos, indulgentes se dijeron que quizás desacostumbrado, no se sentí con fuerzas para vestirla. Cargar con tanto peso necesita un lago entrenamiento que nosotros recibimos desde niños. Es posible que las armaduras de su país sean mucho más livianas. Sea como quiera, sin duda se trata de un guerrero como nosotros. Debemos dejarle escoger sus armas. No se trata de un hombre del pueblo o un cobarde . tiene l porte de un héroe. De eso nos damos cuenta, nadie nos puede engañar. Nosotros somos guerreros y hemos sobrevivido a cien batallas. Llevamos el cuerpo marcado por múltiples heridas. Sabemos conocer el valor de un hombre con solo mirarle.
Mostrémosle nuestras lujosas arterias, de seguro que escogerá allí lo que le parezca conveniente. Es un guerrero y sabrá apreciar la variedad y la riqueza. Tampoco importa que luche a pie y desnudo , sin duda es tan diestro en un arma que esta será su caballo, su armadura, lanza y escudo. Hemos escuchado de viajeros que han visitado lejanos países que existen guerreros increíble capaces de luchar con las manos desnudas y que vencen a los guerreros cubiertos de acero. Dicen que son como esos antiguos tigres de dientes de sable. Luchadores de otros tiempos como aquellos de los ejércitos de Odín.

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El extranjero con mirada experta y penetrante recorrió, cortés, las grandes salas de armas de todos ellos. Sonreía levemente, ni despreciativo, ni admirado.
Los señores, intrigados, expiaban sus reacciones.
El extranjero, alguna vez, tomó una hermosa espada, un acerado alfanje u otra arma. Lo blandió apreciativo en forma diestra y extraña. Luego lo depositó cuidadosamente de donde lo tomara. Algunas veces querrían distinguir en su imperturbable placidez alguna señal de apreciación.
Toma lo que desees le dijeron una y mil veces en diferentes idiomas y con signos elocuentes-.
El extranjero parecía asentir cortésmente. Miraba con más atención. Tomaba y volvía a dejar. En una ocasión tomó un puñal de hermoso y peregrino diseño. Lo arrojó en una amplia y elegante curva y volvió a sus manos como por arte de magia.
Ante esta demostración ellos se asombraron, pero a la vez sintieron un agudo y sordo despecho.
¿Es que no poseemos ningún arma n su opinión? ¿qué quería aquel extranjero? ¿humillarles? ¿se estaría burlando de ellos??cómo trataba con aquella arrogancia a ellos los señores de la guerra? ¡El, solamente era un extranjero! ¿Por qué ellos serán tan corteses y deferentes con {el?
Se miraron unos a otros. En sus ojos brillaba la cólera y el deseen. Contemplaron al extranjero, en sus ojos había paz, dignidad y…ausencia de miedo!
¡Ausencia de miedo!
Ellos sabían bien que aquello era la suprema cualidad de un guerrero.
Sería, pues, un guerrero. El más temible de ellos.
Aumentó su cólera y humillación. Aun no le odiaban. Si hubieran logrado conocer el lenguaje de aquel extranjero le podrían preguntar o insultar Estaban perplejos.
Salieron al gran patio de gestas. Allí los caballos de guerra piafaban impacientes. Las mesnadas de ellos, inquietas se agrupaban y los siervos numerososo aportaban armas y bagajes.
No hay mas tiempo- dijo uno.
¡Partamos! –exclamó otro.
Todos asintieron. Se armaron. Subieron pesadmente a sus caballos.
Parecían esperar, en último momento, un movimiento inesperado del extranjero. Algo como un milagro. Ignoraban lo que esperaban. Quizá algo así como que descendiera del cielo un caballo alado y que se pusiera al lado del extranjero o bien que este apareciese ceñido de armas luminosas. Ni siquiera se habrían sorprendido que fuese el mismo Odín que partiría al frente de ellos como un rayo luminoso y aterrador.
Nada de ello ocurrió.
Fingían indiferencia mientras montaban parsimoniosamente sus impacientes cabalgaduras. Vigilaban, eso sí, con el rabillo del ojo al extranjero que impasible con los brazos cruzados les contemplaba encaramándose dificultosamente a sus corceles. Finalmente abrazaron sus heráldicos escudos y los escuderos reverentes les alcanzaron las largas lanzas.
Partamos –dijo uno.
¡Un momento! Exclamó otro.
Entonces se miraron uno a otro. No dijeron nada pero se comprendieron. Al unísono, haciendo caracolear sus caballos rodearon al extranjero. Con un círculo de hierro y poder mortal. Aquel no pareció extrañarse, permaneció inmóvil viéndoles evolucionar como si él mismo no fuera el objeto de aquella maniobra.
Uno de los señores musitó una orden al iodo de uno de sus escuderos, como si temiera ser comprendido por el extranjero.
Hubo largos momentos de tensa espera. Luego se precipitaron en aquel círculo de hierro los sayones con cortos y pesados látigos. Ellos, los esclavos, si vomitaban odio por sus ojos y vilezas por sus bocas Siempre les había irritado la presencia del extranjero: su sencillez, su pobreza, su dignidad... Sobre todo, aquella cortés indiferencia rnte a las atenciones de sus amos. Ahora que se les iba a dar poder sobre él le enseñarían a respetar y temer la autoridad de los señores. Ellos, entrenados en servir no pedían reconocer otr
a cosa que el poder.
No necesitaron una orden especial. Rodearon al extranjero como una manada de lobos hambrientos. Volaron los serpentinos látigos. Eran verdugos bien entrenados. Lo castigarían hasta que arrastrándose lamiese los pies de los amos pidiendo abyectamente misericordia.
No se humilló. No pidió perdón. No suplicó…
Se enfurecieron. Miraron a los señores su aprobación. Ya no eran verdugos sino una jauría enfurecida…
¡Basta! –dijo uno de los señores-.
¡Basta! –gritaron los otros-.
Ellos, ahora, no tenían ya duda. No era un dios, pero sin duda era uno de su raza. Habían tratado de probar su fortaleza. Comprobar si acaso era un siervo temeroso.
¡Es un Héroe! ¡un Hombre sagrado! -exclamaron todos.
Los sayones habían quedado petrificados. Con los látigos en el aire, pero eran perros bien amaestrados.
Había quedado marcado por el látigo. Infamado pero no humillado Su mente aun permanecía lejana.
Ha tenido su merecido –exclamó un sayón con rabia.
Me lo hubiesen dejado a mi – dijo otro- sé como se hace. Lo hice con otros parecidos a él.
Los señores avanzaron y le empujaron apoyando ligeramente la punta de sus lanzas en la espalda.
¡Vamos! ¡En marcha!
No le llevaban como un prisionero, sino casi como uno de ellos mismos.

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No es un superhombre –pensaron algunos-. No es Odín u otro de los dioses.
Los latigazos lo derribaron. Lo marcaron. Gimió. Gritó.
¡No se humilló.!
¡Sus heridas han sangrado!
¡No puede ser un ser divino!
¡No se arrastró, no pidió misericordia,! En cualquier lengua que lo hubiera hecho le habríamos entendido, el lenguaje de los vencidos es universal. Habriamos leido en sus ojos el miedo.
¡ EL LEYÓ EN NUESTROS OJOS EL MIEDO! Nuestro miedo.
Podrimos haberle dejado a merced de los siervos. Ellos deseaban hacerle tener miedo.
Aunque le hubiesen arrancado los ojos no le habrían hecho temer.
¡Quien sabe! Todo ser humano tiene “su” miedo: quien al látigo, quien al fuego, quien al agua… Solamente hay que sabérselo encontrar.
…Y…?si no fuera humano?
¡Calla!
Hubiera sido mejor arrojarlo a los perros.
¿A un ser sagrado!
Tendremos tiempo para hacerlo. Ahora es nuestro prisionero.
¿Nuestro prisionero? ¿ no seremos, acaso, nosotros los prisioneros de él?
Le estamos conduciendo a la batalla. En el combate se prueba a los héroes.
¿Héroe él? ¿No le vimos retorcerse bajo los latigazos?
Te equivocas. Ello no significa que sea un cobarde, sino que es un ser humano y no un dios. Solamente los dioses no sufren. Si no hubiese gritado de dolor estaría convencido que es Odín o uno de los inmortales dioses. En ese caso estaríamos malditos
¿Estaremos marcados por los dioses? Los dioses no olvidan ni perdonan.

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¿Por qué aun no llegan?
Estamos cansados de esperar, agobiados con el peso de nuestras armadurs, sedientos por el tórrido calor del desierto.
Esto debe ser un ardid guerrero de nuestros enemigos. No tratan de desgastar con la espera.
¡Mírenle a él, siempre ecuánime e igual!
¡Ni siquiera hace caso de sus heridas, ni se compadece de sí mismo!
¡Bah! Son simples cortes en su piel. ¿Qué significado puede tener eso para un guerrero? En cambio, nosotros estaremos dentro de pocos momentos heridos con botes de lanza y atravesados de flechas.
Nosotros ya estamos heridos en el alma.
¿Qué tratas de decir, hermano?
Sentimos miedo.
¿Tratas de insultarnos?
Digo la verdad. Lo siento en mi corazón, lo leo en vuestras caras. Todos, siempre hemos tenido miedo antes de una batalla, aunque sintamos vergüenza y tratemos de ocultarlo.
El que tiene miedo, ya, es un vencido.
¡Volvámonos! Ellos ya no vendrán.
Matemos al extranjero y volvámonos.
¿Matarlo? ¿por qué?
Para que no exista un testigo de nuestro miedo.
Nosotros somos los testigos de nuestro propio miedo. Demás ¡mirad! Ellos ya vienen. Esa nube de polvo les anuncia.

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¿Te sientas, extranjero?
Míralos


. Ahí vienen ¡huye! Esta no es tu guerra. Te damos la posibilidad de huir. Quizás eres un cobarde. Puede ser que nos equivocamos a tu respecto. No aceptaste ser nuestro aliado. Creímos leer en tus ojos que eras diferente. No te odiamos, por eso no te abandonamos a la furia de nuestros esclavos. Tu muerte había sido horrible. Ahora te libras con algunas cicatrices infamantes. Aquí dentro de unos instantes solamente reinará la muerte ¡huye!

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¡Calad vuestras lanzas! ¡Ya hemos llegado! ¡Bajad la visera de vuestras celadas! Pero ¿Qué hace ahí tranquilamente sentado vuestro prisionero?
No es nuestro prisionero.
¿Nooo? ¿será acaso algún peregrino asaltado por bandoleros?
¿Vinisteis a preguntar o a luchar? ¿sois guerreros o trovadores?
Venimos a mataros pero solamente luchamos contra guerreros. ¡Apartad ese hombre y dejadle ir!
Es libre de irse.
No lucharemos mientras ese hombre indefenso esté en medio de vosotros.
¡Atropelladle entonces!
No somos asesinos, sino nobles guerreros. Nos batimos con hombres forraos de hierro como nosotros, pero no contra hombres desnudos.
Desnudo es más poderoso que cualquiera de nosotros.
¡Poderoso él! A ese hombre el látigo le corto hace poco la carne.
¡Miradle a los ojos!
Los tiene cerrados ¿Acaso será un hombre sagrado?
¡Callad! ¡Luchad con nosotros que no somos hombre sagrados!
No podemos.
¿Nos tenéis miedo?
Vuestras armas no nos causan pavor alguno. Sino vuestros ojos ¡son ojos de muertos! ¡ojos de réprobos!
¡Atrás! ¡vuelvan todos riendas! ¡nadie puede luchar con malditos! ¡estan marcados por lods dioses! ¡Habéis profanado….!

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¡Matemos al extranjero testigo de nuestra deshonra!
¡Testigo de nuestra ignominia!
¡Oíd, hermanos, ¡no es testigo de nada! ¡ES NUESTRO JUEZ!
¡Te atreves a decirlo!
¡Tú también debes morir!
¿Hasta cuando arreglareis todo con la muerte? La muerte del extranjero. Mi propia muerte, ¿Acaso ella borrará vuestro estigma de malditos? Mejor aprendamos del extranjero a no temer, porque si ocultamos nuestro miedo con más miedo el MIEDO nos irá carcomiendo como un cáncer. Temeremos a nuestros siervos, a nuestros hijos, a nuestras esposas… ¡a nosotros mismos!

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¡Adiós extranjero de habla desconocida! Depositamos nuestras orgullosas armas ante ti. No no te servirán de nada. PORQUE TUS ARMAS ESTAN DENTRO DE TI. ¡Perdonados! Hemos descubierto que estamos poseídos por el miedo y por eso nos despojamos de los instrumentos con los que tratábamos de ocultarlo: las armas. Volvemos a nuestros inexpugnables castillos, cuyas torres y portones abriremos porque ya los reconocemos incapaces de protegernos Nos enseñaste sin que sepamos bien como a caminar por una senda difícil y desconocida que solamente intuimos a donde conduce. Es el camino de los dioses y de los héroes
Cuando a través de los días nos desanimemos, trataremos de recordarte a ti, veremos tus ojs y tendremos paz
Es posible que alguna vez, peregrinos de otras tierras lleguemos a testimoniar como tú que el miedo no anida en el corazón de los verdaderos héroes.

¡ADIOS EXTRANJERO!

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Wednesday, September 13, 2006

EL CAMINANTE. (Narración)

Bien sabia que no era su culpa. Tenia como tres conciencias simultaneas. Nunca se había podido explicar esto cabalmente.. Sus percepciones eran extrañas. Veía las ideas abstractas, como los otros ven las personas de carne y hueso. Leía los “hechos” de una manera que no podía explicárselo. Sus videncias no eran infalibles, eso lo sabía muy bien, Una confianza ciega en sí mismo le convertiría en un imbecil deplorable.

Leyendo en la mente de sus semejantes más allá de lo que otros pueden hacerlo tenía como una visión panorámica de la mente humana. Sus emociones oscilaban entre la antipatía, la repulsión o el amor. Esta experiencia irracional le daba miedo y queria rechazar estas vivencias sin poderlo conseguir.. Comprobaba con frecuencia que su intuición era exacta aunque hubiera dudado de creer en ella. Sus antipatías y simpatías respondían hechos reales. Podía captar las mentiras existenciales mejor guardadas.
Había una falla. Sus simpatías eran menos confiables, porque desataban en él una confianza infantil que le dejaba, posteriormente, indefenso.

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A sí mismo se conocía bastante bien. Captaba su proceder sus móviles profundos desapasionadamente, con frialdad, sin poderse engañar a sí mismo. También sabia reconocer fácilmente las emociones que él causaba en los demás. Los otros eran sus espejos en los que no desdeñaba mirarse.
Su alta de complacencia en sí, una crueldad irónica le habían ido conduciendo a su verdad. Consiguió despojarse de sus propias máscaras despojándose de ellas venciendo su pudor psíquico aceptando aparecer desnudo frente a los otros. De joven aparecía alguien como el común, aunque algunos rejuzgasen demasiado inquieto y curioso
Pensaba que su cambio empezó cuando emprendió la tarea de explora su propia mente, sus intencionalidades ocultas detrás de idealistas acciones. Un día, no recordaba cuando de repente se le apareció su propia imagen desnuda y según pensaba, verdadera. Fue para él una situación humillante, desgarradora pues todo su brillante universo mental se derrumbaba, enfrentándole con su realidad. Cuando un se humano se encuentra en semejante coyuntura le quedan pocas escapatorias: la locura, el suicidio o un cambio duro y drástico en su vida. Eligió la última opción aunque siempre afirmó que la locura y la muerte le habían tocado de alguna manera
Aunque nunca pudo establecer las etapas de su nueva vida, conversión las llamó alguna vez,. Su vieja piel caía en pedazos y se sentía desnudo y escarnecido por muchos, pero dento de sí vivía una bendición y alegría inmensas.
Caminó tan lejos como pudo por aquella senda interior que no tenía posible retorno. Su lucidez siempre en aumento solamente la hubiera podido aniquilar por el alcohol o las drogas. No lo intentó, aceptó su destino de paria, réprobo, a-normal en mdio de una sociedad que no le perdonará jamás el hecho que fuese diferente.

Oooooooooooooooooooooooo

Caminaba despacio por entre las colinas verdes e interminables. La abertura del raído poncho dejaba ver su carne desnuda. Una baba crecida de muchos días. El viejo costal de tela que llevaba al hombro con sus pocas pertenencias estaba mugriento.
¿Cuál seria la incierta edad de aquel hombre? No muy viejo.
Sus brillantes ojos, llenos de intensa vida tenian el aspecto del vidente o del loco. Parecía pertenecer a un extraño mundo.
Su piel, curtida por soles, aguas e intemperies tenia aun cierto aspecto que demostraba haber sido clara y cuidada. Sus manos callosas y duras, sucias, de uñas rotas eran demasiado pequeñas como sus pies duros, agrietados fueron en oto tiempo deformados por el calzado.
Llegó finalmente a la cima de la coli8na a la que estaba ascendiendo. Ante él las cuestas herbosas estaban sembradas de espaciados troncos carbonizados. Arbolas petrificados en un momento de angustia cuando las crepitantes llamas se enroscaron en sus troncos otrora majestuosos y magníficos. Ahora, allí solitarios ni siquiera podían ser codiciados por leñadores. Esperaban, sabe Dios cuantos años, hasta que lentamente carcomidos un piadoso temporal los derribase. Caídos se confundirían con la tierra y pasarían a alimentar otras selvas.
El hombre se detuvo a contemplar aquellos tristes cadáveres imaginando los magníficos bosques que cubrieron no hacía tantos años, aquellas colinas. Miraba aquellos troncos con amo, con una suerte de camaradería, pero sin la melancolía morbosa y vacía del intelectual que una ve fue. Su mirada era de aquel que ve la verdad de las cosas aun sabiendo que es incapaz de transmitirla a los otros. Pensó que él, ahora, era capaz de leer aquellos mensajes pero su propio mensaje seria siempre rechazado. ¿Sufría por ello? No. Ya había traspasado las fronteras del sufrimiento.
En aquellos troncos leía la locura humana, la imbecilidad, la ignorancia que fueron las que derrocharon tontamente tanta vitalidad que había habitado aquellas selvas inmensas un dia con el fin de abrir míseros senderos o sembrar unos escasos sacos de trigo y unas carretadas de carbón.
Se pasó una mano por la cara como para alejar aquella visiones sombrías. Ahora era solamente un “caminante, uno más entre tantos, sin casa, familia. Todas sus posesiones estaban n el minúsculo morral. Si su mente estaba extrañamente desarrollada ahora nadie lo sabía. Tampoco aquello era para él fuente de orgullo sino de humildad.
Depositó su morral al pie de uno de los carbonizados troncos. La soledad era absoluta. Sabía que en kilómetros no existía choza alguna, solamente quebradas verdes y profundas, algún puma tan solitario como el mismo. Respiró con fruición el aire purísimo de aquellas cumbres. No era un ermitaño aun, aunque un día esperaba serlo.

Resulta muy duro para un ser humano estar rodeado por la muralla de la “videncia”, del conocimiento. El-que-ve es un separado, un anormal. El había buscado escaparse de su aislamiento comunicando sus vivencias a los otros. La mano que tendió había sido escupida como la de un réprobo, un leproso un ser peligroso que intentaba hacer ver cosas, situaciones que los demás no quería que existiesen y que prefreían ignorar. Se daba cuenta que para los demás era una persona incómoda y molestas.
Las primeras veces se sintió herido. Intentó inútilmente analizar aquellas situaciones equívocas. Saber si realmente se equivocaba. Con el tiempo supo que era imposible entablar algún diálogo. Aceptó su aislamiento antes que traicionarse a si mismo. Comprendió y aceptó ser un vagabundo apatrida peregrino del infinito. Así comenzó su “camino”.
Un día partió sin nada. Sin rumbo. Se quedaba allí donde le tomaba la noche. Donde le daban pan y trabajo permanecía. Cuando tarde o temprano le miraban mal, partía. Algunas veces le daban amor y lo gozaba, pero siempre los que le rodeaban se daban cuenta que era “distinto” lo captaba y huía. Seguía u camino preguntándose si estaría macado con una señal semejante a la de Cain. Así peregrinaba sin amargura entre gentes que nunca le aceptarían.

Había encontrado la paz.

Tiempo atrás cuando la traición y la estupidez le habían herido con crueldad trató de perdonar. Solamente en aquella ocasión, frente aquel hombre que leyó ansiaba destruirle comprendió con su terrible frialdad que poseía la capacidad de destruir la perfidia y que lo podía hacer sin piedad ni tregua. Bastaba con observar el punto debil de su contrario y dejarle que él mismo se enredase en su propia red. Bastaba darles sencillamente el empujón final para que se auto aniquilasen. Utilizó algún tiempo aquel infalible método hasta que descubrió con tristeza que todo aquello9 era una mezquina venganza, un juego destuctor y que el odio solamente se puede destruir con amor.

Entonces percibió lo que era el amor.

El caminante de manta raida y pies mugrientos escudriñó los lejanos cerros . Se daba cuenta que transcurría el tiempo. Una vez más, la nche caería rápidamente y debería ver interminablemente las estrellas ants de dormirse. ¡Qué importaba! Todo ya había perdido importancia para él: el frio y el calor; el dolor y la alegria; el hambre y la sed…

Había alcanzado un suerte de libertad.

Ya no poseía nada ni siquiera a sí mismo. Recordó: “…si comeis del fruto de este árbol sereis como dioses…”

Se sentó junto a su vieja talega y dobló sobre sus hombros los extremos del descolorido poncho para tener los brazos libres. Rebuscó en el saquito y sacó un arrugado cigarrillo. Frotó un fósforo. Fumó. Aspiraba el humo lentamente como si fuera el incienso de los dioses. Sabía bien que en otro tiempo y espacio lo había sido antes de convertirse en un vicio venenoso. Fumaba y contemplaba soñadoramente. Su mente estaba vacía. Esa manera de fumar también era una fuente de irritación para los otros que se preguntaban por qué hacía cosas tan corrientes de una manera tan diferente y como sagrada. Era lo mismo cuando yacía con una mujer que en el curso de su peregrinaje le ofrecía voluntaria y deseosamente su vulva generosa. Ella no podía comprender que el la reverenciase como una sacerdotisa sagrada y que tratase de hacerla gozar porque le decía que por ella comulgaba con el mundo de lo vivo y hermoso.

Arrojó a la tierra la minúscula colilla. Se levantó Con el dedo gordo de su curtido pie la desmenuzó prolijamente hasta estar seguro de que estaba apagada. Tomó su bolsa y se la echó al hombro. Comenzó a caminar de nuevo subiendo y bajando cerros, pisando suavemente piedras y espinas, sin dejar huellas. Cruzó arroyos de aguas heladas. El cielo tenía una tonalidad gris azulada.

Caminaba y caminaba. Las casas estaría lejos o cerca. Le recibirían haciéndole compartir el pan y el fuego, el mate hirviete y el saldo charqui. Quizás azuzasen contra él los perros. Seguirla. Encontraría una sonrisa amiga, una caricia de mujer, un vientre cálido. Todo sería una etapa más de su caminar.

DURAMENTE HABIA IDO APRENDIENDO A VIVIR Y SER.
CURIOSIDAD

Uno de los hechos más antiguos que recuerdo de mi infancia (acaso no me acuerdo y me lo contaron) es que lloré un día entero porque quería desmontar el gramófono mecánico, última modernidad de aquel entonces, que habían regalado a mi madre
Finalmente lo obtuve y armado de un destornillador lo desarmé concienzudamente pieza por pieza. ¡ Yo tenía dos años y medio!
Cómo lo pude hacer es algo que me parece misterioso hoy día.

Creo que ese tocadiscos me convirtió en filósofo. Me he pasado el resto de mi vida desmontando artefactos ideológicos y mentiras sociales igualmente divertido. Desde luego, odiado por muchos.

Como aquel costoso tocadiscos de 1930 que ahora ni siquiera sería una baratija., nuestro querido mundo actual nos ofrece una serie de ideologías en lo socio-cultural, económico, religioso, ético…. de cuya futilidad nadie quiere estar consciente porque teme que se le derrumbe el “castillo de naipes” y quedar en una desnudez espiritual más oprobiosa que la física que tanto teme.

Probablemente la curiosidad de un grupo de hominidos, hace aproximadamente unos siete millones de años, es lo que probablemente nos convirtió en los seres humanos que nos gloriamos ser, pues para mirar más lejos nos levantamos en nuestras patitas traseras y nos preguntamos que había más allá del horizonte.
Por todo ello siento un escalofrío cuando observo que nuestro pulido mundo de artefactos sellados no despiertan curiosidad alguna en la mayota de mis coetaneos que los usan como si fueran objetos mágicos.

¿No será que inconscientemente queramos retroceder al cómodo mundo en que caminábamos sobre nuestras cuatro patitas hace varios millones de años?
TAROTISTA


¿Soy tarotista?
No lo sé.
Al menos soy un heterodoxo del Tarot.
He tratado de penetrar los arquetipos que encierra el Tarot de Marsella (diseños alquímicos) y he creado mi propio Tarot al que denomino antropológico.
Imagines naifes, sin duda.
Para mí el Tarot no tiene nada de mágico. Mi mente científica me hace reír de semejantes puntos de vista.
Es un instrumento psicológico muy útil
Sirve para proyectar nuestro subconsciente por medio de esas imágenes arquetípicas de forma que lo podamos leer y comprender.
Par mí el Tarot no puede ser predictivo sino en tanto como nuestras propias proyecciones pueden coincidir con el futuro o se conviertan en la típica profecía auto cumplida.
El Tarot es, por tanto, un excelente consejero.
Los arquetipos, en el fondo no son sino esquemas fijos del actuar humano y por ello, aislados, pueden ser sujetos de meditación, la imagines simbólicas ayudan.

ATENCION ¡
Uno lee en el Tarot los que “proyecta su inconsciente” pero también lo que quiere leer o lo que el interprete que le ayuda “quiere que lea”

El Tarot de Marsella era claro en sus imágenes para los alquimistas y sus allegados. Probablemente ya era una “traducción” de las imágenes igual que nosotros lo tenemos que hacer ahora porque las antiguas no dicen nada al no-especialista.

En otra ocasión reflexionaré sobre alguno de estos símbolos arquetípicos.
ADAPTARSE A LAS CIRCUNSTANCIAS


“ Quien se adapta a las circunstancias no estará invadido
por la tristeza, ni por el gozo.
A este tal los Antiguos le llamaban el ser humano que ha obtenido
La liberación.
(Tchouangtseu)

‘Qué es adaptarse ala circunstancias?
No intentar manipularlas para que me favorezcan a mí.
Desarrollar la capacidad de evitar lo desfavorable y aprovechar lo favorable. El resto dejarlo pasar porque carece de importancia.

Luchar , rechaza, negar lo que acontece es crearse una tensión que pontecializa aquello que que intento rechazar.
Aprovechar la energía de-lo-que-acontece se alcanza cuando no se involucra emocionalmente en lo que sucede.

Esto se aplicó en muchos aspectos de la vida entre los místicos del Oriente Profundo y de ahí se desarrollaron (las mal llamadas) “artes marciales” que originalmente fueron “artes del cuerpo y espíritu.

Aplicar estas sencillas técnicas que implican
La conciencia
En el aquí- ahora
Nos proporcionan
Equilibrio
Y
Liberación.
ADAPTARSE A LAS CIRCUNSTANCIAS


“ Quien se adapta a las circunstancias no estará invadido
por la tristeza, ni por el gozo.
A este tal los Antiguos le llamaban el ser humano que ha obtenido
La liberación.
(Tchouangtseu)

‘Qué es adaptarse ala circunstancias?
No intentar manipularlas para que me favorezcan a mí.
Desarrollar la capacidad de evitar lo desfavorable y aprovechar lo favorable. El resto dejarlo pasar porque carece de importancia.

Luchar , rechaza, negar lo que acontece es crearse una tensión que pontecializa aquello que que intento rechazar.
Aprovechar la energía de-lo-que-acontece se alcanza cuando no se involucra emocionalmente en lo que sucede.

Esto se aplicó en muchos aspectos de la vida entre los místicos del Oriente Profundo y de ahí se desarrollaron (las mal llamadas) “artes marciales” que originalmente fueron “artes del cuerpo y espíritu.

Aplicar estas sencillas técnicas que implican
La conciencia
En el aquí- ahora
Nos proporcionan
Equilibrio
Y
Liberación.
SOY HETERODOXO (Hereje)

Heterodoxo es aquel que piensa de-otra-manera.
Piensa e manera diferente que los GRUPOS DE PODER dominantes en su cultura
Esos Grupos son los que determinan siempre lo que es NORMAL , es decir, lo que más conviene a sus intreses. Es indudable que en la Alta Edad Media el “derecho de pernada” era lo “normal” para los señores feudales. ¿Qué creen?

Los Grupos de Poder son siempre minorías ínfimas en lo religioso, artístico, social, político….Sus normas dogmáticas son las únicamente válidas par los otros, pero para ellos (la “eliite”) fácilmente transgredidles. Aquellos que no las acatan será eliminados de alguna manera, incluso física. La Historia es rica en estos acontecimientos.
Esa es la razón por la que el HEREJE es un ser maldito.
Sin embargo:
El mundo necesita a los herejes para cambiar. Porque los ortodoxos (= bien pensantes) aferrados a su normas tiene espanto al cambio, que piensan llevará el Pode a otras manos.

Todos los grandes sabios, los innovadores en cualquier campo: religioso, cultural, científico han sido heterodoxos
Piensen solamente en:
JESUS
DARWIN
EINSTEIN
……………
POR TANTO PARA MI ES UN GRAN HONOR SER HEREJE